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Orlando J. Icaza Gallard

Lujuria, potencia e impotencia

Se estima que más del 52 por ciento de los hombres entre los 40 y 70 años son en un grado u otro impotentes. Es decir no pueden comenzar o mantener una erección efectiva para satisfacer sexualmente a su pareja.

En la cultura humana ser potente ha sido algo muy especial. Tan especial que aun las leyes eclesiásticas y sociales les dan una importancia extrema al menos en nuestro mundo occidental.

El matrimonio religioso en muchas de sus denominaciones, requiere que este sea consumado y en caso que no lo sea, da puertas abiertas a su anulación. Es indudable pues que para que este se consuma, el varón tiene que tener suficiente potencia sexual para realizar el acto de manera completa y yo agregaría satisfactoria para la pareja. Esto último, paradójicamente condenable desde el punto de vista social. Pues satisfacción sexual equivocadamente es para muchos equivalente a lujuria y erróneamente negado a las mujeres.

Los mecanismos fisiológicos sexuales para poder lograr una erección adecuada que cumpla con las reglas naturales son complejos e involucran no solo a los órganos sexuales, sino a muchas otras partes del cuerpo humano que incluyen, la piel, los ojos, los oídos y por sobre estos el cerebro en una infinidad donde hasta las texturas, colores y formas del cabello, manos, tonos de voces y olores juegan un andamio que coordina sabiamente toda nuestra sexualidad.

Así podemos reproducirnos naturalmente y mantener un equilibrio somático y mental ya que una buena función sexual reduce cantidad de enfermedades que van desde la depresión hasta las migrañas y el cáncer.

Por todo esto, la impotencia sexual tiene consecuencias graves. Genera estigmatización social creando ramificaciones legales serias como la legitimidad de los descendientes que afectan la imagen personal y la de la pareja.

Cuando el varón es impotente puede despertar contra su mujer celos mal infundados y/o facilitarle su infidelidad, acto condenable por la sociedad que abre las puertas al abuso y los femicidios que apestan en nuestra sociedad.

La medicina actual empieza a considerar importante todos estos aspectos. Y cautelosamente, más con cierto resquemor debido a la presión paradójica religiosa, ve necesario abordar los problemas sexuales del paciente como un factor esencial en su salud tanto física como mental y social.

Antes de 1960 la terapia para los problemas eréctiles era muy rara y considerada un desorden psiquiátrico con escaso rol quirúrgico.

Actualmente la patofisiología de la disfunción sexual en el varón ha sido dilucidada y tanto tratamientos médicos como quirúrgicos son comunes.

Scott y Bradley comenzaron a desarrollar próstesis peniles inflables en 1970 que han mejorado enormemente en la actualidad permitiendo a jóvenes y viejos con traumas neurológicos y de otras índoles, antes totalmente impotentes, tener una calidad de vida mejor. Hoy de 20 a 30 mil próstesis peniles se implantan anualmente en el mundo.

El descubrimiento de los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5, algunos con una rápida y temprana acción (menos de 15 minutos) han mejorado no solo la potencia sexual y el control de la eyaculación temprana esenciales para una relación sexual efectiva, sino también la depresión mental, la inflamación prostática, los derrames cerebrales, la hipertensión pulmonar y la capacidad mental cognitiva. Son también una alternativa para el abuso de hormonas androgénicas que son inefectivas, peligrosas y que se han generalizado en el occidente. Han rejuvenecido a los viejos de mente y a los viejos de cuerpo y no tengo dudas que han solidificado hogares y aunque no son la fórmula para la eterna juventud y tienen ciertas limitaciones, crean una ilusión y dan fuerzas para vivir mejor.

La sexualidad es recíproca y afecta o beneficia a ambos géneros. No hay que ignorar pues el factor femenino que es tan importante como el masculino en la dualidad maravillosa del sexo.

Una relación sexual estable y satisfactoria, no solo para reproducirse, mantiene a la pareja unida y por ende a una familia estable. Evita los celos, la infidelidad, las enfermedades mentales, da alegría y ganas de vivir alejando los complejos y vigoriza nuestro sistema inmunológico.

Encontrar un equilibrio sin traspasar los límites del abuso o la negligencia sexual son la llave para poder apreciar mejor este regalo de Dios.

El autor es médico y cirujano.

Boletin Opinión impotencia Lujuria Potencia archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    Que bueno que existen este tipo de espacios para informar sobre un problema que aunque no se menciona con datos específicos actualmente es un problema muy común entre los hombres jovenes; incluso menores de 30 años.

    Ojalá más adelante pudieran hablar de las alternativas naturales que actualmnente existen para acabar con un problema que, cuando no se trata puede acabar con la vida entera, emocional y física del paciente…

  2. gigolo
    Hace 9 años

    En cada esquina hay un ayudante.

  3. fernando
    Hace 9 años

    La impotencia es un síntoma de que algo anda mal en el cuerpo del hombre. Es cierto que hay múltiples factores que intervienen al momento del acto sexual, pero hay algo que el autor no menciona:que el acto sexual implica un derroche de nutrientes que son vitales para la persona, y que a la larga causa muchos problemas erróneamente asociados a la edad, como son la debilidad, osteoporosis, depresión etc.A los adictos al sexo hay que decirles: ¡Cómprense un televisor a colores!

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