“Pensar críticamente es adoptar una posición reflexiva y ética (…), es tratar de ver la realidad como algo que ha sido construido, por lo tanto puede ser deconstruido si no estamos de acuerdo con lo que pasa”, explica el politólogo Andrés Pérez Baltodano, docente en un doctorado de la Universidad Centroamericana (UCA) que busca promover el pensamiento crítico en estudiantes de diferentes países centroamericanos.
Pérez Baltodano estará hoy por la tarde en un panel público en la UCA, desarrollando el tema del pensamiento crítico en Centroamérica, pero antes quiso compartir con los lectores de LA PRENSA sus impresiones sobre cuáles son los retos que enfrenta la sociedad nicaragüense en esta materia.
¿Qué síntomas ve en la sociedad nicaragüense? ¿Hay pensamiento crítico?
Lo necesitamos y lo que existe no es suficiente. Las universidades tendrían que asumir como propia la responsabilidad de generar ese tipo de pensamiento crítico. Las universidades tendrían que formar no solo politólogos y sociólogos con pensamiento crítico, sino también administradores de empresas que sean capaces de adoptar una posición ética, crítica, frente a las realidad de los negocios, del sector privado de Nicaragua. Ingenieros que tengan la capacidad de, no solo de construir edificios y puentes, sino hacerlo éticamente adoptando una posición reflexiva consciente frente a la realidad de nuestra sociedad. No es suficiente lo que tenemos.
¿Qué aspectos de la sociedad nicaragüense le hacen pensar que hace falta pensamiento crítico?
Hay tantas cosas pero me voy a concentrar en una. La facilidad con que se normaliza la ilegalidad en nuestro país. Uno puede ver que aparece un escándalo, no se aclara, se olvida, aparece otro, no se aclara, se olvida, aparece otro… El acumulado de eso es la normalización de una práctica, la ilegalidad. Y te puedo agregar a eso la práctica de la desigualdad, nos hemos acostumbrado a vivir en condiciones de desigualdad social que son abominables, que en una sociedad cristiana, como decimos llamarnos, no deberían de existir, es la normalización de la injusticia. La facilidad con que se normalizan los abusos del poder, la normalidad con la que aceptamos convivir con los corruptos, uno va a un restaurante y se encuentra con los corruptos, en la calle, y uno se acostumbra a eso.
¿Y usted cómo actúa cuando se encuentra con los corruptos?
(Risa) Solo te voy a decir una cosa, admiré profundamente a alguien que en una ocasión fue capaz de levantarse del asiento en un restaurante en Managua cuando vio entrar a un funcionario corrupto del gobierno de (Arnoldo) Alemán. Él estaba con su familia y este funcionario entró con sus hijos a comerse una hamburguesa. Él se levantó y en voz alta le reclamó con mucha elegancia a la administración del restaurante de que por favor no permitiera la entrada de ese señor, que ese era un lugar para familias y que era un mal ejemplo para sus hijos estar comiendo con esa persona. Obviamente la administración no hizo nada, pero el funcionario corrupto salió con la cola entre los pies.
¿Qué papel están jugando los académicos?
Es una autocrítica, yo soy académico. No estamos cumpliendo con el papel que nos corresponde cumplir y tiene que ver con muchas cosas, una de ellas es el débil desarrollo académico que existe en nuestro país. El fracaso de la revolución sandinista dejó desorientados a muchos intelectuales, hombres y mujeres. Algunos de ellos han hecho el esfuerzo por revisar su conducta, por revisar la historia de la revolución y ante eso plantear algunas ideas que nos pueden servir para seguir adelante. La mayoría se quedó callada. Siempre uso el caso paradigmático de Jaime Wheelock Román, quien fue un intelectual, académico sandinista, además comandante de la revolución, escritor de un libro importante en los setenta, un trabajo importante sobre Ciencias Sociales. De alguien como él uno esperaría una reflexión, escritos. El único libro que ha escrito después del colapso de la revolución es un libro sobre cocina.
Sobre el Canal muchos académicos han callado… Muchos han hablado también. A favor, sí…
Claro, ahí vas a encontrar los que se van a mostrar a favor de un Canal del que poco conocemos, yo no sé cómo uno puede ponerse a favor de algo de lo que hay tan poca información. Van a estar los que guardan silencio, que son muchos y guardan silencio por muchas razones. Pero también ha habido voces dentro de esta misma universidad (UCA) y de la UNAN que han hecho preguntas serias.
El director del CIRA (Salvador Montenegro) perdió su cargo…
Pero tuvo la valentía de hacer el tipo de preguntas (…) y eso es pensamiento crítico. Pensamiento crítico no es un pensamiento destructivo, es sencillamente hacer preguntas que hay que hacer, son importantes y después buscarles respuestas. El director del CIRA lo que hizo fue plantear los peligros que significaba la construcción de un Canal como el que se planea en Nicaragua sin antes haber hecho las evaluaciones y los estudios que se necesitan.
Son muchos los que critican al Gobierno…
Eso (criticar al Gobierno) es solamente una parte de lo que significa pensar críticamente. La realidad está compuesta por el Gobierno, pero también por nosotros mismos. En Nicaragua y en América Latina en general sí hemos tenido mucho pensamiento crítico en relación con lo que existe fuera de nosotros, pero el pensamiento crítico también debe ser capaz de cuestionar nuestros cuestionamientos, es decir, yo critico al Gobierno, pero también debo criticar mi papel en la sociedad, yo tengo que asumir la responsabilidad por la existencia de eso que yo critico ahora, porque todos somos responsables de lo que pasa en nuestro país.
¿Y qué me dice de la formación de la juventud? En los noventa quitaron la Filosofía del pénsum de secundaria y ahora se critica que el Gobierno los utiliza…
No puedo más que volverme a escandalizar por ese hecho. Suspender el estudio de la Filosofía es estrangular el poco pensamiento crítico reflexivo. La Filosofía es una manera de llegar a ese pensamiento crítico. Esos que tomaron esa medida son en gran medida responsables de lo que sucede hoy en Nicaragua.
Pero volviendo al tema de la juventud…
Muchos hablan de la juventud nicaragüense como apática, floja. Yo no tengo esa impresión de la juventud. Trabajo con jóvenes y siempre salgo con mis esperanzas renovadas después de cada uno de esos encuentros. Hay muchos que critican a la juventud porque no salen a las calles, porque no toman las armas, porque no hacen la guerrilla que se hizo, porque no hacen las cosas que se hicieron antes, muchos de los que participaron en esas actividades demandan que la juventud hoy hiciera algo parecido, pero de nuevo, esa ausencia de pensamiento crítico. Si ellos usaran un pensamiento crítico dijeran ‘nosotros hicimos eso y mirá en lo que estamos’. Muy insensato recomendar la repetición de una fórmula que fracasó. La nueva juventud vive en un contexto diferente y está en búsqueda de (qué hacer). No es fácil porque las condiciones políticas aquí no son fáciles, hay un proyecto que intenta estrangular aún más el pensamiento crítico.
Algunos señalan al Gobierno por la falta de democracia, otros le alaban por un supuesto crecimiento económico, ¿usted, qué dice?
La desgracia principal que vivimos en nuestro país es que lo bueno y lo malo se ha, de alguna manera, relativizado. Eso tiene que ver con la falta de integración social en nuestro país. Lo que es bueno para unos puede ser malo para los otros. Hay un sector en Nicaragua que ha sido beneficiado por las políticas de este Gobierno. Yo siempre he criticado la posición de la oposición al gobierno sandinista cuando al hacer esa oposición devalúan el peso y el significado que tienen los programas sociales del Gobierno, porque son populistas, clientelistas, sin ponerse a pensar qué siente el que recibe la chancha parida, la lámina de zinc. Lo que siente es algo profundo, algo muy importante y la oposición tendría que tomar eso en cuenta para entender por qué otros votan por este gobierno y si fueran inteligentes dirían ‘voy a hacer lo que hace este gobierno, mejor y más que eso’.
¿Y las quejas por falta de transparencia y de democracia?
La falta de transparencia es una realidad en Nicaragua, gigantesca. La ausencia de democracia, de libertad, todas esas son realidades que vive el país. ¿Debería la oposición señalar esos problemas? Por supuesto que sí, pero también tendrían que asumir su responsabilidad por lo que sucede y recordar lo que hicieron cuando estuvieron en el poder y que la democracia que defendieron no incluía a muchísimos que ahora encuentran tal vez un lugar en el nuevo sistema.
¿Cómo ve a los medios de comunicación?
Tremendamente polarizados. Es casi predecible lo que dice cada canal, cada periódico. Con algunas excepciones. Cuando un medio de comunicación se hace predecible, uno puede descubrir que allí se terminó el pensamiento crítico. Y te hablo de los de un lado y los del otro.
¿Qué piensa cuando escucha los discursos de la vocera Rosario Murillo?
(Risa) Doña Rosario Murillo es una mujer sumamente hábil, sumamente inteligente, posiblemente no tan inteligente como ella cree que es, porque ella comete errores y uno puede ver, el poder te va envolviendo y te va cegando.
“Vienen elecciones (en 2016), elecciones de nombre, por lo del Consejo Supremo Electoral, por el autoritarismo que practica este gobierno y por la desafortunada debilidad y conducta de la oposición. ¿Por qué hablamos de elecciones Elecciones es elegir libremente y hay opciones. Aquí el nombre (elecciones) nos queda muy grandote”. Andrés Pérez Baltodano, politólogo.
Hoja de vida
Andrés Pérez Baltodano es doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Western University de Canadá y del doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Centroamericana (UCA), así como investigador asociado del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA).
Es autor de diversos artículos científicos y libros sobre Estado, Política y Democracia. Entre sus obras más recientes se encuentran: Reflexiones y Confesiones sobre la Nación, la Iglesia y el Exilio (2007); La Subversión Ética de la Realidad: Crisis y Renovación del Pensamiento Crítico Latinoamericano (2009); y Postsandinismo: Crónica de un Diálogo Intergeneracional e Interpretación del Pensamiento Político de la Generación XXI (2013).
Ver en la versión impresa las páginas: 7 A