“Las emociones positivas, descritas por la psicóloga estadounidense Bárbara Frederickson, aparecen como resultado de eventos que estimulan nuestro cerebro haciéndonos experimentar sensaciones agradables, placenteras y motivadoras”, explica Óscar Asorey.
Según este especialista, este tipo de emociones se pueden potenciar mediante acciones que nos resulten beneficiosas, como compartir una conversación agradable con alguien importante en nuestra vida y también generando pensamientos positivos, por ejemplo, enfocados en nuestras capacidades y potenciales para poder hacer frente a aquello que encontramos día a día.
A PONERLOS EN PRÁCTICA
La especialista recomienda que siga algunos consejos prácticos para potenciar en nuestra vida cotidiana cada una de las principales emociones positivas:
Alegría: Procure mantenerse en contacto con personas que son importantes y con las que realice actividades que le permitan sentirse seguro, tranquilo y feliz.
Interés: Acérquese al día a día buscando la oportunidad de poner en marcha sus potenciales y habilidades y así disponer de nuevos retos para disfrutar de esos pequeños o grandes logros que le motivan a aprender y a buscar nuevas experiencias.
Amor: Es la emoción que tiene su esencia en las relaciones personales en las que procuramos un contacto más directo, más íntimo, en las que nos descubrimos experimentando sensaciones gracias a la presencia de la otra persona junto a nosotros.
Serenidad: Es la experiencia que se obtiene si uno es consciente de la acción que está realizando en ese preciso momento (una buena comida, un paseo) y se le alcanza cuando se vive el presente, acompañado de bienestar, de placer.
Inspiración: Está muy asociada a la creatividad y se potencia animando a la mente a que se ponga en contacto con nuevas personas, lugares y experiencias, poniendo a trabajar la imaginación y el ingenio.
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