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Imagen tomada de un video donde se muestra Amedy Coulibaly. EFE/EPA/HO

Coulibaly definía la prisión como la “mejor escuela de criminalidad”

Amedy Coulibaly, el terrorista que la semana pasada asesinó a una agente municipal y a cuatro rehenes antes de ser abatido por las fuerzas del orden francesas, consideraba que la prisión era "la mejor escuela de criminalidad".

Amedy Coulibaly, el terrorista que la semana pasada asesinó a una agente municipal y a cuatro rehenes antes de ser abatido por las fuerzas del orden francesas, consideraba que la prisión era “la mejor escuela de criminalidad”.

“En un mismo paseo, te puedes cruzar con corsos, vascos, musulmanes, atracadores, pequeños vendedores de estupefacientes, grandes traficantes, asesinos”, dijo al diario “Le Monde” en 2008 bajo condición de anonimato.

En esa fecha, junto con otros cuatro detenidos, consiguió introducir una cámara de vídeo de forma clandestina en la prisión de Fleury-Mérogis, al sur de París, para denunciar las condiciones de detención.

El vídeo, filmado durante varios meses y difundido por el vespertino, provocó el debate en Francia sobre la higiene, la seguridad o el exceso de reclusos en las cárceles con sus imágenes de peleas o del mal estado de las celdas, baños y duchas.

Los habituales reportajes que solían difundir las televisiones, según confesaba a “Le Monde”, no mostraban “nunca lo que pasa de verdad” porque, en su opinión, “la administración organiza las visitas” y solo enseña lo que está en buenas condiciones.

“Muchos piensan que no pasa nada por ir a la cárcel y que saldrán de ella más fuertes. Nosotros les queremos mostrar que verdaderamente es una mierda y que te vuelves loco”, afirmaba entonces otro de los detenidos sobre el porqué de ese vídeo.

El portavoz del Ministerio de Justicia, Pierre Rancé, destacó ayer que el joven respetaba el reglamento, participaba en actividades deportivas y culturales, se benefició de cursos de formación y era un preso “particularmente motivado”, que solo tuvo un pequeño incidente disciplinario al ser sorprendido con un teléfono móvil.

La grabación de ese vídeo no disimulaba su voluntad de sacar un beneficio económico de las imágenes: “No soy un héroe. Tomamos muchos riesgos, hace falta que nos guardemos las espaldas, al menos para pagar a nuestros abogados”, decía Coulibaly.

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