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Fernando Bárcenas

La gran marcha contra el Canal

El 10 de diciembre cinco mil personas marchamos contra el Canal que amenaza el futuro de la nación. Por algunas horas, el trayecto de esta marcha, entre el semáforo del barrio Jonathan y la sede de las Naciones Unidas, se convirtió en territorio libre de corrupción. Las consignas más ásperas apuntaban contra la traición a la Patria. Aún no miran a la toma del poder político.

Algunos respirábamos, nuevamente, aquel espíritu de triunfo histórico que se percibía en las movilizaciones de nuestra juventud, cuando la ciudadanía arrebataba espacios a la dictadura somocista, y en la calle se prefiguraba un país libre de la opresión política de la dinastía somocista.

Durante esta marcha, por instantes, nos embargaba la sensación de haber rejuvenecido, llenos de la misma ilusión con que nuestra generación intuía, en los años setenta, que llegaba el fin de la dictadura.

A las 8:00 de la mañana había en el punto de partida veintidós personas, conmigo veintitrés. A las 9:00 nos habíamos congregado 600 personas. Entre nueve y diez, los marchistas llegamos a dos mil. De pronto, un gradiente geográfico, con la llegada de campesinos del Centro y del Oriente del país, producía un lleno exponencial, y la manifestación, a ojos vista, alcanzó cinco mil marchistas, extendidos en más de siete cuadras. En muchos tramos la protesta se ensanchaba, y la muchedumbre cubría en ambos sentidos los tres carriles de cada calzada.

Los campesinos, con botas de hule, habían derrotado los tranques, las amenazas de la Policía de suspender los permisos de circulación de los buses, la represión en los departamentos a fin de hacer fracasar la marcha. Al inicio, parecía que la Policía lo había logrado. Pero, los campesinos, hacinados en camiones desde lugares tan lejos como Punta Gorda, estuvieron durante doce horas estrujados como sardinas, de pie, con sumo coraje, bajo carpas que los abrigaban del sol.

Estoicamente se empeñaron en abrirse paso hasta la capital. Cuando llegaron, después de las 10:00 de la mañana, cundió entre quienes aguardábamos su arribo un sentimiento de respeto por la fuerza de voluntad, por la abnegación de acudir a la cita con la patria a cualquier costo.

Al saltar de los camiones, comentaban los campesinos: “Le hicimos ánimo para pasar a la fuerza”.

Por los parlantes, fueron invitados al honor de encabezar la marcha. Sabíamos que por cada marchista diez ciudadanos quedaron en las vías de los distintos departamentos forcejeando contra la Policía. Al menos cincuenta mil personas se empeñaron, de una u otra forma, para que la marcha en Managua concentrara, por lo menos, cinco mil personas. Fue una manifestación de luchadores. Ortega, en cambio, pone cien mil empleados públicos avergonzados.

Un campesino, a nombre del resto, expresó:

“Nuestras tierras no las quieren para el Canal, sino, para otros negocios, como luego se verá”.

El pretexto del Canal no engaña a nadie, pese a la abundante propaganda orteguista. Las carencias elementales en la formulación y desarrollo del proyecto, es decir, la falta de estudios serios de factibilidad técnica (bajo restricciones de carácter económico y ambientales), deja testimonio irrebatible que hay gato encerrado. Alguien puede decir una mentira y, engañándose a sí mismo, vivir tranquilamente. Pero, no así, si se empeña en resultar creíble. La demagogia, entonces, hace que la ineficiencia (que resulta de la corrupción, a la vez, que la promueve) resulta evidente Telémaco Talavera, con profesiones de fe, como vocero de la patraña del Canal, hace un papel ridículo.

Decía Mark Twain: “Fe es creer en lo que sabes que no es verdad”.

Políticamente, las marchas deben tener como objetivo cambiar la correlación de fuerzas con Ortega. Si no conducen a elevar el nivel de conciencia política de los ciudadanos, si no se encaminan a la competencia de fuerza con el orteguismo, para ampliar la conquista de derechos que, a su vez, deben ser usados para encausar políticamente los problemas más sentidos de las masas, entonces, la lucha degenera en aspavientos inútiles e, inexorablemente, se apaga. Cada marcha debe ser una denuncia política, no una conmemoración. Ortega apunta a las debilidades políticas de la dirección del movimiento. He allí, por ahora, el talón de Aquiles de la nación.

El autor es ingeniero eléctrico

Opinión #CanalNi Marcha contra el canal archivo

COMENTARIOS

  1. Alvaro salinas
    Hace 9 años

    La fuerza hace la unión, el pueblo esta cansado de todas las patrañas y engaños del gobierno orteguista, somos el país mas corrupto de Centroamérica y porque será?? es irónico que este gobierno hable de democracia y unidad, cuando no existe nada de eso. ellos se enriquecen a costa todos nosotros y se hacen de la vista gorda, total deben de pensar: “a quien le importa” “quien podrá defenderlos??”

  2. Luis Rodriguez
    Hace 9 años

    De pronto, un gradiente geográfico, con la llegada de campesinos del Centro y del Oriente del país, producía un lleno exponencial….

  3. Hace 9 años

    Hay que prepararse para la represión que viene. Probablemente vaya a ver otra masacre y van a meter preso a todo aquel que proteste contra el canal!

    1. LUIS FERNANDO
      Hace 9 años

      Cuando el dictador ortega le dispare al pueblo, como lo hizo somoza, a mí..no me queda la menor duda que ese dia sera la ultima palada de tierra en la tumba del danielismo.. !PÓNGALE SELLO!

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