Los cantos religiosos en honor a la Inmaculada Concepción de María volvieron a resonar en Costa Rica, acompañando el peregrinaje de cientos de familias de nicaragüenses que una vez más salieron a celebrar La Gritería.
Esta celebración católica que se arraigó en algunas partes de este país debido a la inmigración nicaragüense, sobre todo en San José, la capital; se realizó con novena incluida en La Carpio; el asentamiento humano ubicado en la capital con más habitantes nicaragüenses en sus entrañas.
La veneración a María se inició desde el 6 de diciembre en el negocio de verduras de Guadalupe Altamirano (Doña Lupe), quien este año llegó a 20 años de hacer el festejo en el mismo lugar, en el mercado Central de San José.
Su Purísima es una de las de mayor tradición en San José, donde desfilan sus clientes a rezarla a la Virgen a cambio de la tradicional Gorra con productos traídas desde Nicaragua como penachos de indios, matracas, chischiles, pitos y cajetas.
En La Iglesia La Merced, la comunidad nicaragüense junto con el párroco festejaron un año más en familia. Aquí la particularidad es que sacaron la tarde del 7 a la imagen en procesión en los alrededores de la Iglesia, recorrido que no se hacía en años anteriores.
“Recogimos brindis para dos mil personas, entre ayuda de empresarios, la embajada de Nicaragua y apoyo de ciudadanos de nuestra comunidad”, dijo Isaac Ruiz, miembro del grupo organizador de La Gritería en La Merced.
“Es una celebración que hacemos por nuestro amor a nuestra Madre Santísima, mantener viva la tradición arraigada en nuestro pueblo y como nicaragüense que somos tenemos el deber de preservar y divulgar la cultura nuestra en Costa Rica”, añadió.
Actividades similares se realizaron en negocios dirigidos a los nicaragüenses como remesas, pero sin duda la más popular y concurrida es la que anualmente festeja la Embajada de Nicaragua.
Este año acudieron unos 4 mil feligreses, el promedio anual que acude a cantarle a la Virgen María, a cambio siempre de regalos traídos desde Nicaragua. Aquí llegaron familias enteras, incluido niños, hicieron largas filas desde la mañana del domingo.
La actividad en la sede diplomática se volvió más ordenada, con mayor resguardo policial y vallas metálicas para organizar las filas.