Beijing ha decidido incrementar las inversiones en el extranjero de su enorme exceso de ahorro, impulsando inversiones que apoyen sus propios intereses económicos y al mismo tiempo sirvan a sus intereses geopolíticos.
El primer ministro Li Keqiang ha dado a conocer un plan que entre otras cosas establece la necesidad de “dar mejor uso a las reservas de moneda extranjera de China para apoyar la economía doméstica y el desarrollo de un mercado global para los bienes y equipos chinos de alto nivel”. La construcción de grandes obras de infraestructura en el exterior beneficiaría directamente a las gigantescas empresas chinas de construcción y productoras de equipos en el sector de infraestructura, que actualmente padecen de una enorme capacidad ociosa, en la medida en que se les adjudiquen contratos financiados por los grandes bancos chinos, y les posibilitará nuevos campos globales de acción.
Las empresas chinas de construcción y fabricantes de equipos se cuentan entre las más grandes del mundo, pero su marco de acción está en gran parte restringido a China y algunos pocos otros países, y su enorme capacidad ociosa se ha tornado en un pesado lastre. Para devenir “campeones globales”, deben “salir fuera” y expandirse por el planeta, creando marcas y estándares de reconocimiento global, lo cual les permitiría, además, solventar sus acuciantes problemas de sobre-capacidad.
Como lo ha hecho ver Michel Aglietta, China quiere establecer una nueva fase de internacionalización donde sus grandes empresas se globalizan y son capaces de establecer marcas y estándares mundiales. Por ello promueve obras de infraestructura diseñadas por las grandes empresas chinas, con tecnología china, construidas por empresas chinas. Para ello, el apoyo y el subsidio de la enorme munición financiera china resulta invaluable. El Banco de Desarrollo (BDC) y el Eximbank chinos normalmente constituyen el ¨poder de fuego¨ financiero detrás de la construcción de grandes obras de infraestructura —con diseño, ingeniería y tecnología chinas— en diversas regiones del mundo.
La construcción de un canal interoceánico por Nicaragua con toda probabilidad no sería “económicamente viable” desde el punto de vista de la estricta rentabilidad privada —aunque debería contarse en el análisis de factibilidad el grado de subsidio financiero implícito en los prestamos de los mega-bancos chinos y la valorización de las tierras expropiadas que alcanzarían un precio muy por encima del monto indemnizado—, pero contribuiría al fortalecimiento de la economía china en varios sentidos. Contribuiría a morigerar la sobrecapacidad en el sector de infraestructura y a apoyar durante varios años la consolidación y expansión internacional de las grandes empresas chinas de construcción y equipos incluyendo la industria china de construcción de buques que domina el 43 por ciento del mercado mundial en caso de que este país decida concentrar su comercio marítimo utilizando el canal y si parte de la flota actual es reemplazada por buques de gran calado que crearían grandes economías de escala en el transporte marítimo. Sobre todo, abriría un nuevo espacio para que las empresas y equipos chinos devengan marcas de peso en el mercado global.
También permitiría establecer una poderosa “cabeza de playa” comercial, de transporte aéreo y marítimo, y una plataforma financiera de China en el corazón de nuestro continente, que operaría hacia el norte y hacia el sur del mismo. Pero incluso, se crearía un espacio para que parte de los millones de turistas chinos que viajan al exterior tengan a su disposición grandes complejos turísticos en un enclave chino.
La creación de un enclave que funcione como una cabeza de playa comercial y financiera y de negocios china en este espacio, a su vez, contribuiría a otro objetivo estratégico de los gobernantes chinos: fomentar el creciente uso del yuan como medio de financiamiento, de pago y de reserva internacional.
(*)Economista
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