El autor irlandés John Banville, quien fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, ha defendido la personalidad múltiple de todos los seres humanos, una circunstancia que, en su caso, aprovecha para desdoblarse como autor en Benjamín Black y firmar con ese nombre la serie de novelas negras que protagoniza el forense Quirke o resucitar a Philip Marlowe.
La prosa del novelista fue valorada —por el jurado que lo premió—, como de “inteligente, honda y original creación novelesca, y a su otro yo, Benjamín Black, autor de turbadoras y críticas novelas policíacas”.
DESLUMBRANTES
Estas, añaden, se abren a deslumbrantes espacios líricos a través de referencias culturales donde se revitalizan los mitos clásicos y la belleza va de la mano de la ironía. Al mismo tiempo, muestra un análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial.
Cada creación suya atrae y deleita por la maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos, y por su reflexión sobre los secretos del corazón humano.
LAMENTA “ARROGANCIA”
“Es estupendo tener el inglés, pero también es una gran desventaja porque nos aísla del resto del mundo”, ha apuntado el autor de El Mar tras lamentar que la “arrogancia” con la que el inglés se ha impuesto como lengua universal haga que los escritores anglosajones acaben “aislados” del resto de literaturas.
Banville ha repasado las claves de su proceso de creación desde el convencimiento de que una obra “nunca está terminada, simplemente se abandona”, y de la frustración que le genera apreciar “solo la fealdad y los errores” de su literatura, ha ironizado.
Así, ha admitido, que, tras concluir Los infinitos, el que considera su mejor libro, se planteó dejar de escribir al creer que no podría hacer “nada mejor”, pero finalmente renunció ante el temor de su mujer a que entonces no tuviera nada que hacer y acabara dedicándose a la política, lo que hubiera sido “destructivo”.
El escritor, al que un ministro de Finanzas irlandés describió como “un turista” en su propio país, ha reconocido sentir el peso sobre su obra de la gran tradición literaria de la isla, con nombres como Beckett, Joyce, Yates o Wilde, aunque también se sienta respaldado por una tradición que le da “apoyo y sustento”.
“Esos autores son una especie de figuras de la Isla de Pascua que proyectan sus sombra sobre mí y que parecen decir: Mira, mi obra, Banville, cómo nos vas a impresionar?”, ha asegurado, a la vez que ha atribuido el éxito de la literatura irlandesa al hecho de escribir en un idioma “distinto” al del resto del mundo anglosajón.
FICCIÓN Y NOVELA NEGRA
En su juventud Banville escribió una serie de biografías y de ciencia ficción, luego incursionó en la novela negra, y el teatro, con mucho ingenio y humor. Su primer libro, Long Lankin, es una recopilación de relatos cortos, apareció en 1970; seguido por Nightspawn (1971) y Birchwood (1973), sus primeras novelas.
Sus posteriores series de libros incursionaron en la vida de eminentes científicos, con Kepler (1981), sobre el astrónomo alemán, obtuvo el The Guardian Fiction Prize; en Mefisto (1986), explora el mundo de los números en una revisión de Dr. Faustus.
Luego le siguieron El intocable (1997), Eclipse (2000), Imposturas (2002), Prague Pictures: Portrait of a City (2003), El mar (2005), Los infinitos (2009) y Antigua luz (2012) sus últimas obras.
OTROS PREMIOS
Con El mar logró su premio más importante del Reino Unido, el Man Booker Prize 2005. También obtuvo otros reconocimientos, el Allied Irish Banks’ Prize (1973), el Arts Council Macaulay Fellowship (Irlanda, 1973) y el Lannan Literary Award (EE. UU., 1997).
John Banville nació en Wexford (Irlanda) en 1945. Llegó a ser subdirector del Irish Times, y editor literario hasta 1999. Desde 1990 colabora en The New York Times, y Review of Books.