Quizás el libro usado o viejo tiene su reivindicación en aquellos mercantes que los demandan y los comercializan, también en los consumidores que provocados por la crisis económica encuentran una alternativa al adquirirlos a bajos costos.
Darling de Fátima Cerda Martínez ha encontrado en los libros una fuente de empleo. Vende libros usados y viejos, tiene 32 años. La tarea de venderlos la heredó de su padre que los comercializaba informalmente, “él inició vendiéndolos en las aceras de los mercados y con una pequeña carpa de plástico que quitaba todos los días, luego de retirarlos”.
Recuerda que su padre, inició comprando los ABC del libro Carlitos, las revistas de moda Vanidades, Cosmopolita, y así el negocio fue creciendo con las publicaciones que hacía la Editorial Nueva Nicaragua (editaban hasta cincuenta mil ejemplares), copias que todavía se encuentran en deterioro; La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de Omar Cabezas; Nicaragua tan violentamente dulce, de Julio Cortázar; El audaz navegante, de João Guimarães Rosa y ejemplares de Materialismo dialéctico, entre muchos autores de la época sandinista.
También dice identificar los libros de mayor importancia. “Primero por el autor y tema. La Biblia, los libros clásicos como El Quijote que nunca pasan de moda, los libros de interés general como los de Medicina, Anatomía, Matemáticas, Ciencias Naturales, Inglés y copias de autosuperación. Pero el libro que más se vende es el de textos escolares de primaria y secundaria, los religiosos, de Derecho, la revolución y sobre Sandino y Rubén Darío.
PROSAS PROFANAS
Para el escritor y jurista Carlos Tünnermann, el libro usado “es una maravilla. Cuando voy a Estados Unidos lo primero que le digo a mi hija es que me lleve a la parroquia donde los venden, libros que han sido leídos por los feligreses. Esto podría ser una muy buena idea para las Iglesia de nuestro país”, dice el jurista.
“En mis viajes a París, a la orilla del río Sena, siempre me voy a los puestos de libros, ahí he encontrado algunas obras de Rubén Darío como El canto errante, Canto a la Argentina en sus primeras ediciones. Igual libros que me han ayudado mucho en mi vida”, recuerda.
Tünnermann también relata cómo un libro con dedicatoria de Rubén Darío fue a parar a estos estantes de usados en Estados Unidos. “Cuenta el eminente dariano, Enrique Anderson Imbert, que en una librería de libros viejos de Nueva York compró, por treinta y cinco centavos de dólar, un ejemplar de la primera edición de Prosas profanas y otros poemas (Buenos Aires, Coni e hijos, 1896). El ejemplar tenía la siguiente dedicatoria, escrita en francés de puño y letra de Rubén: “A Arthur Symons, en toute simpathie, Rubén Darío, Buenos Aires, février 1897”.
Para el escritor y especialista dariano, “Darío estimaba mucho a Symons. En el prólogo de El canto errante se refiere a él como “un espíritu tan penetrante como ágil, un inglés pensante de los mejores”.
No obstante, lo que parecería inexplicable es cómo llegó el ejemplar de Prosas profanas a la librería de libros viejos.
Anderson Imbert supone que no fue Symons quien vendió el libro sino más bien los herederos de otro escritor inglés, el bibliófilo Watts-Dunton, a quien posiblemente Symons obsequió o prestó el libro de Darío. “El ejemplar adquirido por Anderson Imbert tenía una estampilla que decía: ‘From the Library of Walter Theodore Watts–Dunton”, dice el dariano.
DARÍO Y SUS LIBROS
Para Tünnermann, “este fortuito encuentro de Anderson Imbert con un ejemplar de la edición príncipe de Prosas profanas, le lleva a recordar que el propio Rubén tuvo la ingrata ocasión de encontrar, en las librerías de libros viejos de París, ejemplares de sus obras dedicadas a algunos grandes escritores franceses, lo que le indignaba”.
El jurista también dice que en su crónica Libros viejos a orillas del Sena (Opiniones, 1906), Darío narra una de sus frecuentes visitas a los “bouquinistes” que venden libros usados sobre la ribera izquierda del río Sena en París: “Mi reconocido orgullo ha recibido en esos mismos lugares importantes lecciones. ¡Oh mis colegas de América! Por allí he comprado unas Prosas profanas, con la dedicatoria borrada, a treinta céntimos. Los que enviáis libros a estos literatos y poetas, a estos ‘queridos maestros’, no sabéis que irremisiblemente vais a parar al montón de libros usados de los muelles parisienses”.
DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO
El origen del Día del Libro se remonta a 1926. El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes y Shakespeare. Por este motivo, fecha simbólica para la literatura universal, fue la escogida por la Conferencia General de la Unesco para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura.
HÁBITOS DE LECTURA
Leer es un hábito que deberá estar asociado con el placer.
Encuentra tu lugar preferido para leer.
No te olvides de asociarte a una librería.
Compra un diccionario.
Si no te gusta un libro o ya te aburrió ¡deséchalo!
No pongas pretextos, siempre hay un momento para leer.
Una de las mejores formas de aumentar tu inteligencia es leer más.
Reúnete con personas que leen.
Recuerda que los libros enriquecen la vida, desarrollan la conciencia personal y la cultura.
“El libro, su gran acertijo reside en develar secretos, escuchándole, cuidando y sintiéndolo, seduce. ¡Libro como trasciendes el tacto, maestro de concupiscencia sagrada!”
Julio Francisco Báez, jurista.
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