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La fidelidad: el desafío de hoy

Hoy parece que no estuviese de moda la fidelidad. Buscando su origen el Diccionario de la Lengua Española identifica la palabra “fidelidad” con “lealtad”. Fiel es el leal, el honrado, el que cumple lo que promete.

Hoy parece que no estuviese de moda la fidelidad. Buscando su origen el Diccionario de la Lengua Española identifica la palabra “fidelidad” con “lealtad”. Fiel es el leal, el honrado, el que cumple lo que promete.

La fidelidad, la lealtad, son valores esenciales en la vida y convivencia humana, son parte de nuestro ser y no se encierran en el solo y pequeño círculo de los esposos.

La fidelidad abarca la vida humana entera que debe estar presente donde se da una palabra y donde se hace una promesa, aunque otras circunstancias nos inviten a lo contrario. Donde surge una amistad verdadera, ya que no puede haber amistad sin fidelidad; donde se dan compromisos adquiridos y deberes asumidos ya que cuando no hay fidelidad se rompe todo compromiso. La fidelidad se da la mano con la firmeza de carácter, con la madurez humana, con la solidez, la lealtad y honradez. Ser fiel es una cuestión de honor. El infiel no solo es infiel al otro, sino también a sí mismo.

Debe estar presente entre los esposos que se comprometen ante Dios a vivir juntos una vida de amor pues la fidelidad va de la mano del amor y son la base de un hogar para que las relaciones entre padres e hijos sean leales porque un hogar construido por padres e hijos infieles es un pobre hogar.

Debe estar presente donde haya un trabajador, un empresario, un dirigente, un ciudadano, un cristiano, una comunidad que se haya comprometido a seguir a Jesús y vivir su mensaje.

Una de las características que identifican a Jesús fue la fidelidad a su Padre Dios (Mc. 4, 36) y a sus hermanos, los hombres: “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin” (Jn. 13, 1). Fue fiel hasta la muerte. Por lo tanto, la Iglesia, que somos nosotros, ha de “mantenerse fiel hasta la muerte y obtener la corona de la vida” (Ap. 2, 10).

Debe estar presente donde se construye la sociedad, la patria y la Iglesia ya que esta está llamada a dar testimonio vivo de la fidelidad del Señor en quien dice creer. Jesús fue fiel, aún por encima del riesgo de perder su vida a pesar del miedo (Jn. 12, 27). Por encima del riesgo de ser crucificado fue fiel a su compromiso de vivir siempre haciendo la voluntad de su Padre, como Él mismo decía: “Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre glorifica tu nombre” (Jn. 12, 27)… No se haga mi voluntad sino la tuya” (Mc. 14, 36).

Debemos pues de estar conscientes que la fidelidad, muchas veces, cuesta sangre, como le costó a Jesús (Jn. 12. 27). Que los grandes valores no se compran en rebajas, ya que la fidelidad no es obra de cobardes ni de débiles de espíritu.

En fin, la fidelidad es un honor y, el que tú y yo lo seamos, es el desafío, la motivación y la esperanza de esta nuestra amada Nicaragua.

Religión y Fe La voz del pastor archivo

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