Niños de la Sub-12 recibidos como héroes

Falta una hora para que aterrice el vuelo y el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino parece una feria colmada de banderas, pitos, chicheros, niños y personas que caminan desesperadamente preguntando lo mismo: “¿Ya llegaron?” El tiempo avanza más lento que lo habitual, los congregados tienen una razón: celebrar a los infantes que sorprendieron al mundo de las pequeñas ligas y se estacionaron en la tercera posición.

Casi mil personas soportan el sol sin importar las consecuencias, la desesperación de una conglomeración es sofocante, pero siguen tercamente de pie con las banderas ondeadas, para solamente ver por unos minutos a los nuevos héroes de la nación, que saldrán por la sala de diplomáticos. Ya son las 11:50 de la mañana, se abren las puertas oscuras que reflejaban sombras. ¡Falsa alarma! Era el cuidador.

Las pláticas entre los que aguardan la salida son sobre las dos victorias frente a Cuba, la gente habla porque no tiene nada cómo matar el tiempo y algunos dicen tener miedo en sacar sus celulares.

¡Ahora así! Son las 12:00 del mediodía, todos quieren tocar a los pequeños héroes, sentir su piel, asegurarse que son reales. Comienzan a desfilar hacia el bus que los espera, el sonido de las ráfagas de fotografías suenan, los chicheros empiezan su sonata, la gente grita ¡Viva Nicaragua! Como una canción repetida pero placentera para el orgullo de la patria. Han llegado los 18 conquistadores de esperanza, los que salieron de los suburbios del país para impregnar su sello en la historia. ¡Bienvenidos!

MIL Y UNA HISTORIAS

Hay mil y una historias que contar en un bus lleno de niños catapultados a la felicidad, la del viaje cansado producto de la pérdida de las conexiones aéreas, la del niño Emilio Rostrán cuando antes de lanzarle a Cuba por la medalla de bronce le prometió a su papá que conseguiría el triunfo y le entregó su brazo a Dios pidiendo bendición; la del llanto de Alvieri Olivas por extrañar a su familia, pero hay una que va más allá de los límites, que refleja a una parte del país producto del infortunio del destino.

“Estoy alegre por el recibimiento, no nos imaginamos nada así, sin embargo nos fascinó ver a tanta gente. Por otro lado, ganar el campeón pícher significó mucho para mí porque es algo bueno en mi corta carrera”.
Lester Medrano, JUGADOR

Fidel Loáisiga está recostado a la ventana del bus, él fue el mejor bateador de Nicaragua con .433 en bateo, como lanzador ganó dos partidos claves (México y China Taipéi) y fue el máximo empujador, sin embargo, Loáisiga habla y ríe poco, no es sociable, que articule una palabra es tan difícil como la igualdad en el país.

El niño que brilló con su madero tiene un anhelo y es aprender a leer y escribir. “Él medio sabe escribir solamente su nombre”, relata su entrenador Donald Calderón. Loáisiga vive en Ulí, Siuna, ayuda a sus padres Fidel Loáisiga y Flor de María García a labrar la tierra para subsistir. El muchachito quiere ser agrónomo y espera recibir ayuda para empezar un ciclo escolar a sus 12 años.

Loáisiga hizo un gesto, movió la cabeza de arriba hacia abajo cuando se habló del estudio. “No tengás miedo, que sos tremendo”, le dice Calderón. “Él no es todo el tiempo así, cuando está con nosotros o en su tierra es bien suelto”, señaló.

“Conseguir un tercer lugar no fue fácil, pero yo sé lo que tengo como equipo y considero que esta medalla pudo ser de oro, todos los equipos estaban a nuestro alcance, vi a otros y me convencía de la calidad de estos niños”.
Asiel Morales,MANAGER

Al lado está Emilio Rostrán, quien calló a Cuba en el partido final, él quiere seguir siendo lanzador. “Quiero llegar largo y sacar a mi familia de la pobreza. Un día antes de picharle a Cuba mi papá me llamó y le prometí que ganaría por mi familia y Nicaragua. Él me dijo que le entregara mi brazo a Dios y le pidiera la bendición”, relató Rostrán, asistente a la iglesia Nazareno en Monserrat.

Ya cerca de llegar al Parque Luis Alfonso Velásquez, donde los niños entregarían una ofrenda floral al monumento de Roberto Clemente, Elián Rayo no paraba de reír junto con sus compañeros. Rayo derrotó en el primer duelo a Cuba y perdió ante Estados Unidos, pero recuerda que en ese partido ante los norteamericanos su cuerpo pesaba el doble. “Me sentía tieso físicamente, el largo viaje nos mató pasamos de un lado a otro porque perdimos el vuelo”, recuerda el jugador con linaje de beisbolista.

El bus llegó a su destino, el equipo bebió, comió y se dispersó.

EQUIPO GRANDE

7-2 fue el balance de los niños en el Mundial Sub 12 realizado en Taiwán, donde solo perdieron contra Estados Unidos y Venezuela.

Ver en la versión impresa las páginas: 12 B