La mayoría de los policías que participaron en el operativo policial del sábado, disparando contra el carro blanco conducido por Milton Reyes y que costó la vida de tres personas, en Las Jagüitas, vestían uniforme azul oscuro, similar al que utilizan las fuerzas especiales; usaban pasamontañas y portaban fusiles AK. En esto coinciden los testigos.
Uno de ellos es Jerson José Orón Cajina, de 25 años, quien aseguró que también fue entrevistado por oficiales de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), que investigaron la masacre del pasado 11 de julio.
Orón es el más específico en su relato. Los policías andaban, en su mayoría con uniformes que utilizan las tropas especiales de la institución, a los que identifica como “de las fuerzas Tapir”, usaron pasamontañas y portaban fusiles AK. El joven dice que sabe distinguir muy bien a estas fuerzas de los miembros del llamado grupo de Los Dantos, por ejemplo, que perenne pasan por el sitio rumbo a Veracruz.
UNOS 46 DISPAROS A LO LARGO DEL CAMINO
Según los testigos, entre los tres puntos en que se distribuyeron los policías hicieron unos 46 disparos a lo largo del camino que está en pésimas condiciones.
A causa de los disparos murieron Katherine Ramírez, de 22 años y los niños Efraín Ramírez, de 11 años y Aura María Reyes Ramírez, de 12 y con heridas graves resultaron Myriam Natasha Guzmán Ramírez y Axel Reyes, de 5 y 13 años, respectivamente.
La noche del fatídico sábado, los pobladores del sector escucharon las detonaciones continuas “como en ráfaga”, recuerda Orón. Agregando que les sorprendió porque, asegura, esa zona es pacífica y muy poco transitada por patrullas policiales.
Los únicos que pasan son los jefes de sectores en recorridos rutinarios, por lo que ver a uniformados emboscarse entre predios montosos del lugar hasta confundirse en la oscuridad de la noche, aún mantiene alarmados a algunos ciudadanos del lugar quienes no se atreven a revelar sus identidades.
CAMUFLADOS ENTRE ÁRBOLES
“Es un camino de tierra, normal, transitado, pero hay unos árboles donde estaban como camuflándose, exactamente no se miraban ellos entre la noche”, refirió el muchacho.
Carlos Ampié, de 30 años, coincide con Orón, al afirmar que los policías se distribuyeron a orillas del camino entre los árboles, “estaban escondidos y estaban acostados en el suelo”.
De acuerdo con la versión de Orón, vecino de Las Cuatro Esquinas, en Las Jagüitas, el carro atacado quedó pasconeado en la parte trasera a causa de los impactos de bala y recibió solo uno en la parte del techo al lado del conductor, aparentemente eso es lo que lo salvó.
POLICÍAS IMPIDIERON AYUDA PARA LOS HERIDOS
Cuando Orón y un pariente suyo intentaron auxiliar a los heridos, los policías se los impidieron y les dijeron que no se movieran, al tiempo que “ellos cargaron los AK”, expresó Orón, quien señaló que en el lugar mantuvieron a los heridos como veinte o 25 minutos “y no quisieron ayudarles”.
Orón aseguró haber escuchado a uno de los oficiales decir que “la cagamos”, una vez que algunos de ellos llegaron hasta el punto donde el carro blanco impactó con una camioneta que circulaba de este a oeste, y los ocupantes del carro empezaron a sacar a las víctimas.
“Eso no fue normal porque nunca se había visto un despliegue así en este sector”, manifestó Orón, tras afirmar: “Para nosotros fue raro que nos dijeran después del incidente que iba a haber una transacción de droga, porque nunca se había visto que hicieran transacciones de ese tipo”.
Ampié dice que ellos vieron pasar dos patrullas policiales como a las 6:30 p.m., una con dirección a las propiedades del Camino del Río, que quedan en la parte norte de ese sector, al inicio de las Cuatro Esquinas.
Recuerda que los agentes que se quedaron en el sector de las Cuatro Esquinas, le ordenaron a él y a otros amigos que se retiraran, por lo que se quedaron sentados en una banca a mediado del camino.
POCA VISIBILIDAD PARA EL CONDUCTOR DEL CARRO
Uno de los habitantes del sector del Camino del Río, Jarri Alberto Guevara, comentó que esa noche estaba nublado y oscuro, por lo que era difícil que el conductor divisara a los uniformados que estaban apostados en el camino.
No obstante, señala que aunque el camino está bastante destruido, “si ellos (los policías) hubieran querido, lo siguen (al carro), sin necesidad de haberlos tirado (disparado)”, pues más adelante a mediado del camino estaba el otro grupo escondido entre los árboles de los barrancos y por último el tercer grupo cerca de las Cuatro Esquinas.
“Yo oí el ruido del carro que venía, y al ratito la tirazón”, comentó Guevara, al tiempo que señaló: “Cómo no nos va a sorprender, nosotros aquí vivimos tranquilos, aquí son fincas, los caminos son solos”.
LLAMÓ LA ATENCIÓN MUCHA PRESENCIA POLICIAL
Indicó que les llamó la atención la presencia policial, porque los pocos policías que pasan por ahí es en motocicletas y de día, nunca de noche.
Guevara, quien habita cerca del primer lugar donde dispararon a los ocupantes del vehículo, expresó que por las noches una de las viviendas tiene una luminaria que da para el lado del camino.
“¿No van a ver ellos un carro blanco que viene desde allá? Ya desde que viene desde allá (señala a la distancia ) le ponen el cono o ellos (los policías) se le ponen a la orilla; pero si salís de pronto, vos serías uno, vos salís embarajustada (huyendo)”, dice.
Guevara es de la opinión de que en el primer sitio que le dispararon a Reyes, los policías pudieron haber impactado a los ocupantes del vehículo. Y desde ahí, el carro “va ponchado”, y es la parte donde el camino está deteriorado y de milagro no quedó volcado. Pero apunta que “si ese hombre lo agarran más atrás, ahí los eliminan a todos en lo oscuro (…) ahí no hubiera quedado ni uno, nadie hubiera contado el cuento”.
Una de las vecinas, que por temor evitó identificarse, manifestó que lo primero que se les ocurrió cuando escucharon los disparos fue pensar que se trataba de asaltantes.
Aunque la mujer insistió también que el sector “es sano, son fincas pero solo de familias”.
Ese camino por donde Reyes corrió a toda velocidad en busca de evitar ser alcanzado por los disparos que le hacían, conduce a barrios como el Arnoldo Alemán, el sector de Sabana Grande y hacia la izquierda conduce a otro camino hacia
Los Cortés, es poco transitado, aún por oficiales de la Policía.
¿QUIÉNES SON LOS INVOLUCRADOS?
La tragedia ocurrida en Las Jagüitas revela un deterioro institucional, afirman las tres organizaciones de derechos humanos existentes en el país que se pronunciaron por separado.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) señala que la tragedia que hoy sufre la familia Reyes Ramírez es clara consecuencia del retroceso institucional que en los últimos años ha sufrido la Policía Nacional. “Este deterioro institucional se ha manifestado en el abuso de autoridad en las actuaciones de sus agentes y en la impunidad en la que quedan dichos ilícitos”, señala el Cenidh en un pronunciamiento.
Mientras la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPDH) y la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), que también emitieron un pronunciamiento en conjunto, indican que la masacre perpetrada por agentes policiales “constituye la más alta violación a los derechos humanos por afectar el bien jurídico supremo como es la vida reconocido por la Constitución Política e instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos”.
Las tres organizaciones de derechos humanos exigen a la Policía Nacional que se revele la identidad de los policías y una investigación objetiva y exhaustiva, que permita identificar los diversos grados de responsabilidad de las personas involucradas en el operativo en toda la cadena de mando de la institución policial.
NIÑOS SE RECUPERAN
Familiares de las víctimas confirmaron que los niños Myriam Natasha Guzmán Ramírez, de 13 años y Axel Reyes, de 5, aún permanecen hospitalizados pero se recuperan satisfactoriamente. Y aunque la niña aún está en cuidados intensivos, ha presentado mejoría. La niña ingresó en estado crítico pero “ha evolucionado bien”, dijo un familiar. Mientras los familiares del conductor de la camioneta con la que colisionó el carro blanco, aseguraron que no hubo lesionados como supuestamente se afirmó tras el hecho.
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