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El super tifón Haiyan en Filipinas dejó cerca de 14 millones de personas afectadas y alrededor de cuatro millones perdieron sus viviendas.

El nica de las emergencias

Era el segundo día de Irving en Sierra Leona, África. Un día después de su arribo se trasladó a una zona rural de este país, sumergido en ese entonces en la emergencia sanitaria provocada por el ébola. Era octubre de 2014. Caminaba por una calle cuando vio en el porche de una casa cercana a varias personas acostadas en el piso y cubiertos con sábanas. El único rostro que logró ver fue el de un niño de unos 6 años que convulsionaba. Morían de ébola mientras esperaban desde hace varios días una ambulancia que los socorriera.

Era el segundo día de Irving en Sierra Leona, África. Un día después de su arribo se trasladó a una zona rural de este país, sumergido en ese entonces en la emergencia sanitaria provocada por el ébola. Era octubre de 2014. Caminaba por una calle cuando vio en el porche de una casa cercana a varias personas acostadas en el piso y cubiertos con sábanas. El único rostro que logró ver fue el de un niño de unos 6 años que convulsionaba. Morían de ébola mientras esperaban desde hace varios días una ambulancia que los socorriera.

“Más tarde me enteré que el niño murió. Ver a un niño morir no es fácil, especialmente cuando tenés hijos”, cuenta Irving con un tono de lamento en su voz. La epidemia estaba aún fuera de control. “Personas enfermas colapsaban en las calles y morían en sus casas. Esta fue una de las escenas que más me han impactado en la vida”, afirma Prado, quien se desempeña como jefe de la sección de la División Logística para la Preparación y Respuesta a Emergencias (Alite por sus siglas en inglés) del Programa Mundial de Alimentos (PMA), en Roma, Italia.

Era la mayor emergencia humanitaria en ese momento, pero no la única en la que había participado. Estuvo presente en los huracanes que afectaron Madagascar y Guatemala; en Filipinas tras el paso del súper tifón Haiyan categoría 5; en inundaciones en Guyana y Pakistán, que en este último país afectó a 14 millones de personas; en la cruel situación de guerra y hambruna en Sudán y en el terremoto de Haití.

Vocación social

Irving Benjamín Prado nació en Managua el 20 de octubre de 1977. A los 16 años quería ser veterinario, pues desde que estaba pequeño le gustaban los animales y pensó que podía dedicarse a eso. Sin embargo, sus planes después cambiaron. “Entre 1993 y 1996 estuve en Canadá, donde estudié Inglés, Francés y me decidí por entrar al campo de los Estudios Sociales. A medida que fui creciendo me interesó la parte social, de poder ayudar y de aportar a cambios”, relata Irving, de 37 años.

Más tarde entró a la Universidad Americana (UAM), donde estudió Diplomacia y Relaciones Internacionales. Este conocimiento confirmó su interés por el mundo y la misión internacional, desde entonces, nunca ha pensado en cambiar de trabajo. “Me siento muy satisfecho con mi trabajo, me gusta lo que hago y quisiera continuar desarrollándome en este campo. El trabajo en el PMA te permite ver los resultados de inmediato y eso es un gran estímulo”, afirma Prado.

Una de sus responsabilidades es apoyar la primera fase de la respuesta a una emergencia de gran magnitud, es por eso que frecuentemente se traslada a los países donde las operaciones humanitarias están desarrollándose. Cada emergencia tiene sus propios retos. En Filipinas, según relata, no había nada en pie, las ciudades quedaron literalmente “barridas”; en Haití decenas de aviones con suministros aterrizaban cada día en un aeropuerto bajo control militar. Había que recibir y almacenar la carga en medio del caos del terremoto.

Irving Prado (derecha) en el Puerto de Sierra Leona, África, donde participó en el llamado de emergencia por la epidemia de ébola en 2014.
Irving Prado (derecha) en el Puerto de Sierra Leona, África, donde participó en el llamado de emergencia por la epidemia de ébola en 2014.

En los países en guerra, el acceso del equipo humanitario es limitado; los escoltas son asaltados, los caminos cerrados y no se puede trabajar en medio de las balas. “Hay lugares donde la vida no vale nada. Solo hay que estar en el sitio no indicado a la hora menos indicada para que una bala o una bomba te alcance”, afirma Prado.

Sudán se encontraba ante la guerra y los desastres naturales cuando Irving arribó al país, en 2011, para trabajar como oficial logístico por un período de dos años y medio. Casi cinco millones de personas padecían hambre debido a la sequía y a la feroz guerra civil en Darfur. No había tregua para los trabajadores humanitarios.

En una ocasión a Irving por primera vez pudo acompañarlo su familia en un viaje a Sudán: su esposa Julieta Velázquez y sus hijos Julieta Isabel y Silvio, todos nicaragüenses. “Sudán fue una gran experiencia de trabajo porque la operación incluyó transporte aéreo, terrestre y naviero. Pero lo mejor que pudo pasarme fue estar acompañado por mi esposa y mis hijos que entonces tenían 6 y 2 años”. Sudán no daba tregua. “Mucho trabajo en un sitio donde hasta el clima es hostil”, cuenta.

Allí la familia Prado conoció las tormentas de arena, llamadas “haboobs”. “En una tormenta todo se cubre de arena. Aunque las casas estén bien cerradas al abrir la refrigeradora encontrarás arena en la comida. Hay que lavar toda la casa”, comenta. A las “haboobs” se sumaba el agobiante calor que alcanza temperaturas de hasta 50 grados centígrados.

Pero en Sudán emociones intensas lo embargaron, pues en ese momento se encontraba junto con los seres que más ama. “Uno de mis mejores recuerdos es que mis hijos aprendieron a andar a caballo y que navegamos por el río Nilo. En la capital, Jartum, se unen los dos ríos Nilo: el azul que viene de Etiopía y el blanco, que viene de Uganda, y forman el Nilo, que va a Egipto”, relata.

Estuvo en Filipinas. El desastre era evidente. Casas destruidas. Miles y miles de personas devastadas, confundidas y atemorizadas. Uno de los desastres más significativos tuvo lugar en 2013. Irving también estuvo ahí: fue llamado de emergencia por el súper tifón Haiyan y encontró una ciudad destruida, semejante a lo que había visto antes en el terremoto de Haití.

Otra experiencia en la que sintió miedo, cuenta, fue la del 6 de junio de 2014 en plenas elecciones en Siria. Al conocerse los resultados de las votaciones se produjeron explosiones y tiroteos en Damasco, la capital. “Era de noche y no sabía qué estaba sucediendo. Creíamos que era un ataque. Poco después el oficial de Seguridad informó al personal que eran las tropas celebrando los resultados”, afirma.

Equipo humanitario del Programa Mundial de Alimentos atendiendo a las víctimas de la epidemia del ébola en Liberia.
Equipo humanitario del Programa Mundial de Alimentos atendiendo a las víctimas de la epidemia del ébola en Liberia.
La experiencia de la epidemia

Aunque la vida y el trabajo lo han llevado a presenciar toda clase de escenarios traumáticos y desafiantes, una de las experiencias más difíciles que enfrentó fue en Sierra Leona. En el apogeo de la epidemia de ébola. La misión empezó en octubre de 2014. El ébola es un enemigo invisible. Al inicio no había procedimientos para evacuar al personal en caso de que alguno de ellos resultara con el virus. Tampoco estaba claro qué países podrían recibir al personal humanitario que se enfermara. No había ninguna seguridad de lo que ocurriría con quienes formaban parte del equipo que participaba en la misión en ese momento.

Dos meses Prado permaneció en Sierra Leona trabajando como segundo jefe logístico coordinando los suministros que recibían más de veinte organizaciones de ayuda humanitaria, incluyendo todas las agencias de Naciones Unidas, CARE, Médicos sin Fronteras y la Cruz Roja, entre otras.

“Una de las dificultades en la emergencia del ébola es la falta de acceso a ciertas regiones. No había medios de transporte ni almacenes. Tuvimos que comenzar por comprar camiones e instalar bodegas, pues transportar las medicinas e insumos para los servicios de salud y para quienes estaban en refugios era sumamente urgente”, relata.

La situación era crítica, no solo para la población, sino también para el personal humanitario. El nicaragüense recuerda entonces que saludarse de manos y besos dejó de ser habitual por el miedo a contaminarse con el virus. “Cuando había que dar un saludo, entre personas muy cercanas, se hacía tocándose los codos”, dice. Todos los que participaron en esa emergencia trabajaron en ella compartiendo los mismos temores y preocupaciones, pero al final cumplieron con su misión.

Esta enfermedad infecciosa se transmite por contacto directo a través de membranas mucosas y fluidos corporales como el sudor, saliva, heces y semen. Trajes especiales para la atención de los pacientes y medidas extremas de prevención son aplicadas por el personal que trabaja en esta emergencia.

El temor al contagio del ébola era una constante, que se transforma en el estigma que acompaña a los trabajadores humanitarios al terminar su misión y dejar África. También tocó las puertas de Roma, donde su familia esperaba con ansiedad el regreso de Prado. “Incluso las escuelas querían que se reportara el nombre de los padres que habíamos trabajado en la emergencia. Había temor”, señala.

Aunque su esposa y sus hijos se han acostumbrado a sus largas ausencias, Prado reconoce el impacto que su trabajo tiene sobre su familia, recordando especialmente las críticas situaciones en Siria y Sierra Leona. “Mi esposa Julieta es mi fortaleza. Cuando hablaba por teléfono con ella, que permanecía en Roma con los niños, percibía su preocupación. Contar con su apoyo es fundamental para todo lo que hago en la vida”, afirma.

“Tengo en mi mente la imagen del niño muriendo de ébola en el porche de su casa. Tenía casi la edad de mi hijo Silvio”, recuerda. “Comprendo lo afortunados que son mis hijos y lo afortunado que soy por tener a mi familia. También me siento afortunado porque la vida me dio la oportunidad de aportar con mi trabajo un poco de alivio en donde sea necesario”, explica Irving, conmovido.

El terremoto en Haití dejó  unas 220, 000 personas muertas y a más de 1, 5 millones sin hogar. La catástrofe de magnitud 7.3 en la escala de Richter llenó de caos la capital del país el 12 de enero de 2010.
El terremoto en Haití dejó unas 220, 000 personas muertas y a más de 1, 5 millones sin hogar. La catástrofe de magnitud 7.3 en la escala de Richter llenó de caos la capital del país el 12 de enero de 2010.
El trabajo, la familia y Nicaragua

Actualmente Irving reside en Roma, Italia, con su esposa Julieta y sus dos hijos y asegura que ellos han sido parte vital de su trabajo. “Mi familia me apoya mucho. Esto es fundamental para poder hacer lo que hago. A pesar de mis múltiples y prolongados desplazamientos para trabajar en las emergencias, logro mantener un balance porque es muy importante para mí la responsabilidad de esposo y padre. Además, cuando estoy desplazado en las misiones extraño mucho a mi familia”, manifiesta Prado.

Cuando sus hijos expresan que están orgullosos de su trabajo, no puede contener el bienestar que le produce escuchar eso, pues según afirma, ellos hacen su aporte a esta labor: básicamente el tiempo que pasan sin ver a su padre y que no puedan compartir su vida cotidiana con él. “Ellos han tomado conciencia de la importancia de apoyar a las personas más necesitadas”, dice Irving.

“Este año en mayo visité Nicaragua, aproveché que tuve que viajar a Haití y Panamá para viajar a Managua un fin de semana y reunirme con mi madre y hermana. Intentamos regresar cada año, pues es muy importante que los niños conozcan y se identifiquen con su patria. El próximo viaje familiar a Managua será en julio”, asegura Irving, quien además expresa que en unos meses dejará Roma para mudarse a Uganda, donde ocupará un nuevo puesto.

“Mis hijos están pasando por una situación muy triste, porque dejamos a sus amigos. Para nosotros hay muchas desventajas. Mis hijos no siempre tienen el cariño de sus abuelos, tíos y tías, pero también han aprendido a ver lo dichosos que son, pueden viajar, pueden conocer. Mi hija, por ejemplo, conoce cuatro continentes, ha vivido en tres de ellos, ha visitado cinco países, habla tres idiomas y solo tiene 9 años”, expresa. Es difícil el hecho de no poder estar con toda su familia, pero al final las experiencias ganadas y aprendizaje cultural es una gran ventaja.

A pesar de estar tan lejos de su país natal, Irving expresa que su familia es nicaragüense y muy arraigada; trata de viajar a Nicaragua cada año para que sus hijos conozcan su país y entiendan que son nicaragüenses, a quienes también, según comenta, les ha enseñado una importante lección: “Se puede hacer algo para cambiar la vida de las personas”, concluye.

PMA

Es la agencia humanitaria más grande del mundo. Naciones Unidas le otorgó el mandato de coordinar las operaciones logísticas en respuesta a las grandes emergencias que ocurren en el planeta. Esto significa proveer servicios de recepción, almacenamiento y transporte de todo tipo de suministros, incluso transporte de personal para toda la comunidad humanitaria, incluyendo algunas ONG.

En un día, el PMA opera 5,000 camiones, 70 aviones y 20 buques transportando alimentos. Se estima que en 2015 entregará 17.1 billones de raciones de alimentos a 78 millones de personas en 76 países.

En Nicaragua: La mayor operación humanitaria desarrollada por PMA en Nicaragua fue la respuesta a la emergencia del huracán Mitch (2008-2009), en la cual distribuyó 29,000 toneladas métricas de alimentos para quinientas mil personas en seis meses.

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COMENTARIOS

  1. Mirley Rayo
    Hace 9 años

    Que orgullo me da poder decir que te conozco a ti y a Julieta… Conosco tu persona y se lo inteligente que eres, siempre supe que llegarias lejos en la profesion. Pero me quede corta, haces mucho mas, brindas ayuda, apoyas a los necesitados y eso es muy gratificante. Dios te acompañe en tus futuras misiones y te siga bendiciendo con la linda familia que han creado.. Saludos y abrazos.

  2. BEN. S. REAL. R.
    Hace 9 años

    … Simplemente es un * Espiritu Socorrista *

  3. Juanjose
    Hace 9 años

    Esto es lo que se puede llamar,sin temor a equivocarme, como un ser humano excepcional en toda la extension de la palabra:valiente,solidario, arriesgado y con elevado sentido de humanidad y entrega a sus semejantes en desgracia,todo lo que Jesucristo predico y nos recomendo hacer en nuestro paso por este mundo. Mi admiracion y respetos a Irving y su Fam.
    DIOS LOS BENDIGA Y PROTEJA!!!!!!!

  4. Hace 9 años

    Muy interesante el quehacer de Irving, mis felicitaciones por su trabajo y porque pone en ALTO la disciplina y el trabajo de los Nicaraguenses a ese Nivel Institucional como lo es el PMA.

    Dios te bendiga hermano Irving.

  5. dennis martinez
    Hace 9 años

    que orgullo sabar q exintenpresonas como este muchacho irving q ase tanto sacrificio con su familia solo pido ami dios lebendiga sienpre en su trabajo y quiero desirle q es un orguyopara nicaragua y qsiga adelante

  6. chango
    Hace 9 años

    Felicito a este nicaragüense ejemplo digno de la humanidad. Dios quiera lo proteja a él y su familia por donde ande y así pueda asistir a los necesitados de este mundo lleno de injusticias y pobreza por doquier.
    Un abrazo solidario.

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