Acaba de terminar, en medio de cierta discreción informativa, el III Festival de Teatro de la Universidad Centroamericana, en memoria de nuestro querido y recordado Pepe Prego.
Por haber asistido a la veintena de obras de teatro presentadas, estoy en condiciones de valorar la cuidadosa organización, la gran afluencia de espectadores y el alto porcentaje de obras de calidad que han subido a escena.
En todo caso, el Festival ha sido una tribuna de la diversidad, donde las artes escénicas se han expuesto a la juventud universitaria, siendo esta propia juventud el elemento dinamizador de las diversas propuestas teatrales.
El Festival me ha regalado el descubrimiento de algunos talentos como Israel Reyes o Carlos Hernández y ha confirmado el brillo conocido de Alfred Guill y Justin Guerrero, por solo mencionar algunos nombres.
Pero, por encima de la satisfacción estética y sensorial que de ese plural desfile de grupos suscita en los amantes del teatro, está la gratitud hacia el motor que ha hecho posible este esfuerzo: la maestra Alicia Pilarte.
Graduada en realización de cine y televisión, actriz y directora, cofundadora del Justo Rufino Garay (el grupo más profesional y estable de Nicaragua), es profesora de actuación de la Escuela Nacional de Teatro Pilar Aguirre y en la actualidad dirige al grupo Drugos y al Teatro Experimental TEUCA de la Universidad Centroamericana.
Durante el Festival en cuestión y al frente de un nutrido grupo de actores prominentes ha presentado nada menos que cinco obras bajo su dirección, una de ellas El Incorruptible , en estreno.
Ella, acompañada de Rodrigo González, no solo ha puesto en pie el Festival en sus aspectos técnicos, artísticos y de comunicación, sino que su involucramiento abnegado ha llegado hasta el montaje físico de las obras, trayendo y llevando mobiliario y atrezo, al punto que yo le tuve que arrancar el lampazo de las manos para que no saliera ella a limpiar el escenario. Una lección de humildad y humanidad que esta maestra del teatro imparte a muchos que están comenzando en este oficio y que con una obra de teatro a sus espaldas ya se creen “la mamá de Tarzán”.
Muchas gracias Doña Alicia, por celebrar el Día Internacional del Teatro contagiando con el arte a los cientos de jóvenes que acudieron, durante los cuatro maratones teatrales; sin omitir al poco de viejos de la tercera edad, que también en buen número, asistimos encantados.
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