Cerca del final de su vida, Salvador Cardenal Barquero escribió una de las canciones más comprometidas con la naturaleza y a la vez más llenas de vitalidad y sentimiento: No podrán.
La letra enviaba a los cortadores de árboles y a sus jefes sanciones con ir a la cárcel, mientras el yo lírico manifestaba que nadie le podría arrancar una flor a su corazón, ni podría apagar la esperanza de su canción.
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Los versos brotaron del positivismo que caracterizaba a Salvador y del amor que sentía por lo verde. Valores que Katia, su hermana, conoce mejor que nadie, pues son los mismos con los que creció y los que todavía canta.
Hoy se celebra el Día de la Tierra, una iniciativa en 192 países, que nació en Estados Unidos en 1969, y que tiene más importancia ahora, cuando la contaminación indiscriminada, el despale y la caza ilegal, entre muchos otros problemas, son temas de coyuntura.
Ocasión para hablar sobre el medio ambiente y el Dúo Guardabarranco, agrupación musical compuesta por los hermanos Katia y Salvador Cardenal, cuyo canto juntos duró treinta años, hasta la muerte de Salvador en el 2010.
Ahora únicamente la voz de Katia cuenta cómo en los años ochenta, siendo jóvenes, se volcaron hacia lo más prístino de Nicaragua, cuando lo normal era cantar revolución, cambio social y política.
GUARDABOSQUES
El amor de Salvador y Katia por la naturaleza tuvo mucho que ver con la forma en que fueron criados.
Desde chiquitos su mamá fue cariñosa con los animales, y como resultado estaban rodeados de perros, gatos, gallinas, tortugas y conejos.
“Siempre nos llevaban a pasear por toda Nicaragua. Íbamos al lago, a la laguna, al mar, a hacer picnic cerca de algún río o a algún volcán”, cuenta Katia.
A mitad de la década de los ochenta, ella y Salvador cantaban temas como Guardabosques, donde humanidad y naturaleza se mezclaban.
Los jóvenes desentonaban un poco con lo que vivía el país, a pesar de que en el mismo disco Si buscabas (1985), se encontraba la canción Guerrero del amor, convertida en forma de propaganda, como el himno de los jóvenes que cumplían con el Servicio Militar en las montañas, para combatir a los Contras.
En una mecedora en el patio de su casa y con una taza de café humeante, Katia recuerda que “para aquellos tiempos era bastante extraño. La gente nos quedaba viendo como preguntándose ‘¿De qué están hablando?’, porque en ese momento de la revolución se hablaba más de las cuestiones sociales que estaban pasando, y de repente nosotros salimos con cuestiones filosóficas o espirituales, y después salimos con el cuido del medioambiente (…). Era como adelante de su tiempo, digamos”.
LA MODA AMBIENTALISTA
—Se habla mucho de ambientalismo, pero no pareciera hacerse demasiado para proteger al planeta. ¿Ser “Verde” ha caído en una cuestión de moda?
—Sí, a mí me llama la atención que incluso un banco pone una hojita verde. Me pregunto en qué parte de su engranaje está la ecología. Me quedo pensando. Se ha vuelto una cuestión de moda. Para quedar bien con la gente que sí está empezando a despertar su conciencia del caos que se está viviendo. Hay mucha hipocresía realmente. Un doble sentido de querer lavarse las manos con la destrucción que se está haciendo.
—¿Cree que el arte, la música, pueden cambiar al mundo?
—Definitivamente que sí, porque si no yo no tendría una razón para vivir. Yo vivo aferrada a que las canciones puedan mover a la gente. Puedan despertar un voluntariado para hacer conciencia sobre el cuido de Bosawas o para limpiar la laguna de Apoyo, o para recoger la basura, aprender a no tirarla. Lo peor es que la destrucción de la naturaleza se ha dado en los últimos 150 años a pasos agigantados. En toda la historia de la humanidad, cinco mil años de historia, el hombre nunca destruyó tanto su medioambiente como en los últimos 150 años. Es algo asombroso, terrorífico.
OBRA ATEMPORAL
Piezas musicales como La consigna (1977), de Carlos Mejía Godoy, difícilmente pueden desligarse del contexto histórico en que fueron concebidas.
Caso contrario ocurre con Nicaragua, Nicaragüita (1981), que si bien data del mismo período y es del mismo autor, posee una letra tan patriótica —y no tan política— que prácticamente se ha convertido en un segundo himno de Nicaragua.
Esta última es una obra atemporal, que hincha corazones desde que fue cantada por vez primera en el Teatro Nacional Rubén Darío, para el Canto Épico.
Lo mismo pasa con las canciones del Dúo Guardabarranco, Días de amar (1986) y Araré el aire (2006), o la de Salvador como solista, No podrán (2008).
Sus letras bombean sentimiento desde el corazón del planeta, quejándose de que “tanto ande mal. Que el hombre agreda al hombre. Que el hombre agreda al animal. Al vegetal (…).”; o manifestando misiones necesarias como “yo sembraré un bosque. Le daré agua de llanto del mundo”; y declarando su vocación activista, afirmando que “quien ama la tierra le siembra una flor y deja que vuele en el viento su olor. Quien ama los bosques, no puede esperar, que corten el árbol para protestar”. Son líricas de carácter universal, con las cuales es fácil identificarse.
“De niño, caminando en la playa del Cocibolca, empecé a cantar una canción que yo hice. Ese momento nunca se me olvida porque sentí un placer interno y espiritual bien bonito. Me di cuenta que la
música y la naturaleza me transportaban a un momento sublime dentro de mí”
Salvador Cardenal, cortometraje documental Salvador Cardenal, Vida y Obra (2006).
CANTO DE JÓVENES
De jóvenes, Salvador y Katia lo tenían claro como agua: “Teníamos una visión bastante nítida de que la historia se repite y se repite, y la ambición y el egoísmo del hombre siempre hacen girar las cosas políticamente a favor de los más poderosos”, recuerda la cantante, ahora de 51 años.
“Nuestra misión no era hablar de las cosas coyunturales de la época, sino de algo más trascendental, más a largo plazo”.
Sin embargo, los temas que nacieron de la mente, guitarra y canto de los hermanos durante los ochenta, que pueden denominarse “pioneros” en ese rubro en Nicaragua, aparecen hoy en los noticieros y generan toda clase de iniciativas y movimientos, abarcando a jóvenes, sociedad civil y empresas.
TOME NOTA
Katia Cardenal en concierto por el planeta el próximo sábado 25 de abril. Ruta Maya (estatua de Montoya, 150 varas arriba, sobre la Calle Principal de Montoya).
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