Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa.
Las carcajadas disminuyen el insomnio, previenen los infartos, ya que los espasmos que se producen en el diafragma fortalecen los pulmones y el corazón.
Además rejuvenece la piel porque tiene un efecto tonificante y antiarrugas.
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