El viernes pasado, en la nota informativa de LA PRENSA sobre la confirmación de la nueva embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, señora Laura Farnsworth, se destacaron en traducción libre algunos párrafos de la declaración que ella presentó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado para obtener su ratificación.
La nueva embajadora estadounidense precisó que para el presidente Obama ninguna nación puede ni debe imponer a otra un determinado sistema de gobierno. Sin embargo, señaló que “Estados Unidos está comprometido con los gobiernos que reflejan la voluntad del pueblo”. Dijo que su país “no pretende saber lo que es mejor para todos… Pero todas las personas anhelan ciertas cosas: expresar su opinión y tener voz y voto en la forma de Gobierno; la confianza en el Estado de Derecho; y la igualdad ante la justicia; un Gobierno que sea transparente y que no robe a las personas; la libertad de vivir como cada quien elija. Esas no son solo ideas estadounidenses, son los derechos humanos y por eso es que los apoyamos en todas partes”.
También expresó la próxima embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, que ella será “una fuerte defensora de estos valores universales. Los derechos humanos, la democracia y una vibrante sociedad civil representan el más seguro camino a la atracción de la inversión extranjera directa y la lucha contra la pobreza endémica en el país. Más importante aún —subrayó la embajadora—, los valores universales refuerzan la importancia de la gente de Nicaragua para elegir su propio destino como pueblo y nación”.
Es bueno conocer el compromiso democrático de la nueva embajadora estadounidense, que se funda en los mismos valores de libertad, democracia y derechos humanos establecidos en la Constitución de Nicaragua y leyes pertinentes, pero no son respetados ni practicados por el Gobierno de turno.
La presentación ante el Senado de la nueva embajadora de Estados Unidos, demuestra que ella está muy bien informada de que en Nicaragua no funciona el Estado de Derecho, que la justicia no es independiente, que no hay control institucional ni social del Gobierno, que los espacios de organización y participación de la sociedad civil son limitados, que el acceso a la información pública es impedido, que la libertad de expresión y de prensa sufre restricciones, que las garantías individuales son irrespetadas, que no hay transparencia gubernamental, que las elecciones no son libres y limpias, que los gobernantes quieren perpetuarse en el poder al costo que sea, etc.
En Nicaragua no existe una democracia de acuerdo con los valores y principios universales que la próxima embajadora estadounidense ha precisado con claridad, los cuales son compartidos por todos los nicaragüenses que quieren vivir en una patria libre y democrática.
Estamos claros de que el establecimiento o recuperación de la democracia en Nicaragua le corresponde a los mismo nicaragüenses. Lo que se espera es que Estados Unidos cumpla realmente su compromiso con la Carta Democrática Interamericana, y en todo caso, que no le brinde respaldo de ninguna clase a un Gobierno que se dice democrático pero en la práctica funciona como una auténtica dictadura.
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