El día de hoy con la elección del nuevo magistrado del Consejo Supremo Electoral (CSE), sabremos qué tanto ha permeado en el Gobierno la grita nacional e internacional, sobre la necesidad de unas elecciones que en verdad elijan y esto podremos desde ya avizorarlo por medio del resultado que arroje la votación de hoy en la Asamblea Nacional. Con esto de ninguna manera estoy diciendo que un magistrado hará la diferencia, pero como muy bien dicen nuestros campesinos “por la víspera se saca el día” y si la bancada gobiernista vota por la propuesta de Ortega ya no hará falta esperar al 8 de noviembre del 2016 para saber que dichas elecciones adolecerán de los mismos vicios y anormalidades de las últimas tres.
La sorpresa en esta elección la dio el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), cuando retiraron a sus candidatos, aduciendo que esta elección es un mero trámite, pues ya se sabe quién va a obtener los votos, refiriéndose a la candidatura de Daniel Ortega. Esta posición me hace suponer que para ser congruentes con su nueva posición, no participarán en las elecciones del 2016 pues desde ya sabremos a quien declarará ganador el CSE.
Al respecto, yo prefiero esperar a la consumación de los resultados, pues se me hace difícil creer que la soberbia y vocación totalitaria de este Gobierno, siga los mismos pasos de la dinastía somocista y resto de dictaduras criollas del siglo pasado, que a la fecha son solo tristes recuerdos, pues todas sucumbieron ante la vocación democrática de sus respectivos pueblos.
Pero volviendo al escenario al que se encuentra enfrentada la Asamblea Nacional, de los tres candidatos a magistrados, hay dos que por sus cualidades, que de ser electos podrían inducirnos a creer que el Gobierno ha escuchado los consejos de varios gobiernos, de la OEA, del Centro Carter y de las diferentes organizaciones de la sociedad civil, entre otras. Todas han venido insistiendo en la necesidad de celebrar elecciones limpias y de una renovación del organismo rector de las mismas.
La propuesta del Partido Liberal Independiente (PLI) y del diputado independiente Mauricio Montealegre, a mi juicio, llenan las expectativas de la oposición. Al candidato Luis Callejas le precede su participación en la Contra durante los años de lucha contra la dictadura de los ochenta, el comentarista Jaime Arellano es respaldado por una buena parte de la iniciativa privada, por dos personajes de nuestra Iglesia católica de cuya vocación democrática no se puede dudar, así como de varias organizaciones de la sociedad civil. Cualquiera de ambos sería una escogencia inteligente por parte de la bancada gobiernista, aunque al momento de escribir este artículo, un amigo me ha manifestado que la señora Judith Silva es una exigencia de la primera dama, lo que hace imposible pensar en una votación que presagie un equilibrio y ecuanimidad en futuras elecciones, lo que le daría la razón a mis amigos del PLC.
Independientemente de los resultados de la votación en la Asamblea Nacional, considero que es obligación de todo demócrata, seguir luchando por una Nicaragua mejor. Quiero cerrar este artículo compartiendo las palabras de una heroína de la lucha por devolver la democracia al pueblo venezolano. La democracia ya la perdimos, rescatemos la República.
El autor es comentarista político.
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