Se entiende por bien común el beneficio colectivo en todas las áreas de la vida, que fomente las estructuras necesarias para que las personas se desarrollen hacia sus metas de manera digna, debe considerarse como un valor de servicio y organización social que solo se puede ejercer a través de medios moralmente lícitos.
El bien común no es monopolio del Estado, y el bien estatal tampoco equivale al bien común social, que en su concepto nos ubica como seres materiales y espirituales, además de sociales, culturales y solidarios, por eso el bien común debe subordinarse al bien individual, grupal o gremial. Debe sustituir el sistema económico individualista cuyo centro es el lucro personal, por otro cuya meta sea el beneficio de todos.
La persona se alinea al bien común, porque la sociedad, a su vez, está ordenada al progreso personal, estando ambas subordinadas al bien supremo, que es “Dios”. Es uno de los principios fundamentales del pensamiento socialcristiano, aunque algunas ideologías opuestas han intentado apropiárselo.
La existencia y autoridad del Estado se justifica en su función reguladora del orden social y su progreso, dirigido y subordinado al bien común global. A veces el poder político es insuficiente para dirigir correctamente los intereses sectoriales. Para poder cumplir con esta función, debe disponer de la autoridad requerida y los recursos necesarios, incluyendo la fuerza policial.
También ocurre que el Estado y sus organismos, pudieran estar en poder de los grandes empresarios, que lo utilizan como un instrumento a su servicio, y en otros sistemas, el Estado está al servicio de partidos gobernantes y por eso, en ambos casos el Estado no puede cumplir con su función de guarda y garante del bien común.
El Estado está por encima de cualquier institución y está obligado a coordinar los intereses y egoísmos de los distintos sectores y sus actividades, orientándolos al objetivo general de la sociedad, que es el bien común. También forma parte de su función, la paz interna, la garantía de un orden legal, que asegure la solución de conflictos a través del dialogo y el entendimiento.
El Estado debe cuidar de que dentro de la sociedad no haya grupos o capas sociales que tengan privilegios sobre los demás y es responsable de que todos dispongan en la sociedad de los mismos derechos de libertad, justicia, integridad física, igualdad, prosperidad, educativos, cívicos y estabilidad política. Abarca la protección de la propiedad privada, medio ambiente y transparencia gubernamental.
La salvación de las almas, también debe formar parte de las obligaciones del Estado en cuanto al bien común, aunque debe guardar neutralidad frente a las diferentes convicciones religiosas. No tiene autoridad en el orden espiritual, pero debe tomar en cuenta que la mayoría de las personas tienen necesidades espirituales.
Por eso, una de las funciones del Estado es crear condiciones para que los ciudadanos se realicen en el plano de sus convicciones espirituales. El Estado no puede desentenderse de sus compromisos, argumentando que la religión es “cosa privada”, ya que la mayoría de los ciudadanos del país, profesa la fe cristiana.
Pero no solo el Estado debe aportar las condiciones, es tarea de todos. El Estado, los individuos y grupos intermedios, tienen el deber de prestar su colaboración personal al bien común y han de acomodar sus intereses a las necesidades de los demás.
El autor es capellán evangélico.