Cada día que Francisco Alegría y Maritza Norori se levantan piensan en sus hijos. Uno es el papá que enciende el taxi para trabajar, mientras su mamá vende carne en el Mercado Oriental. Ayer ambos acumularon lágrimas en sus ojos al ver que su hijo Benjamín Alegría se convirtió en un jugador profesional, al firmar por cincuenta mil dólares para la organización de los Rojos de Cincinnati.
Benjamín es la definición del esfuerzo. Su scout, Gustavo Martínez y compañero de equipo en los Dantos, se impresionó no solo por su excepcional colocación de la pelota en cualquier parte del campo, sino por la manera en que diariamente se entrega en los entrenamientos.
“Estoy orgulloso por este paso. La verdad que yo no pensé tanto en el dinero, sino en el chance que la organización apostó en mí. Voy a entregarlo todo por llegar a las Grandes Ligas. Por otro lado, quiero comprar una casa como agradecimiento a mis padres que lo han entregado todo por mí, ese es mi sueño ”, indicó Alegría.
Nacido en una familia de beisbolistas, en la que su hermano Kenny Alegría fue el primero que abrió la senda del deporte, el muchacho, quien partirá en abril en busca de lo que para muchos es una utopía, Las Mayores, y que inició en los campos de la 14 de Septiembre, dejó sus estudios de quinto año como un riesgo del todo o nada y ahora disfruta del primer éxito a sus 17 años.
También Cincinnati hizo oficial la firma del receptor Leonardo Ortiz en horas de la tarde.