Deslaves, derrumbes, desviación de riachuelos y caños, alcantarillados, excavaciones a orillas del río San Juan para descargar las escorrentías que arrastran y descargan sedimentos en el río, trayectos donde ahora se dificulta la navegación, bancos de arena y despale de bosques forman parte de los daños que está causando la construcción de la carretera tica a orillas del río San Juan.
Estos daños son visibles al recorrer el río nicaragüense, desde las tres millas náuticas, aguas abajo de El Castillo, donde la margen sur del recurso acuático comienza a ser frontera entre Nicaragua y Costa Rica.
LA PRENSA constató los daños ambientales irreversibles —que se agravan desde el 2011, cuando la vecina Costa Rica inició la construcción de los 160 kilómetros de trocha— donde ciudadanos de las comunidades vecinales hablan del desastre de la obra que ocupa la atención en estos días en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, por la demanda presentada por Nicaragua.
En un recorrido por el San Juan, LA PRENSA hizo un recuento de al menos ocho sitios, abajo de El Castillo, donde la carretera sigue su curso a orillas del río causando graves alteraciones en el ecosistema. Costa Rica ha cubierto con malla sarán los cerros que fueron excavados para construir la trocha y que han sufrido deslaves.
En algunos sectores se logran ver los cerros despalados que Costa Rica intenta tapar con la malla verde. Aun con este enmascaramiento en los trayectos situados en La Cureña, Las Crucitas, Las Cruces, entre La Venada y Boca de San Carlos, raudal El Diamante y en Las Tiricias, el material degradado va a parar al nicaragüense río San Juan. En muy pocas lomas se observan plantaciones de arbolitos.
Según las especificaciones técnicas, la malla sarán es utilizada para la producción de plántulas en viveros destinados a la agricultura y silvicultura, de uso residencial y protección de reservorios de agua, se usa principalmente para la protección de piñas.
El capitán de la embarcación Maggiriver, Léster Boniche Tercero, quien cotidianamente recorre el río San Juan, dice que ni un año duró la carretera cuando empezaron a observar las revenidas al río y en pleno verano se identificaron derrumbes en La Cureña.
Sobre la desecación en algunos trayectos como producto de la erosión y sedimentación, el piloto de barco asegura que la acumulación de estos en el río ha provocado que ellos se vean obligados a cambiar los cruces para no pegar las embarcaciones. “La gente ha notado que en algunos sitios no seguimos el curso habitual, lo que hasta provocó que una señora pensara que iba borracho”, refirió, mientras aseguró que a pesar del dragado la desecación es mayor en los trayectos de Sarapiquí y el Delta.
AFECTACIÓN A HUMEDAL
Maura María Madriz Paladino, del Centro Humboldt, resumió los efectos de la carretera en la afectación a la Reserva de Biósfera del Sureste de Nicaragua, al patrimonio histórico y cultural, pérdida del valor estético del paisaje y su conservación, incremento de los niveles de vulnerabilidad ante desastres naturales, interrupción de la conectividad biológica y pérdida de biodiversidad en áreas protegidas.
Indicó que Costa Rica ha declarado que no se ha afectado ningún sitio Ramsar. Sin embargo, identificaron que el humedal Maquenque es uno de los principales sitios que están siendo afectados, el cual es parte de un corredor biológico compartido en algunas zonas con territorio nicaragüense. “Los documentos oficiales muestran que el 60.5 por ciento del caudal manejado en ese sitio drena directamente al río San Juan y todas las actividades productivas que se desarrollan en Costa Rica afectan de forma directa a las aguas de nuestro río”.
Abel Dávila, estudiante que viaja quincenalmente de San Juan de Nicaragua a San Carlos, indicó que en los tramos de carretera por el sector del raudal Machuca, El Jobo y La Venada, los deslaves han cortado el suelo, aun así unas 12 maquinarias, entre camiones de volquete y tractores, continúan trabajando en la carretera tica.
A su juicio, utilizando la malla, Costa Rica pretende proteger la socavación por las lluvias y derrumbe, pero también pretenden hacer ver que hay vegetación en caso de las inspecciones que realiza vía aérea la Convención Ramsar. “Costa Rica se engaña, la reforestación es un engaño”, subrayó.
El marinero Guillermo Taisiwe Vargas, del municipio de El Castillo y quien también recorrió el San Juan, aseguró que los mayores derrumbes se han producido en Crucitas, “todo va a dar al río San Juan. Con la malla que está poniendo Costa Rica no se puede tapar lo que está a la vista, no hay malla que detenga cuando nos ensañamos en la naturaleza. A Costa Rica le pasa como al gato, que quiere tapar la m… De esa forma y nunca la va a tapar”.
Este marinero señala que los daños son evidentes y avizora mayores efectos en los años futuros si no retiran la carretera tica del río San Juan. Añadió que siguen despalando el bosque y eso traerá mayores consecuencias.
ARGUMENTOS DE NICARAGUA EN LA HAYA
En la ponencia realizada en la CIJ, el 20 de abril de 2015, el embajador Carlos Argüello Gómez, dijo: “Los propios expertos de Costa Rica reconocen que, como consecuencia de la erosión causada por la construcción desordenada e irresponsable de la carretera, incluso muy cerca de la orilla del río, por lo menos 75,000 toneladas anuales de sedimentos han sido derramadas en el río desde que se inició la construcción en 2011.
Expertos nicaragüenses calculan la cantidad de sedimentos aportada por la carretera y que ha caído en el río en 240,000 toneladas anuales. Al menos el veinte por ciento de este sedimento se transfiere al Bajo río San Juan, “donde se acumula y aumenta en bajíos y bancos de arena que ya constituyen los principales impedimentos para la navegación”.
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