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Alejandro Serrano Caldera

La defensa de la libertad

Es universalmente aceptada la libertad como condición esencial del ser humano. Las luchas en la historia han sido y son fundamentalmente luchas por la libertad, pues de ella depende la existencia de la justicia, valor supremo del Derecho y del respeto a la dignidad de la persona humana, como obligación moral indispensable y requisito necesario para la convivencia civilizada.

Ha llamado la atención en forma preocupante, una serie de hechos ocurridos en el país, en los que queda de manifiesto, no solo la transgresión al Estado de Derecho, sino también, y como consecuencia de ella, un deterioro a la idea y ejercicio de la libertad.

Casos como la agresión sufrida por el señor Milton Arcia de parte de la Policía, la que fue ampliamente difundida por diferentes medios de comunicación, así como la demolición del edificio en construcción y el despojo de sus propiedades, sin la existencia de un proceso y orden judicial correspondientes, lo mismo que la condena por injurias y calumnias por haber denunciado a las personas que en su opinión eran responsables de tales hechos. En ese mismo sentido podrían señalarse las amenazas a los campesinos de ser despojados de sus tierras bajo el pretexto de la construcción del Canal Interoceánico, lo que ha motivado una serie de manifestaciones de protesta en defensa de sus derechos.

Igualmente podrían mencionarse la expulsión de dos representantes del CEJIL que venían al país a la celebración del 25 Aniversario del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, (Cenidh) y la prohibición de entrar a Nicaragua al caricaturista Jul, de Charlie Hebdo, quien venía para asistir al encuentro de escritores “Centroamérica Cuenta”; el proceso para separar de su cátedra de la UNAN-León al doctor Gabriel Álvarez, reconocido jurista y crítico del gobierno desde la perspectiva del Derecho Constitucional; la prohibición a periodistas de medios de comunicación independientes, de ingresar al local en el que se realizaba el juicio del señor Milton Arcia. Esos y muchos otros hechos que podrían continuar enumerándose, muestran el severo daño que la libertad en sus diferentes expresiones está sufriendo en Nicaragua.

Sin duda alguna esto da pie a una situación muy delicada, pues el cierre progresivo de los espacios de libertad, es el cierre de los caminos cívicos y la deformación de la política transformada del arte del bien común en un instrumento de confiscación de ese valor esencial que es la libertad y una lesión grave a los principios y valores de los Derechos Humanos en general.

La libertad contiene dos elementos fundamentales: su historicidad y su calidad consciente. Ambas son imprescindibles. Ni en la naturaleza, ni en el mundo físico puede hablarse propiamente de libertad. Ni el astro, ni la planta, son conscientes de su órbita y su existencia. Obedecen a leyes determinadas sin tener conciencia de su obediencia.

El ser humano, la sociedad y la historia, están sujetos también a determinadas leyes de las cuales pueden o no ser conscientes, pero, en todo caso, el conocimiento de ellas es una posibilidad que marca la diferencia fundamental con la inconciencia irreductible del mundo de la naturaleza y de la física.

La historia es algo que solo le pasa al ser humano y la conciencia es asimismo producto de la historia. “La libertad es la conciencia de la necesidad”, dice Hegel. Esto es el conocimiento que el ser humano tiene de las leyes que rigen su comportamiento individual y colectivo, sus posibilidades y sus límites. En lo que concierne a la persona, la inconciencia es creer en la posibilidad sin límites; la conciencia es saber los límites de la posibilidad.

Esa posibilidad de transformación de la circunstancia por la acción racional y consciente, es la libertad. El ser humano ha transformado la naturaleza y creado su propio hábitat que es la sociedad. “La naturaleza del hombre es la historia”, dice de nuevo Hegel, y esa transformación, ese salto de calidad, es la libertad.

La libertad debe entenderse formando parte del tejido de relaciones sociales. En esa relación encuentra su apoyo la libertad individual, porque la libertad es fenómeno histórico y colectivo en el que se expresan los valores dominantes en determinado tiempo y lugar. La libertad es la ruptura del sistema de miedos que aprisiona.

Su crisis presupone la crisis de la política que en su adecuado sentido y aplicación es imprescindible a la condición humana. “El hombre es un animal político”, dice Aristóteles. Ciertamente ninguna sociedad puede vivir sin la política, ni ningún ser humano puede, sin disminuir su propia naturaleza, prescindir de la sociedad.

La crisis de la política nace, precisamente, de su separación de lo social y de su absorción por el poder. La crisis de lo social se produce por el alejamiento de lo político de las grandes decisiones que afectan a la comunidad. Separar lo político de lo social es producir una mutilación, una doble orfandad. Reintegrarlos en su naturaleza necesariamente complementaria es restituirles su integridad e identidad. Este es uno de los grandes desafíos de la política y en esto radica, principalmente, la importancia de la sociedad civil.

En el buen sentido, la política es un empeño de la razón un ejercicio en beneficio de la comunidad, la justicia y la libertad, es un bien ciudadano. Esto exige el reconocimiento de la libertad como un sistema que atañe tanto a lo individual como a lo colectivo en forma indisociable. “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, dice Ortega y Gasset. Nadie puede afianzar la libertad pretendiendo imponer su opción como la única. “La libertad, dice Cioran, es el derecho a la diferencia”. Nadie puede afianzar la libertad adueñándose de ella como exclusivo propietario cuyo derecho se ejerce desde el poder, negando a los demás el derecho y el deber de participar.

El poder que no respeta la libertad, ni el sistema institucional que la regula y garantiza, es un exceso y pierde toda justificación, pues esta se encuentra en la necesaria subordinación al sistema legal, que es a su vez expresión de la voluntad social y de los valores y principios que la sustentan.

Su defensa es pues la defensa de la condición humana y, por lo mismo, es no solo un derecho sino una obligación de todos. Es también la defensa de la sociedad y del sistema de normas que la regulan y que establece los límites al poder, el que hay que recordar que es un medio y por lo tanto debe tener siempre presente que su justificación depende de los valores y principios que está obligado a proteger, entre ellos, principalmente, la libertad de cuyo respeto depende su legitimidad y cuyo ejercicio es un derecho fundamental para la realización de la persona como ser humano integral.

El autor es jurista y filósofo nicaragüense.

Editorial Defensa estado de derecho libertad archivo

COMENTARIOS

  1. "La defensa de la libertad"
    Hace 9 años

    Maestro Serrano Caldera, unicamente le diré unas cuantas palabras.
    Es un Escrito de primera. Ojalá cierto “güis”, dizque “líder” del partido de las cuatro letras lo lea. Dudo que lo entienda, pero el mensaje (si lo lee) le dejará el ojo morado…
    Muchas Gracias, Maestro! Lo felicito por su valentía, por su gallardía.
    Hombres como Usted debería ostentar la primera majistratura de la Patria…y no como el “güis”…

  2. Hace 9 años

    Este articulo es absurdo, trata de usar el caso Arcia como una prueba de la falta de libertad em Nicaragua. La verdad es que si quiere hablar de este caso entonces hay que examinar las actuaciones de Arcia y las pruebas que se presentaron ante el judicial para obtener la condena. La libertad tiene limitaciones y eso son las leyes. En los Estados Unidos muchos diarios y radios que en Nicaragua son usadas para tratar de hacer caos y desobediencia publica estariam cerrados y en prision.

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