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Agentes del desorden

La premisa de esta comedia de descuento es inocua: dos amigos en diferentes estados de estancamiento profesional y emocional encuentran realización personal al simular que son policías. Quiso la mala suerte que al estrenarse en los EE. UU., la opinión pública estuviera conmocionada por la muerte del joven negro Michael Brown, baleado durante un altercado con un oficial de policía. Su pueblo, Ferguson, en Missouri, se convirtió en escenario de batallas campales entre civiles descontentos y agentes del orden apertrechados como militares. La película se estrena en Nicaragua, donde la semana pasada un adolescente murió en Totogalpa, víctima de un antimotín que “controlaba” una protesta. En Managua, la escolta de la primera comisionada de Policía lanzó una ráfaga contre gente que esperaba un autobús. Con estas noticias frescas tendrá que hacer un esfuerzo extra para aceptar la pretendida hilaridad de

La premisa de esta comedia de descuento es inocua: dos amigos en diferentes estados de estancamiento profesional y emocional encuentran realización personal al simular que son policías. Quiso la mala suerte que al estrenarse en los EE. UU., la opinión pública estuviera conmocionada por la muerte del joven negro Michael Brown, baleado durante un altercado con un oficial de policía. Su pueblo, Ferguson, en Missouri, se convirtió en escenario de batallas campales entre civiles descontentos y agentes del orden apertrechados como militares. La película se estrena en Nicaragua, donde la semana pasada un adolescente murió en Totogalpa, víctima de un antimotín que “controlaba” una protesta. En Managua, la escolta de la primera comisionada de Policía lanzó una ráfaga contre gente que esperaba un autobús. Con estas noticias frescas tendrá que hacer un esfuerzo extra para aceptar la pretendida hilaridad de Agentes del desorden .

Ryan (Jake Johnson) es un jugador de football americano fracasado, con una accidental carrera de actor de comerciales. Su compañero de apartamento y mejor amigo en la universidad, Justin (Damon Wayans, Jr.) es un diseñador de videojuegos incapaz de hacer que sus ideas sean escuchadas. Conmovidos por su fracaso, contemplan la posibilidad de abandonar Los Ángeles y volver derrotados a su pueblo natal. Todo cambia cuando una noche, disfrazados de policías, son confundidos por genuinos policías. Las mujeres los desean, los hombres los respetan. Todo marcha bien hasta que se meten con el capítulo local de la mafia rusa.

La película de Luke Greenflied es el tipo de comedia que ostenta el descuido como una medalla de honor. Cada decisión creativa despide el aroma de la improvisación en su variante menos inspiradora. El talento en cámara tiene la camaradería fácil de los viejos amigos. Quizás porque lo son. Johnson y Wayans Jr. son compañeros de reparto en la serie de TV New Girl . Aquí, parecen energizados por la posibilidad de liberarse de los límites de la televisión abierta norteamericana.

Sin embargo, ese afán solo funciona cuando se trata de banalizar la violencia. Tome nota de una secuencia en la cual los héroes tratan de extraer información de un chofer de la mafia, torturándolo al estilo “submarino”. Esta es una apropiación oportunista de un problema real. Las críticas a EE. UU. por uso de tortura en su guerra con el terrorismo son harta conocidas. Los realizadores asumen que la ineptitud de los falsos policías suaviza el golpe. Además, el torturado es una genuina caricatura étnica, encarnada por el genial comediante Keegan-Michael Key. “Pupa” es un pandillero latino con rizos de rasta y la cara tatuada. Envuelto de pies y manos en plástico parece, en efecto, una oruga en estado de pupa. Pero el chiste de surrealismo accidental se arruina por la violencia implícita en el contexto. Las mujeres también reciben lo suyo. Se dividen claramente entre santas o zorras.

La caricaturas extremas pueden arrancar una risa huérfana. Ojalá la película dirigiera su atrevimiento a su audiencia meta —los hombres jóvenes— en lugar de lisonjearlos con el arco narrativo de sus protagonistas. La mezcla de prejuicios que define este estilo de masculinidad está lista para ser satirizada, pero Agentes del desorden es un masaje al ego del macho frustrado. Es el equivalente masculino de las comedias románticas de Jennifer López y Katherine Heigl. Son tan complacientes consigo mismas que resultan ofensivas por su conformismo. Johnson podría interpretar al hermano fracasado de Oscar Isaac, y Wayand Jr. es digno heredero de su padre; pero aquí, ambos comediantes desperdician su talento y nuestro tiempo.

La Prensa Domingo agentes Desorden archivo

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