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pintura surrealista, Managua
Eduardo Estrada Montenegro

¡Quijote lírico!

Rubén Darío dijo en uno de sus poemas que Cervantes endulzaba sus instantes ásperos. De seguro se refería a sus lecturas de los peregrinajes de Don Quijote. Son muchos los pasajes en los cuales Miguel de Cervantes nos saca una sonrisa desde muy dentro y nos genera un humor benigno.

Al adentrarnos en la lectura de las aventuras de Don Quijote, obra cuyo objetivo manifiesto es ridiculizar las obras de caballería a través de este fantástico personaje, sucede un fenómeno extraordinario, y es que poco a poco nos vamos identificando con el personaje que el escritor ha construido para hacerlo víctima de la mofa y la burla permanente.

Lo vemos arrodillado ante un humilde ventero que lo hace caballero, salir montado en su rocín flaco, sin otro objetivo que defender las doncellas, amparar a las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Pero casi en todas sus empresas es apaleado y es víctima de la burla.

El mismo Quijote es personaje y lector, protagonista y poeta, cantor o juglar, enamorado, fantástico, personaje que se confunde desde luego con el propio Cervantes, cuya vida, de pobreza y desventuras, no es ajena a su personaje.

Y hay mucha poesía en El Quijote, poesía y postulados.

Uno de los pasajes que en lo personal me ha encantado al releer Don Quijote muchos años después, es su bello discurso sobre la poesía. Mientras va camino al castillo de Don Diego, este le comenta que tiene un hijo que es poeta y le expresa que quisiera más bien que estudiara leyes. Don Quijote le recomienda dar libertad de escogencia de la ciencia que va a estudiar y aprovecha para decir:

“La poesía es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios”.

Aquí vemos a la poesía identificada con la mujer (figura que retomaría Bécquer varios siglos después) y su creación requiere que el escritor o poeta se cultive de todas las ciencias que contribuyan al enriquecimiento del quehacer poético, pero advierte que no “debe ser manoseada”. ¿Por qué diría Cervantes esto? Casi en todas las épocas, así como hay falsos profetas, hay falsos poetas. Pareciera, pues, que para el autor de El Quijote, el quehacer poético y su lectura es un acto de intimidad, y exige respeto, pues la poesía es expresión verdaderamente mística. Mística en el sentido de incluir razón y misterio, de ser contemplativa y espiritual. Duro oficio de quien entiende así el quehacer poético, nada comparado con aquellos que confunden la poesía con el hecho de ser escribidor de versos prosaicos, sin que esto signifique el rechazo al verso libre.

Cervantes no está de acuerdo que la poesía sea publicada, leída o declamada en las esquinas de las plazas o por los rincones de los palacios. O sea, no puede ser manoseada por el vulgo ni tampoco minimizada o marginada por los que ostentan poder económico y político. Vulgo para Cervantes es todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe. El que no sabe, por ende puede y debe entrar en número de vulgo, según Don Quijote.

Y prosigue:
“Ella (la poesía) es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio… no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos. No ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran”.

Los que hacen poesía, en el ideal cervantino, entonces, no pueden ser faltos de conciencia, ni personas crueles, inhumanos o faltos de espiritualidad.

¡Cuánta distancia hay de esta concepción cervantina con nuestro tiempo! La poesía es para Cervantes virtuosa y entiéndase como es: fuerza, vigor o valor, integridad y bondad de vida o recto modo de proceder. Sometidos a estos postulados, ¿cuántos podrían decir honrosamente soy poeta? O al menos aspirar al ideal cervantino de la poesía. Duro oficio para los que Darío llamó ¡torres de Dios, pararrayos celestes!

Pero estos postulados de la poesía cervantina, tiene sus recompensas. El mismo Don Quijote lo dice: “Y, así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo”. Aunque el éxito de los poetas está también sujeto al mundo de las probabilidades, no por eso deja de ser una aspiración de los que cultiven este oficio, por el cual muchos han sufrido aislamiento y pobreza.

Con razón dijo Rubén Darío: “Los argonautas eran poetas, pero iban tras el vellocino de oro”. El problema es que a muchos solo les interesa el vellocino de oro.

En todo caso, cada quien es libre de tener sus postulados o principios estéticos, pero vale la pena recordar lo que pensaba Cervantes. Algunos podrán decir que esta visión de Cervantes es conservadora, otros pastoril, pero estoy convencido que todo postulado o principio que rescate ese espíritu ético de la poesía, en los tiempos de la postmodernidad, es digno de ser tomado en cuenta y aspirar a practicarse.

Desde luego, los tiempos han cambiado, los recitales públicos de poesía se hacen en muchas partes del mundo, pero la poesía siempre será un acto, un momento de intimidad. Advirtamos también que los tipos ideales siempre contrastan con la realidad. Pero yo, en lo personal, me apego a mi ¡Quijote lírico!

El autor es periodista
[email protected]

Opinión Cervantes quijote Rubén Darío archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    Me gustó mucho el artículo del licenciado Estrada porque hay muchas cosas que se pueden relacionar con el festival de poesía que se llevó acabo en Granada el mes pasado. Un festival de poesía no debería de servir para cultivar el ego de los poetas de plaza. Lo que deben hacer los organizadores del evento el próximo año is invitar a los poetas de plaza a que tengan un encuentro con maestros sobre cómo aplicar la alquimia de la poesía en la educación nicaragüense para que florezca.

  2. Hace 9 años

    Me gustó mucho el artículo del licenciado Estrada porque hay muchas cosas que se pueden relacionar con el festival de poesía que se llevó acabo en Granada el mes pasado. Un festival de poesía no debería de servir para cultivar el ego de los poetas de plaza. Lo que deben hacer los organizadores del evento el próximo año is invitar a los poetas de plaza a que tengan un encuentro con maestros sobre cómo aplicar la alquimia de la poesía en la educación nicaragüense para que florezca.

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