El incremento de más de dos grados centígrados en las temperaturas promedio y las variaciones en la frecuencia y cantidad de precipitaciones que se registrarán en el mundo en los próximos 35 años reducirán la producción de café arábica, variedad que aporta cerca del setenta por ciento de los 112.32 millones de sacos de sesenta kilos que según la Organización Internacional del Café se comercializaron a nivel mundial en el 2013.
La única salida es migrar hacia tierras de entre trescientos y quinientos metros sobre el nivel del mar, por encima de las que actualmente se usan para la actividad. Para buscar ahí condiciones que le permitan al cultivo adaptarse, pero países como Nicaragua, Brasil y El Salvador, entre otros, no tienen grandes extensiones de tierra que cumplan estas características.
Y de no actuar, los países estarán expuestos a graves pérdidas, advierte el estudio El cambio climático reduciría aptitud de cultivo de café arábica en las principales regiones productoras a nivel mundial.
“Eso ya es una realidad en nuestras fincas, el caturra —que es una de las variedades del arábica—, a novecientos metros ya no está produciendo, es atacado por la roya y otras enfermedades. Hay zonas en Matagalpa donde las áreas que se receparon por el ataque de roya en el 2012 ya no se recuperaron”, admite Aura Lila Sevilla Kuan, presidenta de la Asociación de Cafetaleros de Matagalpa y directiva de la Alianza Nacional de Cafetaleros.
MIGRAR DE ZONA O DE CULTIVO
La investigación fue realizada por el Programa de Investigación en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS, por su sigla en inglés) y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), con sede en Colombia.
“Si el sector cafetero (con esto me refiero a todos sus actores) no toma iniciativas para implementar estrategias de adaptación, áreas caficultoras podrían cambiar de uso o sistema productivo como se ha visto en algunas zonas bajas. Los caficultores buscarían otro medio de vida o mezclar la actividad cafetera con otro ingreso y esto podría afectar la producción total nacional y repercutir en el Producto Interno Bruto (PIB)”, dijo Oriana Ovalle, autora principal de la publicación.
Y aunque este escenario está planteado para 2050, desde ya los tomadores de decisión deben trabajar con los técnicos para implementar estrategias de adaptación para el buen manejo del cultivo.
“Como podás, regulación de sombra, manejo de granos y residuos de cosecha, como parte del manejo de plagas y enfermedades. Buscar variedades resistentes a sequía y altas temperaturas y también el uso de riego son estrategias que se deben trazar de la mano del caficultor y las organizaciones”, explicó Ovalle a LA PRENSA a través de correo electrónico.
De no desarrollarse estas estrategias de adaptación, el impacto en el Producto Interno Bruto de los países será grave. “En Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, Honduras, El Salvador y México, en donde el café arábica es un importante producto de exportación, se pueden presentar reducciones en su producción principalmente en zonas bajas, causando graves impactos económicos pues contribuye entre el uno y el cinco por ciento al Producto Interno Bruto”, señala el estudio.
IMPACTO EN LA ECONOMÍA
En Nicaragua la colocación de café en el mercado internacional genera cerca del veinte por ciento de los ingresos totales que el país percibe por sus exportaciones.
Y aunque este cambio en las condiciones climáticas, según el estudio, puede beneficiar a algunos países, en el caso de América Latina será la más perjudicada, al perder hasta el treinta por ciento de sus tierras aptas para el cultivo, lo que pondrá mayor presión sobre las tierras más altas que generalmente están cubiertas por bosques.
“Nicaragua y El Salvador, que no tienen altas montañas, serían los más afectados”, mientras “Guatemala, México, Honduras y Costa Rica ganarían idoneidad en elevaciones de entre 1,500 y dos mil metros sobre el nivel del mar”, dijo Peter Läderach, coautor de la investigación.
Ante este panorama “la pregunta del millón para los cafetaleros nicaragüenses es ¿cuál es la disponibilidad de tierras aptas para trasladar el cultivo? y ¿cuáles serán las variedades de arábica que se deben sembrar?, ya que el caturra demostró ser vulnerable a la roya”, dice Sevilla.
El sector estima que la Comisión Nacional para la Transformación y Desarrollo de la Caficultura (Conatradec), con apoyo del Estado, “debería realizar un diagnóstico y un mapa de zonificación de las nuevas zonas aptas para el cultivo y ordenar las investigaciones pertinentes para validar las nuevas variedades aptas para cada zona y determinar con qué cultivos se sustituirán las áreas que abandone el café”, aconseja Sevilla.
Y lamenta que desde su instalación hace un año la Conatradec se haya dedicado únicamente a recaudar el aporte que el sector hace a través de las exportaciones y a reunirse “para hablar de planes y más planes que hasta ahora no se concretan. Este fue el tercer año consecutivo que nos quedamos esperando que se actúe y a estas alturas solo queda esperar el próximo año”, afirma Sevilla.
Gobierno ya trabaja en el tema
Mientras los cafetaleros locales se quejan de la falta de acción del Gobierno ante el panorama que plantean las variaciones climáticas, el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) dice haber obtenido el compromiso de las autoridades locales de incluir las estrategias de adaptación en el Plan Nacional de Adaptación para la Agricultura.
Según el CIAT, el Gobierno solicitó apoyo al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) para el desarrollo de este plan y la organización se comprometió a otorgar 24.12 millones de dólares “para facilitar las inversiones productivas y proporcionar asistencia técnica para mejorar la productividad y aumentar la capacidad de adaptación al cambio climático de los pobres pequeños productores de cacao y café en Nicaragua”.
Dichos esfuerzos se complementarían con el fortalecimiento de las instituciones públicas pertinentes y las políticas orientadas a proporcionar insumos y mejorar los sistemas de información meteorológica.
Los efectos
La variabilidad climática ha provocado incrementos en las temperaturas promedio y cambios en los patrones de los períodos lluviosos. Esto reduce el crecimiento de los árboles de café, provoca procesos de floración erráticos, maduración incompleta de los granos y la caída de estos.
Actualmente en Centroamérica el cultivo del café está reservado para zonas de entre cuatrocientos y dos mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Ante las nuevas condiciones climáticas las tierras aptas para producir café se ubicarán entre los ochocientos y 2,500 metros sobre el nivel del mar.
Piden acción
La Asociación de Cafetaleros de Matagalpa y la Alianza Nacional de Cafetaleros solicitarán al Cosep reunirse con carácter de urgencia para pedirle que la Conatradec agilice la toma de decisiones en torno a las estrategias de adaptación de la caficultura a las nuevas condiciones climáticas. “Si no actuamos, en la próxima cosecha vamos a seguir acumulando daños y el sector va a seguir estancado”, dice Aura Lila Sevilla, presidenta de la Asociación.
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