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Bjorn Lomborg

Inversiones ambientales

En este momento, 193 gobiernos del mundo se están preparando para seleccionar un conjunto de objetivos de desarrollo y medioambiente para los próximos 15 años. Estos objetivos sustituirán a los exitosos Objetivos de Desarrollo del Milenio que expiran este año, e inciden en 2.5 billones de dólares en ayuda al desarrollo e incontables billones en los presupuestos nacionales.

Junto con los objetivos enfocados en la pobreza, la salud, el hambre y la educación, los objetivos ambientales están en primer plano. Estos van desde algunos relativamente de nicho (“diseñar e implementar políticas para promover el turismo sostenible”) hasta otros muy ambiciosos (“esforzarse por desvincular el crecimiento económico de la degradación ambiental”). Después de un proceso de toma y daca, la ONU tiene una lista de 169 objetivos —la friolera de 151 más que el conjunto de las 18 metas de los ODM que cambiaron el mundo—.

Esto es un error. Tener 169 prioridades es como no tener prioridades en absoluto.

Desde el Copenhagen Consensus Center, pedimos a  sesenta equipos de los principales economistas, entre ellos varios premios Nobel, que evalúen los costos y beneficios económicos, sociales y ambientales de las metas propuestas. Su análisis destaca algunas de las mejores inversiones que podemos hacer por el planeta, guiando a los tomadores de decisiones políticos, filántropos y empresas con conciencia social hacia las inversiones que permitan lograr el máximo beneficio.

Obviamente, el análisis económico no debe ser la única herramienta que utilizamos, pero es un insumo vital para ayudar a los tomadores de decisiones —sean políticos o líderes empresariales— a tomar decisiones informadas. Entre los objetivos ambientales, el análisis muestra que la reducción de la contaminación del aire interior y la reducción de la pérdida de arrecifes de coral son objetivos fenomenales. Para luchar contra el cambio climático, la investigación muestra que la eliminación gradual de subsidios a los combustibles fósiles y el aumento de la I + D en energía serían excelentes objetivos.

A menudo ignorada, la contaminación del aire interior es el problema ambiental más letal del mundo. Mata a 4.3 millones de personas cada año, principalmente porque 2,700 millones de personas siguen utilizando leña, estiércol y carbón para cocinar y calentarse, respirando aire contaminado dentro de sus casas todos los días.

Una inversión eficaz sería proporcionarle al 30 por ciento de la población actualmente sin servicio, cocinas mejoradas —las que disipan el humo exterior a través de chimeneas y ventilaciones, y funcionan con GNL o GLP en lugar de leña y estiércol—. Esto no sería barato —el costo se estima en unos 11 mil millones de dólares al año—. Pero calcular los beneficios, tanto de las muertes que se evitan y el tiempo y el dinero gastado, resulta en 161 mil millones de dólares al año.

En otras palabras, cada dólar gastado en mejoras inteligentes para la contaminación del aire interior redundará en 15 dólares de valor en beneficios. Al aumentar la conciencia de los consumidores sobre la contaminación del aire de los hogares y estimular la demanda de cocinas económicas, las empresas podrían contribuir al desarrollo de un mercado próspero para estufas y combustibles más limpios y más eficientes.

Entre las muchas metas propuestas para mejorar la biodiversidad, los expertos destacan detener la pérdida de los arrecifes de coral como muy eficaz. Los arrecifes de coral atraen a turistas, generando ingresos por turismo. La mayoría de nosotros estaríamos dispuestos a pagar para asegurar que los arrecifes de coral no se arruinen.

Y los pescadores deben ser informados de que abstenerse de la práctica destructiva, por ejemplo la pesca con dinamita, finalmente será rentable para ellos, ya que los arrecifes de coral actúan como criaderos de peces vitales. Reducir a la mitad la pérdida de corales mundiales en 2030 costaría alrededor de 3 mil millones de dólares al año, pero los beneficios totales probablemente alcanzarían al menos 72,000 millones de dólares, o alrededor de 24 dólares por cada dólar invertido.

Cuando se trata del cambio climático, un objetivo destacado propuesto para el desarrollo es duplicar la cuota de las energías renovables en el mix energético global. A pesar de que aportará mucho beneficio —415,000 millones de dólares al año, en efectos del cambio climático y energético— resulta en un costo de 514 mil millones de dólares al año. Así que esta solución proporcionará menos de un dólar por cada dólar gastado, porque las tecnologías son todavía inmaduras e intermitentes.

Esto pone de relieve la necesidad de invertir mucho más en investigación. El desarrollo de una mejor tecnología energética es un objetivo eficaz. Un enfoque en I + D en tecnologías energéticas puede ayudar a crear soluciones de energía verde que serían lo suficientemente eficaces para competir con los combustibles fósiles disponibles en el mercado.

Esto podría ser financiado con un impuesto sobre el carbono lentamente ascendente (dando a las empresas un incentivo para reducir las emisiones, pero no decirles cómo hacerlo). En total, esta solución evitaría 11 dólares de daños climáticos por cada dólar gastado.

Otro gran objetivo sería eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. El mundo pierde la friolera de 548,000 millones de dólares en tales subsidios, casi exclusivamente en los países en desarrollo. Esto agota los presupuestos ya escasos de recursos que se podrían utilizar para proporcionar servicios de salud y educación, fomentando al mismo tiempo más contaminación y mayores emisiones de dióxido de carbono.

Además, los subsidios a la gasolina sobre todo ayudan a los ricos, porque son ellos los que pueden permitirse tener automóviles. La eliminación gradual de las subvenciones a los combustibles fósiles tiene beneficios de quince veces el costo, con beneficios para los presupuestos nacionales, así como para el cambio climático y la contaminación atmosférica.

Al seleccionar los objetivos medioambientales para el mundo, las empresas y los políticos deben escogerlos no por cuán altivos y ambicioso suenan, sino por la cantidad de beneficio que ellos proporcionarían al medioambiente. Hacer que todos nosotros lleguemos a enfocarnos en estos objetivos inteligentes podría ser nuestra mejor acción en estos próximos 15 años.

El  autor es de los best seller El ecologista escéptico y Cool It, director del Centro para el Consenso de Copenhague, y profesor adjunto de la Facultad de negocios de Copenhague.

 

Opinión Objetivos de Desarrollo del Milenio archivo
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