La finca San Pablo está a treinta kilómetros de Jinotega. En ella el productor Pablo Úbeda Zeledón, de 69 años, cultiva treinta manzanas de terreno de las cuales veinte están destinadas al cultivo del grano de oro. Él es uno de los pequeños productores de café que se vio fuertemente afectado por la roya y el cambio climático.
Pequeños y grandes productores de café jinotegano se han enfrentado a los cambios de clima y la roya, una de las enfermedades del café causada por un hongo que se propaga con facilidad. La finca San Pablo puede producir trescientos quintales de café, sin embargo este año con costo llegará a 150, porque tuvieron que eliminar plantas infectadas por el hongo, para evitar que se propagara.
“Es una enfermedad que no tiene fin porque los mismos cortadores, o la gente que pasa entre cafetales lleva la espora en la ropa y la riega por donde pasa, si mi vecino no fumigó, de nada serviría porque me infectaría los árboles que son más propensos”.
La finca San Pablo es una de las pocas que a pesar de no tener un financiamiento grande ha conseguido ahora estar libre un noventa por ciento de contaminación, el ingenio de Úbeda lo llevó a construir un beneficio de despulpado en donde las aguas dulces no contaminan el río, mientras que la pulpa del café la reutiliza como abono para sus plantaciones.
NUEVAS VARIEDADES
Visualizando un futuro desastroso para los caficultores, Úbeda sembró variedades de café para poder dar una buena taza y cosecha.
Entre las variedades resistentes a las enfermedades está la marsellesa y sobre todo la caturra reina. El caficultor opina que están rindiendo mejores resultados para estas épocas difíciles.
“Hay varios árboles de caturra reina que están debajo de los afectados y sus hojas siguen resistentes y verdes, espero que dentro de poco puedan dar café óptimo y una cosecha mejor a la de este año”, expresó Úbeda.
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