El hallazgo del cuerpo sin vida de una niña de 9 años, el viernes, con las manos atadas, los ojos vendados y heridas en el estómago, disparó las alertas de los vecinos en Copey de Santa María de Dota, al sur de San José, quienes contactaron a las autoridades que descubrieron el macabro crimen de una familia de nicaragüenses, compuesta por cuatro miembros.
Los cuerpos de Abigaíl Suárez Miranda, de 9 años, su hermano mayor Abraham, de 11 años, su madre María Haydée Miranda, de 33 años, y el padre Ramón Suárez Espinoza presentaban heridas de arma blanca, según información preliminar del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) costarricense.
Abigaíl fue encontrada sin vida después de las 3:00 p.m. del viernes por un vecino que llegaba a entregar una encomienda a la familia; pero al ver que nadie atendía a la puerta del rancho construido de madera y láminas de zinc, decidió ingresar y encontró el cuerpecito con moretones, amordazado y con una herida en el estómago.
Desde ahí el misterio rodeaba esta muerte, porque María Haydée, Ramón y Abraham no aparecían. Vecinos de la familia, como Leonardo Elizondo, narraron que la última vez que vieron con vida a la niña fue el miércoles por la mañana, cuando la madre subió a la pequeña a la buseta que la recogía para llevarla a la escuela.
Desde ese momento no se le volvió a ver más, tampoco a sus padres ni a su hermano Abraham. La niña se ausentó de clases el jueves.
Tras el hallazgo de la menor la Policía montó un operativo de búsqueda de los padres de la niña y su hermanito mayor de 11 años, hallados el sábado. A las autoridades les urgía dar con los padres, quienes laboraban como recolectores de café, para esclarecer inicialmente la muerte de la Abigaíl, según informó el director del OIJ, Francisco Segura, quien explicó desconocer si la menor fue violada.
A las 10:00 a.m. del sábado encontraron el cuerpo de Abraham, a unos cien metros de donde estaba la niña. Estaba en medio de un cafetal, boca abajo y con heridas de arma cortopunzante, cubierto por hojas de café.
Una hora después los oficiales descubrieron los cuerpos de los padres de ambos niños, María Haydée Miranda y Ramón Suárez Espinoza, en riveras opuestas del río Pirri; a unos 250 metros de la vivienda.
En el operativo de búsqueda en el que las autoridades utilizaron a perros adiestrados, también hallaron un teléfono celular cerca del cuerpo de Abraham, a nombre del padre, que mostraba señal en un radio de dos kilómetros alrededor de la vivienda.
Aunque el móvil de este cuádruple asesinato no ha sido informado ni por el OIJ ni la Policía, versiones extraoficiales indican que Suárez Espinoza habría participado en un robo a un norteamericano, quien luego habría cobrado venganza asesinándolos a todos.
La Policía y el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) manejaban testimonios de otros vecinos que indicaban que María Haydée Miranda compró el miércoles un tiquete de autobús para regresar a Nicaragua, viaje que nunca hizo.
Se conoció extraoficialmente que Suárez Espinoza también tenía una causa pendiente en la Fiscalía de Tarrazú, en la misma zona, por violación.
El servicio de vigilancia aérea y la unidad canina, en conjunto con la Policía Judicial, ampliaron el operativo para continuar con la investigación. Las autoridades sospechan que el crimen pudo ocurrir el jueves anterior.
CONSTERNADOS
El crimen consternó a esta zona cafetalera. “Es sorprendente esto, muy duro. A esta chiquita yo la quería como una hija. Soy sincero y se lo digo, una cosa de estas duele mucho. Ellos son muy buenos padres, me tiene preocupado y no entiendo por qué no están, por qué no han llegado. El miércoles estuve hablando con ellos y la chiquita, iba para la escuela. Me sorprendió cuando me dieron la noticia, nunca vimos violencia, era una niña querida. Duele mucho”, declaró a la televisión local Francisco Brizuela, vecino de la familia.
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