Don Pedro el fotógrafo preparó su cámara, iluminó el local y se aprestó a registrar el “crimen”, se colocaron al lado del fotógrafo apuntando con las armas a los cautivos. La joven pareja estaba todavía desvanecida. Los desvistieron con atenciones conmovedoras, le quitaron a la muchacha la enagua, y otras cosas íntimas, dejando al joven también en paños menores. Entonces, habló el señor fotógrafo, y dijo: Jóvenes ni mis amigos ni yo deseamos a ustedes ningún mal. Pero le obligo, bajo “pena de muerte”, que asesine, con ese puñal a esta bella y hermosa dama. Ante todo, usted tratará de que vuelva de su desmayo; tenga cuidado que no lo estrangulen, y como está desarmada, no cabe la menor duda de que usted logrará su propósito fehacientemente.
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