Pese a las dudas, al tomar posesión en abril de 1990, doña Violeta Barrios de Chamorro dejó a cargo del Ejército a Humberto Ortega, sin embargo cinco años después lo relevó por el general Joaquín Cuadra Lacayo.
El pasado fin de semana el presidente inconstitucional Daniel Ortega, tras una reforma al Código Militar, nombró por un periodo más al general Julio César Avilés, lo cual es una involución a la institucionalidad de los años noventa.
PLAZO QUEDÓ INSTAURADO EN CINCO AÑOS
“El plazo del comandante en jefe del Ejército no deberá exceder los cinco años. El Ejército de Nicaragua es ahora una institución nacional, de carácter profesional, apartidista, apolítica, obediente y no deliberante”, dispondría en su gobierno la presidenta Violeta Barrios de Chamorro.
El general en retiro Hugo Torres sostiene que desde la década de los noventa y cuando todavía estaba al frente el general Humberto Ortega, la institución se propuso “heredarle a la sociedad nicaragüense una institución profesional, apegada a la Constitución y a la ley”.
“Ese es un proceso que se venía marcando muy bien, que continuó con el ejercicio del cargo del general (Joaquín) Cuadra y con el ejercicio del cargo del general (Javier) Carrión, con el mismo general (Moisés) Halleslevens. No hubo al principio mayores afectaciones en términos partidistas”, comenta Torres.
Torres señala que fue al finalizar el periodo de Halleslevens que sí hubo una señal negativa de lo que se aproximaba para las fuerzas armadas, “apenas salió del Ejército se inscribió como candidato a la Vicepresidencia”.
UN GIRO A LA INSTITUCIONALIDAD
Para el constitucionalista Óscar Castillo, el gobierno de la Unión Nacional Opositora (UNO), el cual inició su periodo desde 1990, significó un cambio y un giro hacia un modelo de fortalecer la democracia y la institucionalidad.
“Entre esos puntos estaba una reforma profunda a la Constitución Política que logró producirse en 1995 y un eje fundamental de esa reforma de ese Gobierno y de esa Asamblea Nacional en ese contexto histórico fue, precisamente, fortalecer las instituciones de las fuerzas armadas. Tanto las de seguridad interna, como es la Policía, como las de defensa y soberanía nacional, en este caso el Ejército”, recordó Castillo.
Sostiene que con las reformas constitucionales del orteguismo, hay un retroceso al proceso de institucionalizar el Ejército, esfuerzo logrado en 1995.
“Si hay en el Código Militar una lógica de los ascensos que están determinados por méritos, por grado, por años de antigüedad, por experiencia militar; entonces, le estás coartando a aquellos que ya han alcanzado o que ya están en la lista de sucesión, ese derecho”, señala como cambio principal.
FALTÓ DESVINCULAR EJÉRCITO Y POLICÍA
Diputados opositores y oficialistas de la Asamblea Nacional recordaron el triunfo de doña Violeta 25 años después, aunque algunos prefieren no hablar del tema.
El diputado Eliseo Núñez Morales tenía 17 años cuando triunfó Barrios de Chamorro y una de las situaciones que mejor recuerda es el discurso que ofreció Daniel Ortega cuando aceptó los resultados ante la Plaza de la Revolución.
“Vamos a entregar el gobierno, pero no vamos a entregar el poder porque vamos a gobernar desde abajo”, recuerda Núñez que dijo Ortega, “y lo cumplió”, asevera.
Con el paso del tiempo, Núñez considera que el triunfo de Barrios fue el inicio de una transición democrática que no concluyó. El análisis que hace Núñez es que “les faltó desvincular al Ejército y a la Policía del partido Frente Sandinista (FSLN)”, para evitar el regreso del autoritarismo.
El diputado sandinista Jacinto Suárez acepta que se sintió mal cuando triunfó doña Violeta pero (los sandinistas) respetaron los resultados, además reconoció que la gente decidió votar por un nuevo gobierno.
“Hace 25 años este país estaba sometido a una guerra bestial y había que encontrarle una salida para lograr la paz. El gobierno de esos años, el comandante (Daniel) Ortega, adelantó las elecciones, buscando que se convirtiera en un referente de paz y así fue”, dijo Suárez, quien es presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores.
El diputado Suárez hizo ver que el FSLN, teniendo las armas y el poder, aceptó ir a las urnas (de votación) y aceptó el mandato del pueblo.
Otros diputados como el jefe de la bancada sandinista, Edwin Castro, ni siquiera quieren escuchar hablar sobre ese tema.
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