Cerca del portón del infierno Walter Castillo se detuvo. El orgullo, las condiciones y el instinto de seguir al frente sin retroceso, fueron la clave para soportar 10 asaltos. Hay que ir a los libros de técnica básica de boxeo y repasar el problema de cómo enfrentar a Amir Imam, un oponente que se movía en círculos y aplicaba la esencia fundamental del deporte; pegar y hacerse fantasma.
Quizá la historia hubiera sido diferente contra alguien frontal, decidido y bravo como lució Castillo. Desde el primer asalto el estadounidense manejó la distancia, marcó la pauta con sus jabs y sacudía la fe de Walter con rectos llenos de musculatura. En el segundo round Castillo se fue al frente en la búsqueda del golpe fortuito, hizo buenas conexiones con sus cruzados y el volado de derecha alertó a Amir que había cloroformo.
Quién diría que el desenlace sería a los 10 rounds en Carson, California. Castillo se ganó el respeto, en el mejor combate que ha realizado en su carrera, y los jueces decretaron una decisión unánime a favor del norteamericano (100-90, 99-91 y 98-92). No es el fin para Walter que gustó al público de California y fue aplaudido, mientras su rival era abucheado.
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