Viste enagua ceñida a su menuda figura y una blusa rosada chicha. Su color de piel achocolatado es una muestra de las tantas faenas vividas bajo el inclemente sol. Ella es Francisca Ramírez Tórrez, nacida en Nueva Guinea. En esa tierra de agricultores y ganaderos, donde predomina el machismo, ha surgido esta líder nata que creció entre el berrear del ganado, ordeñando, tapiscando y comercializando la producción que le da la parcela heredada por su madre.
[doap_box title=”Mediadora de paz” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]Francisca Ramírez dice que los campesinos se han organizado no para crear violencia, sino para actuar como mediadores de paz.
“Para ver si el gobierno nos escucha. Pero los campesinos ven que el gobierno no es de diálogo”, indica Ramírez y agrega que el proyecto del Canal perjudicará a muchos campesinos y por eso se oponen a él. “Son innumerables los afectados en las convocatorias que hacemos, cada día más se suman miles y miles de campesinos. Solo en La Fonseca tenemos cincuenta comités de lucha, cada directiva tiene siete líderes”.
Ramírez vive en La Fonseca, Nueva Guinea. Allí tiene una finca que heredó de su mama. A lo largo de varios años de trabajo dice que ha logrado tener fincas en la Angustura y San Francisco, que se dedica al cultivo de frijoles, maíz y perecederos. También trabaja en la ganadería con un grupo de productores.
Ramírez dice que en esta lucha cuenta con el apoyo moral de su esposo, Migdonio López, y de sus cuatro hijos.[/doap_box]
A sus 39 años apenas sabe leer y escribir, pues no fue a la escuela, pero destaca su fluidez al hablar. Es enérgica. Según ella, apenas se dio cuenta de que la Ley del Gran Canal es la mayor injusticia contra los campesinos decidió emprender la lucha en defensa de la tierra, que lleva ya tres meses. Su firmeza, respeto, dedicación e iniciativa organizativa la ubican ahora como la vicecoordinadora nacional del Consejo en Defensa de la Tierra, el Agua y la Soberanía.
Después de las protestas, a través de plantones y marchas locales y nacionales, Francisca trascendió al resto del país cuando su vivienda fue allanada por la Policía en busca de armas. Sobre esos sinsabores de la lucha nadie me va a callar, pregonando el diálogo y declarándose una mujer que lucha por la democracia y que rechaza la violencia.
¿Cómo se integra a esta lucha?
Lo preocupante para nosotros los campesinos fue cuando descubrimos la Ley
840 (ley especial para el desarrollo de infraestructura y transporte nicaragüense atingente al Canal, zonas de libre comercio e infraestructuras asociadas), que es la mayor injusticia contra los campesinos. Es una ley a través de la cual Daniel Ortega nos despoja de lo nuestro para entregárselo a un extranjero, está violentando nuestros derechos. Los dueños de Nicaragua somos los nicaragüenses.
¿Qué efecto tendría el Canal en esta zona?
Sería la muerte de los campesinos. Si el Gobierno no escucha nuestras peticiones, que haga cuenta y caso que ya nos está matando en vida porque los campesinos somos de palabra. Lo decimos todos a una voz: primero muertos, pero no entregar nuestras propiedades, todo lo que tenemos nos cuesta sudor, sacrificio, lo hemos adquirido por herencia y trabajando.
¿Cómo la tratan, sorprende en esta sociedad una líder?
Bien dice el dicho, como lo ven lo tratan a uno. Yo me he esforzado por el amor y el futuro de mis hijos. He trabajado tantos años no para que lo mío sea de los chinos. Sé todo lo que puede hacer una mujer campesina, he trabajado en el comercio para salir de la pobreza, estoy comprometida a seguir luchando, así se gana el respeto una de los hombres.
¿Ha sentido temor?
No he sentido temor porque cuando he visto este atropello me decidí a luchar por la democracia, por que seamos liberados muchos campesinos que en estos momentos somos perseguidos, reprimidos por la Policía, que ya no nos ve como nicaragüenses, sino como delincuentes. Llevamos tres meses de lucha, una lucha dura, tratando de demostrar a Daniel Ortega las graves consecuencias del Canal para las familias campesinas. Han usado los medios de comunicación de ellos para calificarnos como delincuentes, como que anduviéramos peleando algo ajeno, peleamos lo que nos cuesta, lo que es de nosotros.
¿Cómo califica los hechos de El Tule?
Algo decepcionante. Hasta el 24 de diciembre creímos que era un gobierno de paz, un gobierno de diálogo; en vez de mandar a una comisión para dialogar, nos mandó a una Policía y un Ejército para que nos masacraran. Todavía hay gente perseguida, a algunos productores les tienen sus casas rodeadas. Le pedimos que si todavía tiene un poquito de amor por los nicaragüenses, si es humano, que levante a ese Ejército y Policía que tiene en zozobra a Nicaragua.
La esperanza es que el Gobierno nos escuche, que derogue la Ley contra el Canal, que con esa ley está sacrificando a Nicaragua, que nos está matando a los campesinos, que nos tiene en una vida de zozobra. Nicaragua es de los nicaragüenses, él dice que el pueblo es presidente, pues aquí está el pueblo presidente”. Francisca Ramírez, vicecoordinadora nacional del Consejo en Defensa de la Tierra, el Agua y la Soberanía.
¿Qué piensa sobre el allanamiento a su vivienda?
Ya lo esperaba por los rumores. A mí nadie me va a callar la boca, el miedo ya lo perdimos, la posición de este gobierno contra nosotros nos ha dado más coraje, no es un gobierno que quiere diálogo, ni paz, sino que quiere hacer su negocio, viendo el bienestar de unos poquitos y desbaratando a muchos. Ellos pensaron que me callarían, pero eso me ha dado más fuerza para seguir adelante.
Ver en la versión impresa las páginas: 9 A