Alguna vez la palabra vano le ha generado una duda, algo así como ¿la escribo con b o con v? o ¿banal es familia de vana(o)?
Un amigo mío hace unos días me hizo estas preguntas, por ser una duda tan interesante, comparto con ustedes la respuesta.
En el caso de vano(a), procede del latín vanus y como adjetivo tiene varios significados, según el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) de la Real Academia Española: “Falto de realidad, sustancia o entidad. Hueco, vacío y falto de solidez. Dicho de un fruto de cáscara: que tiene la semilla o sustancia interior seca o podrida. Inútil, infructuoso o sin efecto”.
También se utiliza para indicar: “Arrogante, presuntuoso, envanecido. Insubsistente, poco durable o estable. Que no tiene fundamento, razón o prueba. Parte del muro o fábrica en que no hay sustentáculo o apoyo para el techo o bóveda; por ejemplo, los huecos de ventanas o puertas y los intercolumnios”.
Por su parte banal y a su vez banalidad, no vino desde el latín, sino del francés bannalis (finales del XIII). Algo banal es “trivial, común, insustancial”, que no tiene interés. En francés, “banal” en la edad media alude a lo que pertenecía al señor feudal y también a lo que era común a los vecinos de un pueblo, por ejemplo, el horno o el lavadero.
Curiosamente el término se sustenta en ban que significaba “proclamación del señor feudal”. En español los vocablos castellanos bandir y bando comparten la misma raíz del francés.
Lo curioso es que banal no tiene nada que ver con vano (aunque hoy los veamos como sinónimos); se relaciona, en todo caso con palabras como bandido, pero sus significados son muy similares; si vemos banalización, significa insustancial y si analizamos vano es falta de sustancia. Vaya sin banalizar pero son casi lo mismo. Curiosidades del idioma y el discreto encanto de la etimología que nos hace un viaje a la semilla de cada palabra, con su historia escondida como el germen del tronco sólido que es hoy.
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