Tras décadas de malas prácticas agrícolas y pecuarias, la naturaleza comienza a pasar factura. Miles de reses mueren y cientos de manzanas de cultivos se pierden por causa de la sequía. De no dar un giro a sus actividades, en unos diez años la escasez de agua obligará a estos sectores a cambiar de ocupación.
Así lo advierte Alan Bolt, director general del Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN) ubicado en el macizo de Peñas Blancas, quien admite que aunque el proceso de destrucción de la cadena trófica no es reversible, se pueden implementar acciones que contrarresten el impacto de los efectos de la variabilidad climática.
“Mesoamérica es una zona extremadamente delgada y Nicaragua depende de las corrientes oceánicas… Todas nuestras torres de agua que están protegidas por la nebliselva están bajo amenaza… Pero no nos damos cuenta de la vulnerabilidad a la que estamos expuestos y tomamos decisiones muy equivocadas”, afirma Bolt.
Los mayores responsables de esta crisis no son las instituciones de Gobierno, sino los nicaragüenses por tomar decisiones erradas, señala. “Primero porque nosotros ponemos los gobiernos, luego porque les permitimos hacer lo que quieren y finalmente porque la mayor parte de las organizaciones relacionadas con la agricultura y ganadería no han recibido la información suficiente y toman decisiones a partir de la ignorancia”, sostiene Bolt.
SE ACABAN LAS MONTAÑAS
A causa de esa falta de información, en el país continúa predominando el sistema de ganadería extensiva, que convierte montañas en potreros y la frontera agrícola sigue avanzando principalmente sobre estas. “Quitar los árboles de las montañas es como quitar el mantel de una mesa. Si derramamos un vaso de agua sobre una mesa con mantel, este lo absorberá y la mantendrá sobre la mesa, pero si la mesa no tiene mantel, se derramará. Lo mismo ocurre con las montañas, las que tienen árboles mantienen el agua en el centro de la cuenca, pero las que no los tienen la dejan correr”, explica Carlos Zelaya, investigador del Centro de Investigación de Agricultura Tropical (CIAT).
El problema de dejar desprotegida la capa vegetal se vuelve más grave en las zonas arcillosas, que por tener tantas rocas necesita árboles para garantizar la infiltración, ya que en las zonas volcánicas infiltran por sí solas por la porosidad de su material y en ellas los árboles fijan el suelo.
Bolt y Zelaya coinciden en que el daño ya está hecho, sin embargo, se puede contrarrestar el impacto de este con el desarrollo de acciones como la reforestación, sustituir el sistema de ganadería extensiva por el silvopastoril que combina árboles con pasto, pero adecuado a las necesidades actuales o el intensiva que reduce las áreas de potrero, transformar los monocultivos anuales en sistemas agroforestales y frenar el uso indiscriminado de agroquímicos.
Para Bolt otra grave amenaza es la masificación del cultivo de papa, por la alta toxicidad de los agroquímicos que requiere el cultivo.
Zelaya, en cambio, estima que muchas veces el daño no lo hace el agroquímico sino las prácticas que se adoptan en los cultivos. “Algunas veces usamos más productos de los necesarios porque no tenemos los umbrales en los que se debe empezar los productos, sino que los aplicamos indiscriminadamente, incluso antes que aparezcan las plagas, ya que eso es muy bueno para las casas comerciales”.
YA SE TRABAJA EN EL TEMA
Y aunque algunas de estas medidas como la reforestación se ha comenzado a implementar, Bolt advierte que no se hace de forma adecuada.
“Se gasta un montón de agua en hacer los viveros para tener millones de arbolitos, que después se plantan cuando el invierno va a terminar. El resultado es que el noventa por ciento o más se mueren, eso ya ha pasado. También pasa que en otros casos ni siquiera se plantan porque los arbolitos se entregan a los productores y la mayoría no le da importancia y los dejan morir”, lamenta Bolt.
Otra acción que contribuirá a contrarrestar la crisis del agua es el establecimiento de cortinas rompeviento en el occidente del país.
A inicios de marzo, después de determinar que las plantaciones de maní ocasionaron las tolvaneras que afectaron por varios días a la ciudad de León, el Gobierno determinó que en conjunto con el sector plantaría unos 350,000 árboles, que equivaldrían a unos cuatrocientos kilómetros de cortinas rompevientos
No obstante, se advirtió que aunque se elijan árboles de rápido crecimiento hay que esperar dos o tres años para ver los resultados, por lo que la solución más inmediata es la rotación del cultivo.
ASUMIR SUS ROLES
Para Bolt el establecimiento de sombra en los cafetales es otra solución accesible, por lo que elogia que la empresa CISA Exportadora haya decidido promover la siembra de árboles en las plantaciones de sus proveedores a través del proyecto Lift. Se consultó con la empresa sobre los detalles del proyecto pero dijeron que el proyecto aún no inicia por lo que no tienen información para compartir.
Sin embargo, estas acciones aisladas deben masificarse para que frenen la crisis del agua. Zelaya estima que la responsabilidad debe ser compartida.
Los productores deben informarse y comenzar a desarrollar su actividad con responsabilidad, el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria transferir la tecnología y hacer investigación, el Ministerio de Recursos Naturales y del Ambiente trabajar en lo referido a la reforestación y el Ministerio Agropecuario en lo que respecta a normar el uso de agroquímicos.
Bolt por su parte considera que también es urgente que la academia asuma su rol y adecue el currículo de los nuevos profesionales a las necesidades del país en lugar de seguir “preparando profesionales que responden a un imaginario de desarrollo”.
INCREMENTARÍA CONFLICTOS
Aunque el establecimiento de sistemas de riego y la cosecha de agua han surgido como una alternativa para resolver la escasez de agua en las zonas productivas, el director general del Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN), Alan Bolt, y el investigador del Centro de Investigación de Agricultura Tropical (CIAT), Carlos Zelaya coinciden en que ante la crisis actual lo que debe asegurarse es su producción.
A Bolt le parece descabellada la idea de masificar el establecimiento de los sistemas de riego, ya que eso significaría que se incrementen los conflictos ya existentes por la falta de agua. “Porque en Nicaragua ya estamos usando las aguas subterráneas porque las superficiales ya las tenemos absolutamente contaminadas y eso es inadmisible”, afirma Bolt.
Entonces, las estrategias deben ir enfocadas en garantizar la infiltración de las cuencas y esto solo se logrará devolviendo la capa vegetal a los suelos.
POLÍTICA DE ESTADO
Para el representante en Nicaragua del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el uso eficiente del agua es uno de los factores para mejorar la productividad, por lo que debería existir una política de Estado que garantice que el recurso llegue a todos los sectores, ya sea a través de los sistemas de riego que requieren de una infraestructura de altos costo que el país no tiene, o de la cosecha de agua, que es un mecanismo de captación que beneficia principalmente a las comunidades del Corredor Seco.
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