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Sin cambio estructural no habrá desarrollo

El desarrollo requiere el incremento simultáneo del empleo y la productividad a lo largo de varias décadas consecutivas, lo cual significa que el empleo que se genera es, principalmente, empleo de creciente productividad.

El desarrollo requiere el incremento simultáneo del empleo y la productividad a lo largo de varias décadas consecutivas, lo cual significa que el empleo que se genera es, principalmente, empleo de creciente productividad. Esto trae aparejado un cambio en la estructura del empleo, mediante el cual la fuerza de trabajo se va trasladando desde las actividades de menor productividad, hacia las de mayor productividad.

Esto adquiere importancia especial en países como el nuestro, en los que gran parte de la fuerza de trabajo encuentra ocupación en actividades de muy baja productividad, y en donde, por consiguiente, existe un amplio margen para obtener incrementos importantes en la productividad promedio mediante la reasignación de dicha fuerza de trabajo hacia actividades de mayor productividad.

La única manera en que esto puede producirse, sin embargo, es mediante creciente implantación de nuevas actividades dinámicas, caracterizadas por una mayor intensidad de conocimientos y mayor elasticidad ingreso de la demanda, que vayan absorbiendo porcentajes cada vez más altos del empleo. El cambio estructural hacia este tipo de actividades puede generar el círculo virtuoso previsto por Kaldor: el crecimiento dinámico de la demanda hace crecer la producción y el empleo, a la vez que el incremento acelerado de la producción de estas actividades conlleva un mayor incremento de la productividad, como consecuencia de los rendimientos crecientes y los procesos de aprendizaje en la producción (learning by doing).

Por el contrario, si la demanda los bienes y servicios de los sectores más modernos no es lo suficientemente dinámica, la creciente productividad de estos limitará su capacidad de creación de empleo y fracasarán en absorber la enorme masa de fuerza de trabajo subempleada, de manera que gran parte del empleo seguirá siendo generado por las actividades de baja productividad. A partir de estas consideraciones, pueden avizorarse dos escenarios básicos:

1. Crece el empleo, pero cae la productividad:

En este escenario la economía crece porque se incrementa el empleo: la fuerza de trabajo, que está creciendo con rapidez debido al bono demográfico y de género, no encuentra ocupación en las actividades de mayor productividad, de manera que, para sobrevivir, debe buscar ocupación en actividades de muy baja productividad, lo cual empuja hacia abajo la productividad media de la economía. Lo anterior puede obedecer a que las actividades de mayor productividad relativa se caracterizan por una reducida elasticidad-ingreso de la demanda, y para poder sobrevivir a la competencia implementan estrategias de racionalización y modernización, las cuales incrementan su productividad, pero reducen su absorción de empleo. Puede ser también que las actividades de mayor productividad sean enclaves intensivos en capital, sin muchos encadenamientos con el resto de la economía. En ambos casos, el grueso de empleo sería generado, por defecto, por la propia población, en actividades de baja productividad, lo cual presionará a la baja la productividad media y contrarrestará el incremento en la productividad que pueda ocurrir en las primeras.

2. Crecen de manera simultánea el empleo y la productividad:

En este escenario se genera un proceso de diversificación de la estructura productiva hacia actividades de mayor intensidad tecnológica y alto dinamismo de la demanda interna e interna, lo cual les permite crecer con rapidez y generar porcentajes crecientes del empleo. Se generan los efectos “Kaldor-Verdoon” que permiten un incremento simultáneo del empleo y la productividad.

A la vez, el desarrollo de crecientes encadenamientos e interconexiones permite que el dinamismo de esas actividades arrastre al conjunto de la economía, así como el desarrollo de las sinergias y complementariedades que generan entre sí los sectores productivos, las cuales dan lugar a las economías de escala dinámicas que son la fuente de la “competitividad sistémica”. Esto permitiría aprovechar de mejor manera el bono demográfico y arribar a la fase de envejecimiento en mejores condiciones.

*Economista — [email protected]

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