Algunos nicaragüenses son víctimas de acoso laboral. Muchos no lo denuncian por miedo a ser despedidos, en otros casos, ni siquiera saben que sufren de este mal. Lo importante es que se pueda identificar este fenómeno y así evitarlo o denunciarlo y no ser una víctima más de esto que, lastimosamente, ocurre en algunas empresas públicas, privadas, ONG entre otras. Este fenómeno puede durar meses o, en el peor de los casos, hasta años.
El acoso laboral o acoso moral también se conoce como “mobbing” que es una acción o serie de acciones que una o más personas ejecutan para generar miedo. Un permanente hostigamiento psicológico, es una de las principales causas que podríamos padecer y permite que nuestro agresor o agresores nos lleven a episodios de humillaciones, discriminación, ejercicio arbitrario y abusivo del poder, maltrato, falta de respeto, lesionar la dignidad, la honra, el decoro, el honor, la imagen y la autoestima.
A veces sucede que cuando la situación proviene de un superior, al reportar a Recursos Humanos, lo más probable es que nada ocurra, o bien, que se torne peor para el agredido, y termine eventualmente con un despido, en la cual se traza un proceso para terminar a la “insurrecta”, como un disuasivo para el resto de colaboradores.
Si sufres de acoso laboral, por lo general, el objetivo de los agresores es intimidarte hasta que dejes de laborar en ese lugar o bien inventarte alguna situación (amonestación, bajo rendimiento, indisciplina, etc.) o bien aplicarte el Arto 45.
“Lo que se pretende con este hostigamiento, intimidación o perturbación, es el abandono del trabajo por parte de la víctima, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza para sus intereses personales”, afirmó el magistrado del Tribunal Nacional Laboral de Apelaciones, doctor Luis Manuel Osejo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) aporta sobre el particular lo siguiente: Por violencia en el lugar de trabajo debe entenderse “toda acción, incidente o comportamiento que se aparte de lo razonable, mediante el cual una persona es agredida, amenazada, humillada o lesionada por otra en el ejercicio de su actividad profesional o como consecuencia directa de la misma”.
Lo cierto de todo esto, es que a veces provocan etiquetamientos que se llegan a convertir en verdaderas afectaciones psicológicas, entre estas, stress, depresión, síndrome del empleado totalmente agotado, ansiedad, agresión, incluso, desórdenes músculo esqueléticos. Lo singular, según investigaciones realizadas por la Universidad Simon Fraser en Columbia Británica, Canadá, es que este tipo de acoso no solamente afecta a quien es víctima directa, sino también a los espectadores, a aquellos testigos pasivos de esta situación.
Lo triste es que muchas veces este tipo de situaciones no se reportan porque culturalmente se cree que es desacertado denunciar su ocurrencia por varias razones: falta de confianza en la organización y/o empresa, las influencias y el juego de poder interno, así como los referentes éticos, muchas veces inexistentes en las instituciones, incluso, en aquellas que claman y pregonan valores morales, éticos y corporativos convirtiéndose en falsos fariseos.
“. . .También, ustedes, amos, sigan haciéndoles las mismas cosas a ellos, y dejen de usar amenazas, porque ustedes saben que el Amo tanto de ellos como de ustedes está en los cielos, y con él no hay parcialidad”. Efesios 6:9
La autora es periodista.