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Juan Bosco Cuadra García

El centenario de la muerte del Poeta

Los que nos hemos entregado al mundo de las letras sabemos por experiencia y por vocación, que el saber humano es “vasto” en todo el sentido de la palabra. De ahí surgen las especialidades y las preferencias, ya que es imposible abarcar el mar infinito del saber.

Hace seis meses compré un libro titulado La Vida de Rubén Darío , de Valentino de Pedro, un español de ciudadanía argentina.

Este libro recomendado por el dariano José Jirón me despertó el interés por ahondar más la vida y la obra del Príncipe de las Letras Castellanas.

Desde la perspectiva de la filosofía, la poesía es otra expresión de la verdad en forma de canto y de belleza. De ahí que muchos filósofos y poetas se interesen entre sí por sentirse ciudadanos de una misma república, a saber, la República del Ser.

He estudiado filosofía por más de 35 años y he tenido la dicha de conocer a los más grandes genios del pensamiento de la cultura occidental, desde los antiguos griegos, pasando por los medievales y renacentistas, hasta la modernidad y la contemporaneidad, que abarca el actual siglo XXI. Cuando hago una comparación entre estos grandes genios del pensamiento humano con nuestro poeta, me quedo anonadado y como falto de aire. Esto me hizo exclamar: ¡Qué dicha tener a un paisano entre los más grandes de la humanidad!

La vida de Rubén Darío, a como dice Edelberto Torres, fue “dramática”, digna de ser escrita por muchos seguidores del poeta. Los libros abundan y los especialistas también.

Lo que más me ha impresionado durante estas lecturas, es que nosotros, los nicaragüenses, tenemos la enorme dicha que en nuestra tierra nació un verdadero genio de proyección mundial.

Cuando uno se adentra en la poesía de Rubén, es imposible no quedar cautivado por su fineza y delicadeza estética, como de su canto sonoro de sus poemas. Según Ramón García Sol, Darío escribió 28 mil versos. Sólo el Canto de la Argentina tiene mil (!).

Una capacidad intelectual de este calibre es muy difícil de encontrar en otro poeta hispanoamericano. He leído a poetas españoles y latinoamericanos y no he podido encontrar ese “fuego interno” que siempre acompañó a nuestro gran vate.

Marcelino Menéndez y Pelayo (polígrafo español) llegó a decir en una ocasión, con respecto a La Marcha Triunfal : “…no se ha escrito en lengua castellana, ni en el siglo de oro ni en el pasado ni en el presente, ninguna obra como esa”, “es el mayor esfuerzo hecho por el hombre por reducir la palabra a música”. Y con respecto al poema en hexámetro La Salutación del Optimista , dice: “Es el homenaje más grande que la América joven ha hecho a la España eterna”.

¡Rubén Darío en Chile es considerado chileno, en Argentina, argentino y en España, español!

Y como un homenaje póstumo que quiso hacer a su amada tierra natal, nos dejó sus restos en nuestra querida Catedral de León. Cito textualmente su testamento: “La República Argentina fue una tierra de gloria para mí. Háblase ya de conservar mi cadáver. Lo agradezco. Pero quiero otra cosa: que mis despojos sean para Nicaragua. Ya que mi patria no me guardó vivo, que me conserve muerto”.

En 1892, cuando nuestro poeta pisó tierra española, un gran intelectual, Núñez de Arce, les recomendó a sus paisanos: “Nacionalicémoslo”. El 6 de febrero de 2016 cumplirá Rubén Darío cien años de muerto. Ojalá que todos los nicaragüenses nos interesemos más por nuestro poeta y su obra y le digamos a Núñez Arce: ¡No gracias, Rubén Darío es nicaragüense!

El autor es filósofo y catedrático universitario

Opinión centenario muerte Poeta Rubén Darío archivo
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