El que parte y reparte
Miren qué bandido es el comandante. Primero escondió el pastel del ahorro petrolero, que no es suyo, durante meses para ver si podía quedárselo todo. Al ser descubierto, lo dividió en tres pedazos, de los cuales dos le corresponden a él: a uno le puso “combate a la pobreza” y se lo echó en la bolsa izquierda y al otro le puso “deuda con Caruna” y se lo echó en la bolsa derecha. ¿O quién creen ustedes que manejará ese fondo de “combate a la pobreza”? ¿O quién creen ustedes que es el dueño de Caruna? Y el tercer pedazo, en toda su magnanimidad, ordenó: “Repártanselo entre todos a ver a cómo les toca”. Migajas de un pastel muy grande. Y agradezcan.
Impuesto solapado
Al decidir que un 35 por ciento del dinero que pagamos en sobreprecio lo destinará a un “fondo de la pobreza” el comandante Ortega está clavándonos un nuevo impuesto. Disfrazado, con un nombre bonito, pero impuesto al fin y al cabo. Es como que usted llegue a una tienda a comprar un televisor y por un error de facturación le cobraron de más y cuando llega para que le devuelvan el dinero que es suyo —¡nunca del dueño de la tienda!— este último le diga que le dará solo la mitad porque la otra parte la destinará al fondo las hermanitas de la caridad. Podrá sonar muy bonito, pero no es correcto. Le están dando vuelta.
Hoyo negro
Es que “Fondo de combate a la pobreza” es todo y es nada. Ahí se puede justificar cualquier factura. En el “combate a la pobreza” pueden ir desde bebederas de guaro y comilonas donde se elucubra sobre planes y proyectos hasta la siembra de árboles de lata para que su poder mágico nos proteja. Desde compra de medios de comunicación para el “poder ciudadano” hasta el “legítimo” derecho del señor Roberto Rivas de construirse mansiones veraniegas en pago a sus aportes para que “el pueblo sea presidente”.
Misterios
Aquí hay demasiadas preguntas sin respuestas. A estas alturas no sabemos las cifras oficiales de cuánto es lo que se ha ahorrado, cuánto se está ahorrando ahora y de cuánto será la rebaja en la tarifa eléctrica. ¿Será un porcentaje parejo para todos los usuarios o será diferenciado? ¿Cuánto se le debe aún a Caruna y cuándo terminaremos de pagarle esa bendita deuda que un día nos endosaron de la nada? Es que a ellos les gusta caminar por los callejones oscuros. Así, sin saber de qué tamaño es el pastel nos tenemos que conformar con el pedazo que nos den, diciéndonos que eso es lo que nos toca.
Dinero nuestro
Y hay que estar claro de algo: no es que no estén regalando nada. Es dinero nuestro. Al contrario, es tan nuestro que han buscado mil formas para quitárnoslo y solo porque ya es demasiado el descaro están aflojando con dolor un poco del botín: un 35 por ciento. Un pedazo de los tres que dividieron el pastel.
Buchaca
Y ya que estamos haciendo cuentas, falta contestar la gran pregunta: ¿qué pasará con el dinero ahorrado desde que comenzó a bajar el petróleo? Ortega se ha quedado zorrito con el destino de ese dinero. Si nos atenemos a la ley que aprobaron pareciera que el petróleo comenzó a bajar hoy. Pero ahí hay una buchaca bien grande de la que deben dar explicaciones hasta en su último centavo. ¿Todo esos millones van a la deuda de Caruna? ¿Al combate a la pobreza? ¿O se repartirán con los mismos criterios que se decidió en la Ley? Si es así, ¿van a devolvernos de alguna manera el dinero que hemos pagado desde que el petróleo comenzó a caer en junio del año pasado o solo sabremos de rebaja hasta la próxima factura?
Tábanos
Y bueno, eso de la deuda con Caruna nos va a salir carísimo. ¿Se acuerdan cómo comenzó? Como un favor, sin plazos ni intereses. Y ahora la deuda no solo sale cargada con intereses usureros, sino que parece que pagarla se ha vuelto la prioridad nacional. Han salido tantos cobradores oficiosos que ya parecen el departamento de cobranza de Ortega. ¿Vieron la vehemencia con que el diputado Wálmaro Gutiérrez pedía en el plenario pagar esa deuda? Tábanos, les decimos en nicaragüense. Y así, sin decirnos cuánto hemos pagado y cuánto debemos todavía, encuentran la excusa ideal para seguirnos cobrando toda la vida, cada vez que necesiten sacarnos dinero.
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