Más importante que los poetas españoles fueron los poetas y escritores hispanoamericanos en el movimiento Modernista. Para los españoles significaba también una revolución vivida fugazmente por los poetas pre-siglo de Oro con Garcilaso de la Vega y más tarde con Quevedo y con el más grande, Góngora, el barroco, tantas veces reconocido e invocado por Darío. Los españoles eran los dueños del idioma castellano ya milenario y de una tradición literaria de siglos. En América nace con el Modernismo una literatura propia, autóctona. Así lo reconoce el argentino Leopoldo Lugones cuando, en nombre y por encargo de Darío escribe una carta respuesta a Mr. E C Hills, profesor norteamericano en Harvards, que pide a Darío opinión y datos sobre la “lírica decadente” de Hispanoamérica. Lugones corrige como inexistente tal decadencia. Solo hay, proclama, un movimiento auténticamente americano, abierto a todas las influencias artísticas, es decir existe el Modernismo; Bello y Olmedo son “poetas españoles”, dice. La poesía americana nace con Rubén Darío que inicia y crea el Modernismo. Verdadera Declaración de Independencia del Canto.
Leopoldo Lugones, el gran poeta argentino, de Odas seculares, Las Montañas de Oro, Lunario Sentimental, nace socialista, pero rectifica su postura política posteriormente, es buen amigo de Darío, lo mismo que su esposa a quien Rubén dedica su famosa Epístola a la señora de Lugones .
Pedro Palacios (Almafuerte) Manuel Ugarte, Alberto Ghiraldo, quien divulgó la correspondencia de Darío, obra fundamental para el conocimiento del poeta. Enrique Rodríguez Larreta y Alberto Puyol novelistas. José Ingenieros, pensador y Rafael Obligado que no fueron Modernistas, pero sí amigos de Darío. El boliviano Ricardo Jaime Freyre, abnegado y sincero amigo.
De Colombia. El atildado Vargas Vila de quien se dice emitió la durísima expresión: “Darío es un cerdo con una estrella en la frente”. (Nunca he visto escrito tal insulto, lo conozco por mi padre y por algunos profesores). Cuando Rubén sabe que Vargas Vila ha muerto, escribe una bella página sobre él. La noticia sobre la muerte era falsa. Vargas Vila rectifica su actitud y hasta escribe un libro enalteciendo a Darío como poeta y como hombre. Implacable contra Darío fue José Asunción Silva. Llega hasta el panfleto insultante donde califica de “rubendariacos y colibríes decadentes” a los modernistas y dedica a Darío una burlona Sinfonía color de fresa con leche , en un periódico de gran circulación Mezquindades que subyacen en el fondo de los espíritus, aún en los más selectos. Guillermo Valencia el gran poeta modernista distinguió a Darío con gran admiración y amistad.
José Santos Chocano, poeta modernista de Perú. Ampuloso y soberbio, polo opuesto a Darío, hasta osa dividir el universo poético de América “Walt Whitman tiene el Norte, pero yo tengo el Sur”, dice, pero al cabo traba amistad con Darío, porque ser su amigo significaba una categoría dentro del mundo literario. Así que no obstante su desmesurada altivez busca el ala dariana, quiere ser acogido en la Revista de América que Darío dirige en Buenos Aires.
En 1905 publica Darío Cantos de Vida y Esperanza y en 1906 Chocano publica Alma América . Algunos críticos menores desde La Habana pretenden hacer un parangón entre Darío y Chocano, entre cual es el mayor lírico de América. Este incidente periodístico no logró enemistarlos. Chocano escribe a Darío llamándolo “compañero” como el socialista declarado que siempre fue. Incorregible. Se llama asimismo el “único poeta épico de América”. Otros peruanos amigos más tranquilos fueron don Ricardo Palma y su hijo Clemente Palma.
El gran amigo, el entrañable de Darío fue el alto poeta modernista mexicano: Amado Nervo. Se conocen personalmente en 1900 en París. Darío enviado por La Nación de Buenos Aires a cubrir la Exposición Mundial y otros festejos del nuevo siglo; Nervo por el periódico mexicano El Imparcial . De Nervo dice Darío en un soneto: “Frayle de los suspiros celeste anacoreta”, define así la esencia poética y mística del mexicano, autor de Perlas Negras, Místicas, La Amada Inmóvil . Vivieron en la misma casa, cuidados ambos por Francisca Sánchez, a quien también, juntos, enseñaron a leer y escribir. Otros mexicanos, Díaz Mirón y Gutiérrez Nájera, pre-modernistas, admiraron a Darío y fueron sus amigos.
De Ecuador, Leónidas Pellares Acosta. Los uruguayos, la cara poeta Delmira Agustini, escribe a Darío originales y apasionadas cartas. Julio Herrera y Reising de oscura y desentrañable inspiración. Julio J. Casal, director de la Revista Alfar , más vanguardista que modernista. Julio Piquet amigo fiel de Darío y de Francisca Sánchez fue quien le aconsejó que conservara el Archivo de Rubén.
Admiró Darío a José Martí a quien llamó Maestro. Se conocen en Nueva York en 1893. Martín llama “hijo” a Rubén. Con Julián del Casal, autor de El ruiseñor del bosque de la muerte deambula Darío por La Habana bohemia.
De Puerto Rico son discípulos Fernández Juncos, Luis Llorens Torres y principalmente Luis Bonafoux, quien en 1907 en París ayuda e interviene en las discordias de Darío con Rosario Murillo
De Centro América el más señalado amigo de Darío fue Enrique Gómez Carrillo, prosista de exquisiteces en sus crónicas de viaje. Autor de El alma encantadora de París, El Japón heroico y galante que Darío prologa. Se acoge Gómez Carrillo a Darío, pero es un amigo a ratos y adversario y quisquilloso, sin motivo, también a ratos. Hasta llega a retarlo a duelo. Sale en defensa de Darío el poeta venezolano Rufino Blanco Fombona, no espadachín como Gómez Carrillo, propone batirse él en lugar del Darío y el asunto se diluye entre risas y severas amonestaciones al guatemalteco por la osadía de irrespetar al Maestro. Enumerar a todos los amigos y discípulos de Darío resulta imposible. Quizá un voluminoso libro recogería a los amigos y sus circunstancias.
La autora es maestra.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A