14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Mario Vargas Llosa

Un millonario se divierte

Entre los millonarios, como entre los demás seres comunes y corrientes, hay de todo: gentes de gran talento y esforzado trabajo, que han hecho su fortuna prestando una gran contribución a la humanidad, como Bill Gates o Warren Buffett, y que, además, destinan buena parte de su inmensa fortuna a obras de beneficencia y servicio social, o imbéciles racistas como el señor Donald Trump, ridículo personaje que no sabe qué hacer con su tiempo y sus millones y se divierte en estos días como aspirante presidencial republicano insultando a la comunidad hispánica de Estados Unidos (EE.UU.) —más de cincuenta millones de personas— que, según él, son una chusma infecta de ladrones y violadores.

Los dislates de un payaso con dinero no tendrían mayor importancia si las estupideces que Trump dice a diestra y siniestra en su campaña política —entre ellas figuran los insultos al senador McCain, que peleó en Vietnam, fue torturado y pasó años en un campo de concentración del Viet Cong— no hubieran tocado un nervio en el electorado norteamericano y lo hubieran catapultado a un primer lugar entre los precandidatos del Partido Republicano. Por lo visto, entre estos, solo Jeb Bush, que está casado con una mexicana, se ha atrevido a criticarlo; los demás han mirado a otro lado, y por lo menos uno de ellos, el senador Ted Cruz (de Texas), ha apoyado sus diatribas.

Pero, por fortuna, la respuesta de la sociedad civil en EE.UU. a las obscenidades de Donald Trump ha sido contundente. Han roto con él varias cadenas de televisión, como Univisión y Televisa, las tiendas Macy’s, el empresario Carlos Slim, muchas publicaciones y un gran número de artistas de cine, cantantes, escritores, e incluso el chef español José Andrés, muy conocido en los EE.UU. que iba a abrir uno de sus restaurantes en un hotel de Trump, se ha negado a hacerlo luego de sus declaraciones racistas.

¿Es bueno o malo que el tema racial, hasta ahora evitado en las campañas políticas norteamericanas, salga a la luz e incluso pase a ser protagonista en la próxima elección presidencial? Hay quienes consideran que, pese a las sucias razones que han empujado a Donald Trump a servirse de él —vanidad y soberbia— no es malo que el asunto se ventile abiertamente, en vez de estar supurando en la sombra, sin que nadie lo contradiga y refute las falsas estadísticas en que pretende apoyarse el racismo antihispánico. Tal vez tengan razón. Por ejemplo, las afirmaciones de Trump han permitido que distintas agencias y encuestadoras de EE.UU. demuestren que es absolutamente falso que la inmigración mexicana haya venido creciendo sistemáticamente. Por el contrario, la propia Oficina del Censo (según un artículo de Andrés Oppenheimer) acaba de hacer saber que en la última década el flujo migratorio procedente de México cayó de 400,000 a 125,000 el año pasado. Y que la tendencia sigue siendo decreciente.

El problema es que el racismo no es nunca racional, no está jamás sustentado en datos objetivos, sino en prejuicios, suspicacias y miedos inveterados hacia el “otro”, el que es distinto, tiene otro color de piel, habla otra lengua, adora a otros dioses y practica costumbres diferentes. Por eso es tan difícil derrotarlo con ideas, apelando a la sensatez. Todas las sociedades, sin excepción, alientan en su seno esos sentimientos torvos, contra los que, a menudo, la cultura es ineficaz y a veces impotente. Ella los reduce, desde luego, y a menudo los sepulta en el inconsciente colectivo. Pero nunca llegan a desaparecer del todo y, sobre todo en los momentos de confusión y de crisis, suelen, atizados por demagogos políticos o fanáticos religiosos, aflorar a la superficie y producir los chivos expiatorios en los que grandes sectores, a veces incluso la mayoría de la población, se exonera a sí misma de sus responsabilidades y descarga toda la culpa de sus males en “el judío”, “el árabe”, “el negro” o “el mexicano”. Remover aquellas aguas puercas de los bajos fondos irracionales es sumamente peligroso, pues el racismo es siempre fuente de violencias atroces y puede llegar a destruir la convivencia pacífica y socavar profundamente los derechos humanos y la libertad.

Es muy probable que, pese a la incultura de que hace gala en todo lo que dice y hace el señor Donald Trump —empezando por sus horribles y ostentosos rascacielos— intuya que sus insultos a los estadounidenses de origen latino o hispano son absolutamente infundados y los perpetre a sabiendas del daño que eso puede hacer a un país que, dicho sea de paso, ha sido y sigue siendo un país de inmigrantes, es decir, de manera frívola e irresponsable. Saber hacer dinero, como ser un as en el ajedrez o pateando una pelota, no presupone nada más que una habilidad muy específica para un quehacer dado. Se puede ser millonario siendo —para todo lo demás— un tonto irrecuperable y un inculto pertinaz, y todo parece indicar que el señor Trump pertenece a esa variante lastimosa de la especie.

Pero sería también muy injusto concluir, como han hecho algunos a raíz de las intemperancias retóricas del magnate inmobiliario, que el racismo y demás prejuicios discriminatorios y sectarios son la esencia del capitalismo, su producto más refinado e inevitable. No solo no es así. Los EE.UU. son la mejor prueba de que una sociedad multirracial, multicultural y multirreligiosa puede existir, desarrollarse y progresar a un ritmo muy notable, creando oportunidades que atraen a sus playas a gentes de todo el planeta. EE.UU. es el primer país de nuestro tiempo gracias a esa miríada de pobres gentes que, desesperadas por no encontrar alicientes ni oportunidades en sus propios países, fueron allí a romperse el alma, trabajando sin tregua y, a la vez que se labraban un porvenir, construyeron un gran país, la primera potencia multicultural de la historia moderna.

Al igual que los irlandeses, los escandinavos, los alemanes, los franceses, los españoles, los italianos, los japoneses, los indios, los judíos y los árabes, los hispanos han contribuido de manera muy efectiva a hacer de EE.UU. lo que es. Si en cualquier país, hoy, resulta una sandez hablar de sociedades pulquérrimas, no mezcladas, lo es todavía más en EE.UU. donde, debido a la flexibilidad de su sistema que concede oportunidades a todos quienes quieren y saben trabajar, la sociedad se ha ido renovando sin tregua, asimilando e integrando a gentes procedentes de los cuatro puntos cardinales. En este sentido, los EE.UU. son la sociedad punta de nuestro tiempo, el ejemplo que tarde o temprano deberán seguir —abriendo sus fronteras a todos— los países que quieran llegar a ser (o seguir siendo) modernos, en un mundo marcado por la globalización. La existencia de un Donald Trump en su seno no debe hacernos olvidar esa estimulante verdad.

El autor es escritor. Madrid, agosto de 2015. Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014. © Mario Vargas Llosa, 2015.

Editorial Donald Trump Estados Unidos archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    El problema es que el racismo no es nunca racional, no está jamás sustentado en datos objetivos, sino en prejuicios, suspicacias y miedos inveterados hacia el “otro”, el que es distinto, tiene otro color de piel, habla otra lengua, adora a otros dioses y practica costumbres diferentes. Por eso es tan difícil derrotarlo con ideas, apelando a la sensatez. Goyito y Andres para opinar,hay que saber leer

  2. BEN. S. REAL. R.
    Hace 9 años

    Es inminente el gran aporte de la Comunidad Latinoaméricana para la unificación de una gran nación con diferentes rasgos multirracial, multicultural y multireligiosa.

  3. Lester Bermudez
    Hace 9 años

    Donde va la vicente? donde va la gente, todos los famosos estan siendo arrastrados a criticar al sr. Trump.

  4. Hace 9 años

    Dicen que la mona aunque se vista de seda, mona se queda. Eso paso con Trump, por muchos millones que tenga, aunque viva como un principe, ropas y autos de los mas lujosos.No puede evitar que cada vez que abre la boca
    se le sale el barrio, el lustrabotas, o las tapas del Mercado oriental que
    tiene. Creen que una mujer culta y distinquida pueda ser la esposa de Do
    nal durante mucho tiempo?Imposible aguantar todo el dia, todos los dias
    tanta vulgaridad y falta de delicadeza.

    D

  5. TERESA MALDONADO
    Hace 9 años

    Hitler y Mussolini cautivaron la perversidad que tienen incrustados los humanos. El abordaje de ese problema ocasionado por migrantes con grandes lastres y que después terminan en agresores de la convivencia, no fue y no es el apropiado. Trump se convirtió en un Truhán; no supo darle al problema el análisis exacto y las soluciones basculadas. Abrió la bocota llena de las estupideces más ensordecidas por el papel monheda.

  6. zancudo
    Hace 9 años

    Todos tienen razon en estos comentarios, asi como el articulo tiene la suya.
    Lo que concluimos que somos todos los humanos entes muy complicados que al final todos somos diferentes e intentamos convivir de alguna forma juntos

  7. Goyito
    Hace 9 años

    Al senor M. V. Calloso, le guste o no, el Senor Trump esta en su pais, dice lo quiere y quiere lo mejor para su patria, no como los demas paises de L.A., a esos defienda usted y olvidese de USA, L.A. es su region, difiendala si puede de tantos Gorilas que tenemos, ademas este senor Trump ha dicho la verdad. si no les gusta USA y los explotan, pues muy sencillo no se aparezcan ni por la frontera, vayanse a China, Cuba o Iran

  8. carlos
    Hace 9 años

    Tal vez este republicano,manda a la cárcel,a los hermanos Castro y sus seguidores ,como Maduro y otros ricos por los impuesto de sus conciudadanos que se ponen a politiquear y robar y a matar por avaricia ,viva la Republica

  9. Andres
    Hace 9 años

    Vargas Llosa escribe muy bien pero no vive en los USA y lo conoce teóricamente. Donald Trump ha sido y es la voz de la mayorías silenciosas, la clases sociales, los republicanos, y los demócratas que callan. Donald Trump destapo la olla y salieron los gusanos de la corrupción del sistema y particularmente del régimen de Obama. Los políticos se escudan en hablar políticamente correcto pero eso se acabo con Trump que llama las cosas por sus nombres y al que no le guste que se aguante

  10. Hace 9 años

    Buen articulo,aunque no todo lo que dice Donald Trump esta del todo descabellado,y que pasa conlos mismos hispanos que discriminan a los mismos hispanos? protestantes que creen ser los duenios de Jesus y al resto lo mandan al diablo,indues arrogantes que se creen que inventaron las matematicas y racistas en un pais que noes el de ellos,arabes quese creen el mismo mahoma,o cubanos que se creen duenios de Florida?Trump es un sangron y bocon,pero esta en su pais,donde cada quien dice lo que quiere

  11. jorge vega
    Hace 9 años

    Gracias por su rico escribir. Con todo respeto, doy mi opinión. ¿Porqué el Sr. T. (Tupé) sigue estando en alta posición de popularidad o preferencia? ¿Porqué los demás políticos callan? No creo que para ser multimillonario se pueda o necesite solamente ser hábil en el arte de ganar dinero. Entonces, habrían más millonarios en el mundo. Si se puede tildar al Sr. T. de estúpido en respuesta a sus ofensas, pero no creo que en realidad sea tan estúpido. Creo que el Sr. tiene una estrategia. Observem

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí