Luis Eduardo Aute no fue al convento San Francisco de Granada a rezar sus letanías, sino a leer sus poemas de AnimaLhada, un libro de que reúne varios de sus poemarios. Él lo llamaría: “animaLuno, animaLdos y animaL3D”. Un libro-objeto de textos breves, juegos de palabras que Aute llama “poemigas”.
Los fans de Aute llegaron puntual entre los pasillos de las estatuarías de la Isla de Ometepe donde aprovecharon para tomarse fotografías, llevar sus CD y pedirles más de un autógrafo, “una firma que estará no solo en nuestra vida, en nuestra casa sino en el corazón, de su puño y letra”, dijo Alejandra Pérez, admiradora del trovador.
Durante una hora, y en la compañía de Luis Enrique Mejía Godoy, el poeta leyó breves textos que aluden a los políticos, la religión, la familia, el estado, y el dinero en tono sarcástico, entre las risas complacidas de un publico atento.