Cada vez que leemos los resultados de las encuestas sobre preferencias electorales y personajes en este país, parecieran haberse realizado en otra nación por lo incongruentes, inverosímiles, sorprendentes, ridículos y hasta burlescos.
¿Qué pensar por ejemplo cuando más de la mitad de la población dice tener preferencia por determinado partido o gobernante y un porcentaje mayor desea emigrar? ¿O cuando se reconoce el éxito de este gobierno, pero la mayoría se queja del desempleo, la inseguridad y el costo de la vida? O, ¿cómo se puede justificar que legitimen una institución creada para garantizar la seguridad pero que comete un crimen contra una familia indefensa y violenta los derechos humanos?
Un amplio abanico de estudiosos, analistas, comentaristas, expertos, entre preparados y neófitos atribuyen estos resultados a diferentes causas, siendo una de ellas que detrás de cada nica, hay un Güegüense, conocido personaje de nuestra historia que durante años ha cargado con el estigma de burlesco, jocoso, despreciativo y yoquepierdista.
El Güegüense no se debe interpretar únicamente como el nica que tiene dos caras, ya que el ciudadano común de este país es un hombre sincero y espontáneo, aunque a la vez, es una persona hábil, galante y si se hace el sordo, o demuestra otras actitudes, es por las circunstancias que terminan confundiendo a su interlocutor.
El personaje se ubica a mediados del siglo XVIII y es atribuido a varios autores, entre ellos un cura de ascendencia indígena y escritores mestizos e indígenas por el lenguaje y estilo literario de la obra, reflejando una época de gobiernos corruptos y explotadores del pueblo, que al final terminan siendo burlados.
Según el historiador Armando Zambrana hay otros dos personajes que se han ido olvidando y solo están quedando en el estudio del folclor a nivel de cuentos infantiles, que de infantiles no tienen mucho, como son El Tío Conejo y el Tío Coyote.
Las historias de El Rey de la Hojarasca , el queso en el fondo del río, o el de la sandía llena de excremento son atribuidos a la época colonial, antes del Güegüense y producto de algún mestizo que encontró en estas narraciones una forma de mostrar en dichos especímenes de la fauna criolla un reflejo de la época, que no se diferencia mucho de la actual.
El Tío Conejo se caracteriza por ser bandido, astuto y burlesco. En cambio el Tío Coyote es torpe, idiota, iluso, baboso y siempre termina creyendo lo que le dicen.
Cada una de estas historias incluye personajes clásicos de los primeros tiempos de la Colonia que se han trasplantado a los actuales reflejando la lucha por el poder, el engaño, la traición y la burla.
No se necesita ser sociólogo para entender el mensaje que tienen estos cuentos y que siempre son válidos en el entorno político y social que vive el país.
¿Quién realmente hace de Tío Coyote y Tío Conejo cada que vez que se responde una encuesta? ¿Quién hace de vivo o quién se está haciendo el dundo? ¿A quién realmente quieren quemarle el trasero pegado al muñeco lleno de brea? ¿O quién se terminará comiendo la sandía rellena?
Quienes elaboran, analizan, opinan, emiten diagnósticos y creen la veracidad de estas encuestas deberían de conocer más las historias de Tío Coyote y Tío Conejo y saber cuál de los papeles está jugando, aunque debe estar claro que el nica no es ningún baboso.
Y si alguna vez el lector ha respondido una encuesta, ¿con qué personaje se identificó?
El autor es periodista
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