Wilmor López , promotor cultural, manifestó que el descubrimiento de la imagen de Santo Domingo, envuelta de cierto misticismo, evolucionó en una festividad masiva de mucho colorido, transformándose en las fiestas patronales de la ciudad capital.
“Vicente Aburto encontró la imagen en el corazón de una árbol mientras buscaba leña en 1853. Estas fiestas tienen raíces indígenas y religiosas, expresiones indígenas, arraigadas a los antepasados”.
“Pintarse es un elemento indígena, así como los diablitos. El indígena no renunció a sus tradiciones sino que las integró a la tradición católica.
La herencia de los antepasados reside en la identidad que contruye la tradición y une la población en una fiesta basada en el fervor católico y en la fe de los profesantes, que cada año pagan sus promesas en gratificación por las bendiciones que han recibido.
El Padre Antonio Castro, durante la celebración de Eucaristía, manifestó que la devoción se refleja en la rica y profunda religiosidad de los capitalinos.