El yoga es una práctica espiritual que inició hace más de cinco mil años en las civilizaciones del valle Indo y Sarawasti en la India, antes de que hubiese una religión organizada en la zona. Posteriormente se difundió a otras áreas donde habitaban personas de diferentes religiones como la hinduista, y así sucesivamente a otros grupos religiosos y no religiosos en todo el mundo. El yoga no pretende ser una religión, no excluye ni contradice a ninguna y tampoco intenta cambiar o confundir la fe de los creyentes.
Las posturas de yoga no hacen alusión ni adoración a Dios, dioses o religiones. Las posturas reciben generalmente nombres de animales, objetos o elementos de la naturaleza por la similitud con que se expresan. Quienes crearon las posturas se preguntaban cómo podían relacionarse u honrar mejor las cosas que los rodeaban, como animales y la naturaleza, por ello, las posturas reciben nombres como postura del gato, vaca, pez, arado, rueda, mesa, árbol, montaña, entre otros.
En vista de que el yoga no tiene que ver con religión, el practicante puede ser ateo, agnóstico o profesante de cualquier religión, inclusive un líder religioso consagrado como muchos de los que actualmente practican en todas las religiones. El yoga no excluye a nadie. Así mismo, existen excelentes instructores de yoga con y sin religión. Algunos instructores durante sus clases comentan temas espirituales como el amor, la armonía, la serenidad, más no transmiten mensajes alusivos a una religión en particular.
El yoga no tiene nada que ver con ocultismo, con energías malévolas y diabólicas. La práctica del yoga induce a todo lo contrario. El practicante de yoga es buscador de la luz y no de la oscuridad, busca la salud, la paz, el bienestar. El yoga tampoco infesta a las personas de demonios. Una entidad oscura no puede entrar en la mente o cuerpo de alguien que no lo ha invocado o que no abre puertas de manera consciente o inconsciente a este tipo de espíritus oscuros. Cuando un alma es buscadora de la luz divina, la luz vive en ella y la protección divina es más grande y poderosa que la oscuridad, creando así una barrera protectora energética-espiritual en el cuerpo y mente de la persona. Finalmente cada uno atrae a su vida lo que busca.
El yoga y la meditación son prácticas no religiosas benéficas para todo tipo de personas. Cada vez más son indicadas como terapia por psicólogos, psiquiatras, terapeutas y profesionales de la salud en general. Científicamente se ha demostrado que ambas mejoran la calidad de vida física, mental y emocional del paciente. Después de una clase de yoga o una meditación, estudios con electroencefalograma registraron que el cerebro pasa de ondas beta a ondas theta, inclusive a ondas delta, que son las de relajación más profunda.
Generalmente, en una clase de yoga iniciamos y finalizamos diciendo “Namaste”, que significa: “La luz divina que hay en mi reconoce y honra a la luz divina que hay en ti”. Con esta maravillosa palabra (namaste) reconocemos que cada persona es un templo en el que habita Dios, que hemos sido creados a imagen y semejanza de Él y que por tanto, un pedacito de Él vive en todos, independientemente de la práctica y credo que profesemos. Esta verdad nos llama a respetar y considerar como sagrado a cada ser humano, a cada práctica espiritual y a cada religión aun cuando no sea la nuestra. Hoy elegí vivir sin prejuicios ni juicios ante lo desconocido sin conocimiento, recordando que Dios está en todo y en todos, y que todos somos uno con Él y Él con nosotros.
La autora es Instructora de Yoga. Miembro del Centro Alma Yoga y de la Comunidad Católica “Extensión Contemplativa de Nicaragua”
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