Los rostros de cada gigantona que recorre los barrios, repartos y avenidas de la ciudad de León, forman parte de la obra e inspiración del carpintero y artesano José Francisco Pérez López, de 67 años.
El humilde taller está ubicado del parque El Indio media cuadra abajo, en el barrio Sutiaba y aunque las herramientas que utiliza para darle un nuevo rostro a cada gigantona no son las adecuadas, su trabajo es impecable.
Un formón, serrucho, machete y martillo, son las únicas herramientas que utiliza para elaborar las cabezas de madera de estas enormes y coquetas mujeres y aunque don José dice no ser escultor, cada creación tiene un rostro diferente.
Asegura que la mayoría de las cabezas de gigantonas que hay en León él las ha elaborado y trabaja desde hace más de 30 años.
[doap_box title=”Dan vida a la mujer” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
El profesor Wilfredo Pérez Arosteguí, miembro de la Asociación Folclórica de Gigantonas Viva León Jodido y Enrique Gutiérrez Pérez, presidente de la Asociación, son los que se encargan de armar la gigantona.
En la casa de la gigantona hay 14 que son alquiladas a 100 córdobas todos los días a grupos de cinco personas, entre ellos niños, adolescentes y adultos.
Cada bailada tiene un costo de 10 y 15 y 20 córdobas.
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Dice que ha vendido cabezas de gigantonas a extranjeros de Inglaterra, Estados Unidos, Costa Rica y otros países, además de elaborar las cabezas y pintarle el rostro a la gigantona también hace el cabello y sombreros de las mujeronas.
Para elaborar una gigantona primero se hace la cabeza. La elaboración de cada cabeza puede durar día y medio, empezamos con un taco de madera cuadrado y se le da forma de rostro, dijo Pérez.
Hay cabezas que tienen un costo de 1,200 córdobas, incluyendo el sombrero hecho de cartón o bejuco y el cabello hecho de cabuya. Hay cabezas medianas que tienen un costo entre 400 y 600 córdobas.
Luego el cuerpo se hace de una y media por una pulgada de regla, se ocupan ocho reglas y tablas de distintas medidas para que agarre forma de mujer, después se toma la medida del vestido y se hace, luego se crea el sombrero hecho de cartón de bejuco, dijo Pérez.
Los vestidos son elaborados por otros artesanos, entre estos doña Yolanda Arosteguí, de 64 años, que tiene más de 20 años en el negocio.
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