El perdón que pidió el exdictador panameño, Manuel Antonio Noriega, preso en su país por desaparición de opositores durante su régimen (1983-1989), sirve para abrir un proceso de reconciliación que ayude a “sanar heridas”, dijo este 25 de junio el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa.
“Creo que este perdón que el general (Noriega) ofreció ayer es una parte de todo un proceso que como pueblo tenemos que ir haciendo, con mucho dolor sí, pero nos va ayudar a sanarnos a todos”, dijo Ulloa a periodistas.
Según Ulloa, el pedido de perdón de Noriega sirve para iniciar un proceso que sirva para “cerrar una página” y que los “errores del pasado nadie los podamos volver a realizar”.
Noriega pidió perdón el miércoles desde la prisión donde cumple tres penas de 20 años por desaparición de opositores, “a toda persona que se sienta ofendida, afectada, perjudicada o humillada por mis acciones (…) en el tiempo de la responsabilidad de mi gobierno civil y militar”.
Noriega, de 80 años, está preso en la cárcel El Renacer, a orillas del Canal de Panamá, por la desaparición y muerte en 1985 del opositor Hugo Spadafora y del militar Moisés Giroldi, muerto tras rebelarse contra el exdictador en 1989.
También cumple condena por la llamada masacre de Albrook, en la que varios militares murieron después de sublevarse contra él. “Yo sé que es un tema muy difícil cuando hablamos de perdón porque también tenemos que meternos en la piel de las víctimas” y el perdón debe ir acompañado de actos para que “se pueda ir sabiendo toda la verdad y así ir sanando heridas”, dijo Ulloa.
Derrocado en 1989 por una cruenta invasión de Estados Unidos, Noriega pasó más de 25 años preso en Estados Unidos, Francia y Panamá por narcotráfico, blanqueo de capitales y desaparición de opositores. En 2011 fue extraditado desde Francia a Panamá, donde tiene otras causas pendientes.
Los familiares de Noriega han solicitado en reiteradas ocasiones arresto domiciliario para el exdictador por motivos de salud, pero las peticiones han sido denegadas.