El Estadio Nacional de beisbol fue un imponente sitio de belleza y destrucción de optimismo, esplendor para los Indios y tristeza para los Tigres. No se empata una serie por casualidad, ahí donde muerden los cocodrilos con el madero, Rodney Rodríguez se convirtió en el protagonista del espectáculo, Juan Carlos Torres la rima con factor cabal y Raúl Reyes, el hombre del condimento oportuno en el momento preciso.
“Antes del juego Javier Colina me dijo que iba a lanzar y dije que sí, todavía me siento bien, puedo seguir pichando. Aunque con poco descanso el equipo lo ameritaba. Esta fue mi noche, Dios guio mis lanzamientos. Siempre en una semifinal uno tiene que bregar con las situaciones. Ya estaba preparado y los últimos episodios fueron más suaves”, indicó Rodríguez, haciendo gala de ser el mejor lanzador de la Liga de Beisbol Profesional Nacional.
El Bóer después del cuarto partido salió bastante mejorado en lo que respecta a su diseño, contorno y pliegues tanto ofensivos, defensivos y confianza total del equipo.
“Ahora estamos bien, la cara cambió completamente. Me siento realizado porque cuando me ponché con las bases llenas me sentí muy mal, pero dije que dejaría a un lado las ansias y logré chocar la pelota de una forma que barre bases. Colina sabe de mi poder con el bate y por eso me mantiene en esa parte de la alineación”, relató Torres, cácher del Bóer e importante refuerzo.
Por su parte, Raúl Reyes con su bate golpea en cada oportunidad las malas decisiones de la directiva del Bóer, la cual el curso de los hechos demostró la contundencia del convertido en fiera y regresado al redil en forma de figura.
“Siempre hay presión pero aprieto. Estamos ejecutando y bateamos como se tiene que batear. Mañana vamos a todo por el todo. Yo trato de dar lo mejor, que me botaron eso pasó, aquí muestro mi calidad. Gracias a Dios mañana con Wilton ganaremos”, auguró Reyes en medio de la euforia del triunfo.