La historia debería ser objetiva, los intereses por más poderosos que sean no pueden eliminar los hechos históricos y los momentos en que estos se produjeron, ni a sus verdaderos protagonistas. Y una de las demostraciones de esa verdad es la afirmación de que sin la existencia de la Resistencia Nicaragüense (RN), no hubiese sido posible el triunfo electoral de la Unión Nacional Opositora (UNO) en 1990. No habrá nunca ninguna forma de compensar el sacrificio en vidas humanas, heridos, cárcel, exilio, etc. que sufrieron los miles de campesinos de la RN.
Hay quienes pretenden desconocer que fue el desgastante accionar militar de la RN, lo que produjo el significativo debilitamiento económico del régimen y, en segundo lugar, el dolor de las madres nicaragüenses, por las bajas que se daban en la batalla. Si no hubiese sido por el sacrificio y la generosa sangre derramada por nuestros campesinos, jamás se habrían creado las condiciones que determinaron la derrota electoral del régimen totalitario del FSLN. Si bien es cierto que el papel de la UNO fue un factor determinante de su derrota, también es cierto que la RN jugó su papel de apoyo a los políticos animando a la población para que saliera a votar a favor de la UNO.
Por lo tanto, es un menosprecio ignorar el 27 de junio de 1990, ya que es una fecha en que se debería rendir un merecido tributo a los miles de campesinos que generosamente ofrendaron sus vidas, en aras de un futuro mejor para este desventurado país.
Quienes nos juzgan severamente por haber firmado los Acuerdos de Desmovilización, asegurando que hicimos una mala negociación, es porque ignoran los hechos circundantes, como el de que la potencia que supuestamente era nuestra aliada, nos abandonó a nuestra suerte una vez que logró alcanzar sus intereses y propósitos. La potencia que tanto nos animó, nos presionó para que entregásemos las armas. Hasta entonces comprendimos que las potencias no tienen aliados, sino que solo intereses, y es doloroso admitirlo públicamente pero nos utilizaron y traicionaron.
La desmovilización significó para unos la oportunidad para ascender socialmente, a extremo que hoy son prósperos empresarios, mientras que a la gran mayoría de campesinos “contras” no se les brindó ningún tipo de ayuda y han tenido que sobrevivir con sus propios esfuerzos.
El incumplimiento de los Acuerdos se inició a partir del mismo año, al no cumplirse con la promesa de garantizar la reinserción a la sociedad nicaragüense de parte de los Estados Unidos, pues no se crearon los programas de viviendas, educación y salud que nos prometieron para desmovilizarnos. Por ello, no deja de ser ilógico acusar únicamente al actual Poder establecido de ello, sin recordar el grado de responsabilidad que tienen en este asunto los anteriores gobiernos.
A 25 años persiste la discriminación hacia los otros frentes de lucha que integraban la Contra así como a sus dirigentes: Miskitos, comandante Blas (Osorno Coleman); Frente Central: comandante Leonel (Luis Ángel López); y Frente Sur: comandante Ganso (Pedro Lara) y este su servidor. Todo por mezquinas razones políticas, llegando al colmo de arrogarse la representatividad de la toda RN, pretendiendo manipular una vez más a los campesinos “contras” por ambiciones personales.
El autor fue jefe del Estado Mayor del Frente Sur de la Resistencia Nicaragüense con el pseudónimo de “comandante navegante”.
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