Azul es un libro que todo nicaragüense debería leer. Debería ser de lectura obligatoria en todos los colegios del país. La primera edición de Azul , que Darío califica como su libro “primigenio” se publicó en Valparaíso, Chile, en 1888.
El libro comprende tres secciones: la primera compuesta de nueve cuentos, la segunda, intitulada En Chile incluye Álbum porteño y Álbum santiagués , con seis descripciones o cuadros en prosa de paisajes chilenos; y la tercera seis poemas bajo el título El Año Lírico .
Dejemos que sea el propio Rubén quien nos señale, en su breve Historia de mis libros (1913) la importancia de Azul en el movimiento de renovación literaria que él encabezó. Para Darío Azul es una obra que contiene la flor de su juventud “que exterioriza la íntima poesía de las primeras ilusiones y que está impregnada de amor al arte y de amor al amor”. Fue el libro, sigue Darío, que “iniciara el movimiento mental que había de tener después tantas triunfantes consecuencias” “Si Azul simboliza el comienzo de mi primavera, y Prosas Profanas mi primavera plena, Cantos de Vida y Esperanza encierra las esencias y savias de mi otoño”.
Cuando se publica Azul en Valparaíso, Rubén tenía apenas 21 años. Había llegado a Chile en 1886, a los 19 años de edad, tras sufrir en su país natal “la mayor desilusión que pueda sentir un hombre enamorado”, como nos revela en su Autobiografía . “Vete a Chile a nado, aunque te ahogues en el camino”, le había recomendado su amigo, el general salvadoreño Juan José Cañas, hombre ilustrado exiliado entonces en Nicaragua. Incluso, Cañas le dio cartas de recomendación para Eduardo Poirier y Eduardo McClure, influyentes en el periodismo chileno. Chile se encontraba en una etapa de gran crecimiento económico gracias al auge de la minería y el comercio, lo que había generado una mentalidad mercantil y burguesa en la alta sociedad chilena, pero con gusto por la literatura y los refinamientos.
Darío reside primero en Valparaíso y sobrevive de artículos que envía a los diarios. Lee mucho en la biblioteca de Eduardo de la Barra, el futuro prologuista de Azul . Permanece dos meses en Valparaíso y en agosto se traslada a Santiago, hasta febrero de 1887. Trabaja en el periódico La Época, de Eduardo McClure, en el que publica la mayoría de los cuentos que luego incluirá en Azul
En diciembre de 1886, seis meses después de llegar a Chile, publica su cuento El pájaro azul , que luego figurará en Azul , y que es una especie de retrato de la sociedad burguesa de la época y su menosprecio por los poetas, aunque el poeta del cuento de Darío vive en un París imaginario. Darío refleja en este cuento lo que significó para él, un joven casi desconocido, poeta y pobre, el contacto con la vida urbana. La ciudad de Santiago, comparada con León o Managua era para él una gran ciudad, con ambiciones cosmopolitas.
El mundo exótico de Azul no es artificioso, como sostienen algunos críticos. Proviene del contacto de Darío con el lujo y el gusto exquisito de sus amistades chilenas, principalmente Pedro Balmaceda Toro, hijo del presidente de Chile, José Manuel Balmaceda (1886-1891).
¿Cómo fue recibido Azul en Chile? No fue un éxito de ventas. La prensa chilena lo trató con cierta indiferencia, hasta la publicación de las famosas cartas de Juan Valera, dadas a conocer en El Imparcial, de Madrid. Valera, era en ese entonces el más respetado crítico literario de España. Al principio, el público que más se interesó en la lectura de Azul fue el público femenino, aunque Rubén no lo publicó con esa intención.
Conseguir una crítica elogiosa de Juan Valera suponía “alcanzar la gloria de un solo golpe”, afirma Alberto Ghiraldo, compilador de unas Obras Completas de Darío. Para Darío, desde entonces, fueron sus mejores cartas de presentación ante el mundo literario de España e Hispanoamérica. Fue el espaldarazo definitivo y autorizado que necesitaba y su primera proyección internacional. La edición, que se venía vendiendo muy lentamente en Chile, pronto se agotó.
El autor es jurista y escritor.
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