Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron ayer, de manera oficial, la reapertura de sus respectivas embajadas diplomáticas.
El restablecimiento de sus embajadas en Washington y La Habana respectivamente, lo cual ocurrirá el 20 de este mismo mes de julio, es otro paso firme del gobierno cubano y el estadounidense, hacia el perfeccionamiento de sus vínculos intergubernamentales. De hecho solo quedan pendientes tres temas de primera importancia, el primero de los cuales es la suspensión del embargo estadounidense, como lo llaman en Estados Unidos, o bloqueo, como lo califican los gobernantes cubanos; el segundo es la devolución a Cuba del territorio donde está la base de Guantánamo, que se la apropió Estados Unidos cuando derrotó a España en la guerra de 1898; y el tercero, si acaso fuese del interés de Obama, sería la indemnización a las empresas y personas estadounidenses confiscadas por la revolución cubana, que fue el motivo principal del rompimiento de sus relaciones.
La normalización de la amistad entre Cuba y Estados Unidos es sin duda un hecho de gran trascendencia internacional, que algunos comparan inclusive con la que tuvo la caída del Muro de Berlín y del sistema comunista en Europa Central y Oriental, a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa del siglo pasado.
Sin embargo, esta comparación parece exagerada y demasiado optimista. Ciertamente, como consecuencia del derrumbe del Muro de Berlín y la desaparición del sistema estatal comunista en Europa del Este, el mundo dejó de ser bipolar y se terminó la Guerra Fría. Pero lo más importante fue que centenares de millones de personas, de una veintena de naciones, pasaron a vivir en libertad y democracia, con prensa libre y libertad de expresión, pluralismo político, elecciones libres y propiedad privada con seguridad jurídica.
En cambio, la normalización de las relaciones de Estados Unidos con Cuba solo ha reportado beneficios económicos para la arruinada economía comunista cubana, y aliento a la reforma económica de tipo capitalista que impulsa el régimen castrista para poder sobrevivir. Pero el pueblo cubano de la isla sigue sometido al régimen totalitario de partido único, sin libertades ni garantías individuales y sin respeto a los derechos humanos fundamentales.
Cabe señalar que desde mediados de diciembre pasado, cuando Barack Obama y Raúl Castro dieron a conocer su entendimiento, la represión comunista no solo ha continuado sino que en algunos casos se ha incrementado. Para solo mencionar un caso, las pacíficas Damas de Blanco que piden la libertad de los presos políticos y respeto a los derechos humanos, siguen siendo vapuleadas por las fuerzas represivas, la última vez apenas el domingo pasado.
Está claro que la estrategia de la dirigencia comunista de Cuba es adoptar y adaptar el modelo chino, que consiste en abrirse a reformas económicas capitalistas manteniendo y reforzando el régimen político totalitario. Ese modelo se viene practicando en China desde 1989 y ha demostrado que la apertura económica y las relaciones cordiales con Occidente, no necesariamente abren el camino a la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos.